viernes, 22 de septiembre de 2017

BEATO FRANCISCO DE POSADAS, O.P

Francisco de Posadas, nació el 25 de septiembre de 1644 y muere el día 20 de septiembre de 1713.
Hijo de familia humilde venida a menos, subsistieron vendiendo verduras y huevos. Ayudado por los dominicos del Convento de San Pablo así como los jesuitas del Colegio de Santa Catalina en la Plaza de la Compañía.

Solicita entrar en el Convento de San Pablo en el año 1661, fue rechazado en primera instancia por sus orígenes familiares, aunque en el año 1662 es admitido en el Convento de Scala Coeli. Predicador de fama y oratoria ardiente, llegó a prohibir las representaciones teatrales.

Fue consejero y confesor del Padre Cristobal de Santa Catalina, fundador de las Hermanas Hospitalarias de Jesús Narareno, que se dedicaron en un principio mediante un hospitalito a recoger mujeres de mal vivir ya enfermas.

Él también fue fundador de un hospitalito para desamparados en la Puerta del Rincón. Renunció dos veces a ser nombrado obispo; este gesto queda recogido en varios lienzos pintados del Beato, donde las mitras están posicionadas en el suelo. Fue beatificado por Pío VII el 20 de septiembre de 1818.

ESPIRITUALIDAD
En la segunda mitad del siglo XVII y comienzos del XVIII la predicación del Beato Francisco de Posadas llegó a toda Andalucía. Fraile humilde, austero y penitente, nos ofrece en la Carta del Esposo este texto sobre la oración:

“La oración es comida que sustenta, conversación que regala, trato que entretiene y sueño dulce donde el alma descansa. ¿Pues cómo no la tenéis? ¿Cuál estáis sin oración? Díganlo vuestras obras que salen disparatadas como las del que no come ni duerme...

Dice el Señor: ¿Cómo os trato Yo en la oración? ¿Acaso no os oigo? ¿No os regalo? ¿No os enternezco? ¿No os perdono?... ¿No inflamo vuestras voluntades? ¿No regalo vuestras memorias? ¿No endulzo vuestras almas? ¿No purifico vuestras conciencias?... Pues, ¿por qué no me tratáis?... Ea, venid y tratadme, que soy como las flores, que cuanto más se tratan y manosean os sueltan mayor fragancia.

Si queréis sentir mis olores, venid y tratadme, no me dejéis de la mano, y veréis cómo camináis al olor de mis fragancias, como lo hacen las esposas...

Orad, que si sois malos, Yo os haré buenos; si tibios, os pondré fervorosos; si imperfectos, hallaréis la perfección...Orad, orad y conoceréis lo que soy para vosotros”.

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