En este 2018 se celebra el III Centenario del nacimiento de Maria Gaetana Agnesi, científica católica, recordada aquí como la matemática de Dios. Jamás abjuró de su fe, y cuando se cansó de la ciencia, se retiró a una vida de caridad y oración, atendiendo a los pobres, enfermos y moribundos.
Como las efemérides nunca vienen solas, el 11 de febrero es el Día Internacional de La Mujer y la Niña en la Ciencia, precisamente el mismo día de la Virgen de Lourdes, lugar donde llevan ocurriendo milagros desde que la Virgen María se apareciera a Bernardette Soubirous en 1858. El caso de Maria Gaetana Agnesi no es ni mucho menos el único de una importante científica que tiene más fe que confianza en el conocimiento humano.
Laura Bassi, la primera catedrática
En la misma época en Italia desarrolló su actividad Laura Bassi. Nació en Bolonia en 1711. Hija de un modesto abogado de Módena, comenzó con 5 años a estudiar latín con su primo, el Padre Lorenzo Stegani, que también le enseñó francés y aritmética. Tras terminar su educación elemental, tomó con 13 años lecciones privadas de filosofía, con Gaetano Tacconi, el médico familiar, que enseñaba también en la Universidad de Bolonia, y era miembro de la Academia de Ciencias de Bolonia. Además se preparó en profundidad sobre latín, álgebra, geometría y griego.
Con 20 años, el 17 de abril de 1732, en la Sala de los Ancianos del Palacio Público de Bolonia y en presencia del Cardenal Girolamo Grimaldi, del Arzobispo Próspero Lambertini (futuro Benedicto XIV), y de otros numerosos notables, llevó a cabo el debate sobre 49 tesis de filosofía y física, con un éxito que recibió la aclamación popular.
Un mes después, el 12 de mayo, volvió a aparecer en público para recibir el doctorado en filosofía por la Universidad de Bolonia, la más antigua que existe, fundada por la Iglesia en el siglo XII. Fue además elegida miembro de la Academia de Ciencias de Bolonia por los hombres que componían la misma. Se escribieron en su honor 3 tomos de poesía. El mismo año fue profesor de anatomía de dicha universidad. El 17 de abril de 1734 recibió ex officio la Cátedra de Filosofía en la misma universidad. Fue la primera profesora y catedrática del mundo.
Se casó el 26 de abril de 1738 con Giuseppe Veratti (1707-1793), doctor en medicina y profesor de filosofía natural de la Universidad de Bolonia. Después de su doctorado, estudió álgebra con el célebre Dr. Gabrielle Manfredi, y alcanzó soltura en física experimental, carteándose y haciendo experimentos con el famoso Abad Nollet o el Padre Beccaria, también católicos y científicos.
En 1742 ambos comenzaron a dar clases en su casa. Las clases consistían en una parte teórica y después otra práctica, siendo verdaderos pioneros en la incorporación de la investigación a la docencia. El éxito y la dedicación les llevaron a constituir en 1749 una escuela de física experimental en su propia casa, que llegó a ser un importante centro docente e investigador en toda Europa.
La tarea docente la desempeñaba fundamentalmente Laura, que dejó por motivos domésticos la docencia en la universidad, mientras que Giuseppe continuaba allí y colaboraba en las clases y sobre todo en la experimentación con su esposa, en su domicilio, poniendo dinero de su bolsillo en bastantes ocasiones para comprar máquinas para ayudarse en la docencia y las prácticas.
Maestra de Lázaro Spallanzzani
Las clases teórico prácticas eran impartidas durante 8 meses al año. Contribuyeron de forma determinante a la difusión del newtonianismo, creado por Isaac Newton, científico cristiano. Entre sus alumnos encontraría la vocación por la docencia e investigación científica en biología nada menos que el Padre Lázaro Spallanzzani, científico católico determinante en el desarrollo de la microbiología.
Además de la docencia, los Veratti-Bassi realizaron investigación científica en su domicilio, siendo pioneros en la simultaneidad de ambas actividades. Abordaron estudios sobre electricidad, magnetismo, dinámica de fluidos y, en menor medida, sobre biología, en colaboración con Spallanzanni. Laura Bassi demostró la no universalidad de la Ley de Boyle, que se tiene como su contribución más importante, y Giuseppe Veratti aplicó la electricidad a la medicina.
