Así, la piedad de María ha sido uno de los temas esenciales tratados en el seno de la Iglesia Católica y en los creyentes que, fruto de su fe por la Santísima Virgen, enriquecieron su figura con numerosas advocaciones, resaltando el carácter maternal y misericordioso de la misma, dando sentido así al título de “Piedad”. Esto permite comprender el interés que el arte cristiano ha tenido por la representación de la compasión de la Virgen, incidiendo en la naturaleza piadosa de María, desarrollando como consecuencia esta advocación devocional que hunde sus raíces en las órdenes religiosas y que en la Edad Media, concretamente hacia mediados del siglo XIV, eclosionó.
Aun así, debemos matizar que el tema de la piedad de María ya comenzó a ser tratado, a pesar de recibir un notable auge en la Edad Media como decíamos, en el mundo oriental, siendo testimonio de ello las múltiples homilías que profundizaban en la clemencia, piedad y misericordia de María, en los que se apelaba a su protección hacia el siglo VI d.C, caracterizado por un contexto socio-político complejo desde la óptica bélica que justifica la aclamación hacia la Virgen de la Piedad que tiene compasión por sus hijos.
Por su parte, la Iglesia de Occidente trató dicho tema con posterioridad, contribuyendo a su total difusión por la Europa del medievo a partir del siglo X, siendo muy influyente para la introducción de la advocación de “Piedad” la traducción y edición de algunos homiliarios bizantinos, en los cuales ya se hacía alusión de manera implícita al título de “Mater misericordiae”, aplicado a María como madre misericordiosa y llena de piedad.
A partir de entonces, a lo largo de la Edad Media, en el seno de la religiosidad popular, el tema de la piedad de María alcanzó un notable desarrollo, poniendo de relieve la veneración de los fieles hacia la Virgen compasiva de sus hijos, resaltando en este aspecto su papel como madre e intercesora. Debemos tener en consideración que en este mismo contexto comenzó a meditarse, en el seno de las diversas órdenes religiosas que proliferaron a lo largo de las centurias medievales, sobre la Pasión de Cristo, y de forma paralela, la compasión de María.
Sin embargo, aun teniendo estos antecedentes, debemos subrayar que la extensión de la devoción a la Virgen de la Piedad en Occidente como hacíamos alusión se vincula a los monasterios cluniacienses, quien impulsaron la devoción por esta advocación, provocando a su vez el desarrollo de toda una liturgia que tuviera como eje central la concepción de María como madre de piedad que comenzó a cobrar importancia a partir de los siglos X y XI, acentuándose la naturaleza misericordiosa de María respecto de los fieles.
Todo ello condicionó que a lo largo del siglo XII se constituyeran diversas cofradías marianas en torno a esta advocación, difundiéndose por toda Europa, incrementándose la devoción a Nuestra Señora de la Piedad a partir la segunda mitad del siglo XIII, fruto de las oleadas de peste que asolaron la sociedad europea.
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