Primera Lectura
Lectura del libro del Eclesiástico (48,1-4.9-11):
En aquellos días, surgió el profeta Elías como un fuego,
sus palabras quemaban como antorcha.
Él hizo venir sobre ellos hambre,
y con su celo los diezmó.
Por la palabra del Señor cerró los cielos
y también hizo caer fuego tres veces.
¡Qué glorioso fuiste, Elías, con tus portentos!
¿Quién puede gloriarse de ser como tú?
Fuiste arrebatado en un torbellino ardiente,
en un carro de caballos de fuego;
tú fuiste designado para reprochar los tiempos futuros,
para aplacar la ira antes de que estallara,
para reconciliar a los padres con los hijos
y restablecer las tribus de Jacob.
Dichosos los que te vieron
y se durmieron en el amor.
Palabra de Dios
Salmo 79,R/. Oh Dios, restáuranos, que brille tu rostro y nos salve.
Santo eVangelio según san Mateo (17,10-13):
Cuando bajaban del monte, los discípulos preguntaron a Jesús:
«¿Por qué dicen los escribas que primero tiene que venir Elías?».
Él les contestó:
«Elías vendrá y lo renovará todo. Pero os digo que Elías ya ha venido y no lo reconocieron, sino que han hecho con él lo que han querido. Así también el Hijo del hombre va a padecer a manos de ellos».
Entonces entendieron los discípulos que se refería a Juan el Bautista.
Palabra del Señor
Compartimos:
Hay una región de España, Andalucía, donde tanto en los villancicos tradicionales navideños como en las representaciones populares de la Navidad aparecen muy a menudo los signos de la pasión: los clavos, la corona de espinas, etc. Es posible que la intuición popular se haya dado cuenta de que ese nacimiento de Jesús que celebramos con tanto gozo iba a terminar mal. Como terminan mal casi siempre todos los profetas.
Para ser realistas, tampoco el nacimiento de Jesús presagiaba nada bueno. Aquel “no encontraron posada” ya decía mucho sobre la pobreza de la familia y sobre su marginación. Porque al final se tuvieron que meter en una cueva donde guardaban los animales. Por muy bonito que nos quede el Belén, el lugar ciertamente era bastante asqueroso y maloliente.
El Evangelio de hoy habla del que tenía que venir antes que Jesús. Le llaman Elías. Y dice Jesús que sí que había llegado pero que no lo habían recibido. ¿Desde cuándo son bien recibidos los profetas? Y termina Jesús diciendo que también el Hijo del hombre (una forma de hablar de sí mismo) va a padecer a manos de ellos. Es decir, a las mismas manos que habían maltratado a los anteriores profetas.
Es cierto. Así va a ser la vida de Jesús. Tan maltratado va a ser que va a terminar en la cruz. Los profetas molestos, los que dicen la verdad, los que nos invitan a salir de los caminos trillados de siempre (los que nos llevan al camino de la venganza, de la guerra, del odio, de la destrucción, que tantas veces hemos recorrido las personas y los pueblos a lo largo de la historia), tienen poco y mal futuro.
Seguir a Jesús tiene consecuencias. Sobre todo, si nos comprometemos, como él, en la defensa de la justicia, de la verdad, de los oprimidos, sobre todo si nos hacemos hermanos de todos. Ahora es tiempo para prepararnos para celebrar la Navidad pero sin perder la perspectiva: el que nace no lo va a tener fácil en la vida. Y terminará mal. Porque el Reino no va a ser del gusto de todos.
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