Se sabe que Laura Bassi publicó 28 artículos científicos y escribió discursos para la Academia de Ciencias de Bolonia y la Academia de Ciencias Benedictina, fundada por el Papa Benedicto XIV, de la que también llegaría a formar parte. Mantuvo correspondencia con eminentes científicos de su época como Alessandro Volta, el padre de la pila eléctrica, y fue elogiada por el mismísimo Voltaire. En 1776, a la edad de 65 años, el senado boloñés le confirió la cátedra de física experimental en el Instituto de las Ciencias de Bolonia. Moriría dos años después.
Las católicas españolas en la Ilustración
El matrimonio Veratti-Bassi tuvo doce hijos, de los cuales 8 fueron bautizados y 5 llegaron a la edad adulta. Tres de ellos fueron canónigos y uno profesor del Instituto de las Ciencias de Bolonia. Por ello se entiende que les transmitieron la fe y la ciencia, o al menos lo intentaron, con no poco éxito. ¿Y mientras tanto qué sucedía en España? Pues que la Ilustración la sacaron adelante las católicas.
Josefa Amar y Borbón nació en Zaragoza en 1749 en el seno de una familia católica de larga tradición médica. Tuvo seis hermanos y cinco hermanas. Se formó con dos preceptores, Rafael Casalbón y Antonio Berdejo, respectivamente bibliotecario de la Biblioteca Real y presbítero, este último excelente conocedor de las lenguas clásicas – razón por la cual su alumna llegó a dominar, además del latín y el griego, el francés, el italiano y el inglés- y también un miembro activo de la Sociedad Económica de Zaragoza.
Recibió, por tanto, religión en la escuela, lo cual no fue óbice ni cortapisa para que tradujera bastantes libros o escribiera diferentes obras como Discurso en defensa del talento de las mujeres y de su aptitud para el gobierno (Madrid, 1786) y Discurso sobre la educación física y moral de las mujeres (Madrid, 1790) que la sitúan como adelantada en la historia del feminismo español.
El censor de ésta última obra mencionó en el informe estar basada en sólidos principios y no tener ningún contenido contrario a la fe católica.
Reivindicada equivocadamente por las feministas de género
Las actuales feministas de género la consideran una de las suyas, una pionera, y no lo fue en absoluto, ya que de reivindicar los derechos de la mujer sin abandonar el catolicismo a las actuales posturas contrarias a él hay un abismo. Perteneció a las Reales Sociedades Económicas Aragonesa y de Madrid y a la de Medicina de Barcelona. Murió en 1833.
Su hermano Francisco de Borja, Luis, Fermín, Narciso, José, Miguel, Rafael, Benito, Cristóbal Antonio Amar y Borbón, nació en Madrid el 10 de octubre de 1762, y se ordenó sacerdote. Perteneció a la Real Sociedad Económica de Amigos del País desde 1818 y en ella ejerció, como presidente (18 de julio de 1823), vicedirector (21 de noviembre de 1823) y socio de mérito literario (14 de enero de 1825). También fue miembro de la Academia de Bellas Artes de San Luis de Zaragoza, es decir, fue un científico católico. Otro de sus hermanos, Antonio, nació en 1742 y fue militar y caballero de la Orden de Santiago.
Josefa no fue la única que reivindicó la mejora de la educación para las mujeres desde ámbitos católicos. También en 1726 Benito Jerónimo Feijoo publicó la Defensa de las mujeres, donde señalaba lo mismo. Este hombre resulta que fue un fraile dominico, auténtico promotor de la ilustración española que, a diferencia de la francesa, la hicieron católicos y sin necesidad de guillotina. No obstante hoy, desde el ateísmo, el materialismo y el laicismo, son personajes que se reivindican como pioneros de posturas supuestamente anticatólicas, lo cual les obliga a silenciar sus creencias, o a no referirse a Fray Benito Jerónimo Feijóo, sino a Benito Jerónimo Feijóo a secas.
Frecuentes referencias a la fe católica
En su Discurso sobre la educación física y moral de las mujeres (1790), Josefa Amar y Borbón hace frecuentes referencias a la fe católica, la Iglesia, la moral cristiana y a autores cristianos a lo largo de la obra. Es su fuente de inspiración. La Iglesia Católica bien institucionalmente, bien a través de sus miembros como Josefa, ha propiciado la evolución de la pedagogía incluyente de la mujer hasta nuestros días, en los que los colegios mixtos confesionales católicos se encuentran año tras año con todas sus plazas cubiertas.
En el capítulo segundo de la segunda parte del libro, refiere todo lo relativo al conocimiento de Dios y la religión en un total de trece páginas, y en el capítulo XIII diserta sobre la elección de estado civil de la mujer, en el que con ironía comenta que el de monja es el más perfecto para la mujer porque: “[…] se libra de un golpe de los cuidados de la familia, de hijos, y principalmente de los disgustos que son consiguientes en un matrimonio”.
En su Discurso en defensa del talento de las mujeres se encuentran reflexiones que dan fe de que su catolicidad nunca fue incompatible con las reivindicaciones que planteó como las que siguen:
“7º Una discordancia tan notable, me ha hecho pensar muchas veces ¿qué fundamento pueden tener los hombres para la superioridad que se han arrogado, principalmente en los dotes del ánimo? La Creación de unos y de otros, es la que puede dar alguna luz. ¿Pero qué descubrimos en ella? Que Dios creó a Adan, y este echó de menos luego una compañía semejante a él: cuya compañía se le concedió en la mujer. ¿Puede desearse prueba más concluyente de la igualdad y semejanza de ambos, en aquel primer estado? ¿Hay en todo esto alguna sombra de sujeción, ni dependencia de uno a otro? Es verdad, que el hombre fue criado primero, y fue criado solo, pero poco tardó en conocer, que no podía vivir sin compañera, primera imagen del matrimonio, y primera también de una perfecta Sociedad.
8° Si pasamos después a considerar lo que sucedió en la caída de nuestros primeros Padres, no hallaremos degradada a la mujer de sus facultades racionales. El abuso que de ellas hizo, fue su pecado, el de Adan, y el de toda su posteridad. Mas sin disculpar este atentado, ¿quien negará que la mujer precedió al hombre en el deseo de saber? Aquella fruta que les había sido vedada, contenía la ciencia del bien y del mal. Eva no resistió a estas tentaciones, antes persuadió a su marido, y él cometió por condescendencia el pecado, que aquélla empezó por curiosidad. Detestable curiosidad por cierto; pero la curiosidad suele ser indicio de talento, porque sin él nadie hace diligencias exquisitas para instruirse.
9° Tampoco la justa pena que se impuso a entrambos, derogó en nada sus facultades intelectuales. Si el hombre puede trabajar sin perder por eso la aptitud para las ciencias, también la sujeción de la mujer es respectiva. Debería bastarle al primero ser cabeza de familia, y estar en posesión de los empleos, sin pretender dar más extensión a su dominio. Porque aun admitido en estos casos, no siempre es prueba concluyente de superioridad de talento. Los mismos hombres, no son, ni pueden ser todos iguales. Es preciso que haya unos que manden a los otros, y sucede no pocas veces, que al de más ingenio, le toca la suerte de obedecer, y respetar al que tiene menos. Así las mujeres podrán estar sujetas en ciertos casos a los hombres, sin perder por eso la igualdad con ellos en el entendimiento.
10° Si esta igualdad se ve indicada en la Creación, mejor podrá probarse por los testimonios que han dado las mismas mujeres. Es cierto, que el talento, o la inteligencia, así como es la parte superior que hay en nosotros, es también la parte incomprensible, que sólo se puede conocer por los efectos. En este supuesto si los hombres acreditan su capacidad por las obras que hacen, y los raciocinios que forman, siempre que haya mujeres, que hagan otro tanto, no será temeridad igualarlos, deduciendo que unos mismos efectos suponen causas conformes. Si los ejemplos no son tan numerosos en éstas, como en aquellos, es claro que consiste en ser menos las que estudian, y menos las ocasiones, que los hombres las permiten de probar sus talentos”.
11° Ninguno que esté medianamente instruido, negará que en todos tiempos, y en todos países, ha habido mujeres que han hecho progresos hasta en las ciencias más abstractas. Su historia literaria puede acompañar siempre a la de los hombres, porque cuando éstos han florecido en las letras, han tenido compañeras, e imitadoras en el otro sexo. En el tiempo que la Grecia fue sabia, contó entre otras muchas insignes, a Theano, que comentó Pithágoras, a Hypparchia,que excedió en la Filosofía y Matemática a Theón, su Padre y maestro; a Diotima, de la cual se confesaba discípulo Sócrates. En el Lacio, se supone haber inventado Nicóstrata las Letras Latinas, las cuales supieron después cultivar varias mujeres, entre otras Fabiola, Marcella y Eustequia. En Francia es largo el catálogo de Literatas insignes, y cuando otras no hubiera, bastarán los nombres de la Marquesa de Sebigné, de la Condesa de la Fayete, y de Madama Dacier, para acreditar que se han distinguido igualmente que sus paisanos insignes. En el día continúan varias Señoras, honrando su sexo con los escritos, como puede verse en la Década Epistolar de D. Francisco María de Silva. En la Rusia florecen en el día las letras, pero si esta revolución tan gloriosa se debe a los esfuerzos del zar Pedro el Grande, los continúa la actual zarina Catalina II, la qual ha escrito el Códice de las Leyes, obra que no se puede alabar bastantemente, y una Novela moral y sabia, dirigida a la instrucción de sus Nietos: ambas obras las ha escrito en Francés, cuyo Idioma posee con tal gracia y finura, a que llegan pocos de los mismos Franceses. Esta insigne mujer sería injusta, si conociendo por su misma experiencia, de cuanto es capaz su sexo, no le honrase como merece. Pero no hay que hacerla este cargo, porque premia el mérito donde quiera que le encuentra. Así se verifica en la Princesa de Askoff, Heroína ilustre, la cual después de haber manifestado a las tropas Rusas su espíritu marcial, sabe como otra Minerva todas las ciencias, y por ello y por su numen Poético, la ha elegido su Soberano para cabeza y Presidenta de la Academia Real de las Ciencias de Petersburgo.
12° En España no se han distinguido menos las mujeres, en la carrera de las letras. Si se hubiera de hablar de todas, con la distinción que merecen, formarían un libro abultado. Las más acreditadas son Luisa Sigea, Francisca Nebrija, Beatriz Galindo, Isabel de Joya, Juliana Morrell, y Oliva de Sabuco. Esta última fue inventora de un nuevo sistema en la Física. También se pudiera hacer mención aquí de algunas Señoras ilustres, que honran en el día las letras, pero es tan notorio su mérito, que tengo por ocioso expresarlo en este papel. El de las mujeres en general puede verse más extensamente en la obra de Mr. Tomás, intitulada, “Ensayo sobre el carácter, costumbres y entendimiento de las mugares”, y en tantas otras como son: “Mujeres ilustres, mujeres celebres; Tratado de la educación de las Mujeres; El Amigo de las Mujeres; Las Mujeres vindicadas .
13° Si se han distinguido en las letras, no han acreditado menos su prudencia en el gobierno en los negocios públicos cuya prenda es la que más se les disputa. Pero no se la disputaban tanto los antiguos cuando los Lacedemonios se servían en sus acciones, del consejo de las mujeres, y nada ejecutaban sin consultarlas. Los Atenienses, querían que en los asuntos que se proponían al Senado, diesen ellas su parecer, como si fueran sabios y prudentes Senadores. El voto de estos dos Pueblos, tan recomendables por todas circunstancias, debería decidir el pleito a favor de las mujeres, y más habiendo ellas justificado en todo tiempo este concepto, pues casi todas las que han estado en precisión de mandar pueblos enteros lo han hecho con acierto: consúltense las historias generales, y particulares para ver si en igual número de Reyes, o de Reinas, que han regido estados, se hallan tantos Héroes, como Heroínas. Tratando de éstas, merece el primer lugar Débora, porque gobernó el pueblo de Israel, porción escogida de Dios, y que como tal, debe fundar opinión para todo. Esta mujer pues, entra en el catálogo de los Jueces de Israel, se sentaba como ellos a administrar justicia y acaudillaba el ejército. Gemiamira, madre de Eliogabalo, concurría al Senado a dar su parecer por su prudencia y sabiduría.
Si se quieren ejemplos más modernos, todos saben la prudencia de la Reina Católica Doña Isabel, que aunque no gobernó sola, intervino en todas las cosas grandes que se hicieron en su tiempo; en Inglaterra las dos Reinas Isabel y Ana, han contribuido tanto como los Reyes sabios, que allí ha habido, a extender el poder, y a hacer formidable la Gran Bretaña. En Rusia las dos Catalinas han perfeccionado el esplendor que comenzó Pedro el Grande. Y se pudieran citar otras, que en un dominio menos extenso, que los que acabamos de referir han acreditado su aptitud para el gobierno”.
El papel de Inés Joyes y Blake
Pero Josefa no fue la única española creyente que hizo suyas las propuestas de Fray Benito Jerónimo Feijoo sobre la educación de la mujer: coetánea suya fue Inés Joyes y Blake, recordada en la actualidad como pionera feminista a secas.
Inés nació en Madrid en 1731 en una familia católica, de madre francesa y de padre irlandés. Inés accedió a una formación intelectual profunda. Habló varios idiomas, entre ellos inglés, francés y español, y participó en tertulias y reuniones culturales que por aquel entonces organizaban los ilustrados. Tuvo seis hermanos. Se casó y tuvo nueve hijos.
En el año 1798, con 67 años, realizó la traducción del inglés de la novela filosófica Rasselas, Príncipe de Abisinia, de Samuel Johnson, siendo ésta la primera vez que la obra se traducía al español. En ella Inés incluyó, además, un texto propio en forma de carta, la “Apología de las mujeres en carta original de la traductora a sus hijas”, constituyendo la única de sus obras de que tenemos constancia. En aquel momento representaba ideas avanzadas acerca de la mujer en la época de la Ilustración.
Dice Wikipedia “… formando parte de ese grupo de mujeres que en España y en Europa comenzaban a abrirse camino y a dejar en evidencia las desigualdades de género presentes en la sociedad occidental…” cometiendo un grave error: las diferencias mencionadas en la obra de Joyes son sexuales.
En dicha obra Inés escribe:
“Asignó Dios a cada sexo sus destinos, y conforme a ellos les dotó de aquellas propiedades que les convenían. Al hombre le dio la fuerza, a la mujer la perspicacia, y como de genio más blando y flexible, dispuso fuese su voto el segundo en las consultas. Sin embargo, no se halla en ninguna parte que prohibiese el que mandara soberanamente, pues vemos y se han visto en todos tiempos reinos gobernados por mujeres con mucho acierto y felicidad… Digan los hombres lo que quieran, las almas son iguales; y si por la mayor delicadeza de los órganos son las mujeres más aptas para un género de aplicación, y los hombres por su mayor robustez para otro, nada prueba esto contra nosotras”.
La reivindicación de la educación hacia las mujeres por parte de Inés Joyes se hace sin abandonar en absoluto la fe católica, como insinúan que lo hizo muchos de quienes la estudian en la actualidad, tergiversando la realidad con argumentos pertenecientes al discurso de género, queriendo ver en ella lo que verdaderamente no fue.
De vuelta a Lourdes
En la aparición que tuvo lugar en Lourdes el 25 de marzo, día de la Anunciación, Bernadette preguntó a la señora de blanco: “¿Quién es usted?” “Soy la Inmaculada Concepción”. Un dogma que había sido definido cuatro años antes; Bernadette, analfabeta, ni se había enterado. Pero esta vez, entendió. En enero de 1862, casi cuatro años después de las apariciones, la Iglesia convalidó su testimonio. “Juzgamos que la Inmaculada Virgen María, Madre de Dios, se apareció realmente a Bernardita Soubirous, el 11 de febrero de 1858 y días siguientes en la gruta de Massabielle cerca de la ciudad de Lourdes, en número de dieciocho veces; que tal aparición reviste todas las apariencias de la verdad y que los fieles han de creerla como cierta”, escribía el Obispo de Tarbes, monseñor Laurence, en una carta pastoral. A día de hoy, Lourdes es el principal santuario mariano del mundo, no solo lugar de peregrinación: también lo es de penitencia y de curación de enfermos. La ciencia no ha vencido la muerte: Cristo resucitado sí.
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