jueves, 8 de agosto de 2024

jueves de la XVIII Semana del Tiempo Ordinario. Santo Domingo de Guzmán

 Primera Lectura

Lectura del profeta Jeremías (31,31-34):

Mirad que llegan días –oráculo del Señor– en que haré con la casa de Israel y la casa de Judá una alianza nueva. No como la alianza que hice con sus padres, cuando los tomé de la mano para sacarlos de Egipto: ellos quebrantaron mi alianza, aunque yo era su Señor –oráculo del Señor–. Sino que así será la alianza que haré con ellos, después de aquellos días –oráculo del Señor–: Meteré mi ley en su pecho, la escribiré en sus corazones; yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo. Y no tendrá que enseñar uno a su prójimo, el otro a su hermano, diciendo: «Reconoce al Señor.» Porque todos me conocerán, desde el pequeño al grande –oráculo del Señor–, cuando perdone sus crímenes y no recuerde sus pecados.

Palabra de Dios

Salmo 50 R/. Oh Dios, crea en mí un corazón puro

Santo Evangelio según san Mateo (16,13-23):

En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: «¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?»

Ellos contestaron: «Unos que Juan Bautista, otros que Elías, otros que Jeremias o uno de los profetas.»

Él les preguntó: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?»

Simón Pedro tomó la p

labra y dijo: «Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo.»

Jesús le respondió: «¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo. Ahora te digo yo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo.»

Y les mandó a los discípulos que no dijesen a nadie que él era el Mesías. Desde entonces empezó Jesús a explicar a sus discípulos que tenla que ir a Jerusalén y padecer allí mucho por parte de los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, y que tema que ser ejecutado y resucitar al tercer día.

Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo: «¡No lo permita Dios, Señor! Eso no puede pasarte.»

Jesús se volvió y dijo a Pedro: «Quítate de mi vista, Satanás, que me haces tropezar; tú piensas como los hombres, no como Dios.»

Palabra del Señor

Compartimos:

A muchos de nosotros nos interesa, nos produce curiosidad, o nos importa bastante la imagen que damos a otros. Es una señal de nuestra propia inseguridad. Necesitamos reconocimiento y aceptación. No es muy probable que Jesús necesitara ese reconocimiento, seguro como estaba en su Padre. ¿Por qué pregunta, entonces? Como buen maestro, quizá esté haciendo un examen, no para calificar a sus discípulos, sino más bien para ayudarlos a verbalizar lo que están aprendiendo de él. “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo”, es la respuesta de Pedro que lo resume certeramente. Es la afirmación de la identidad y misión de Jesús. Bastaría con eso, pero cuando Jesús explica lo que implica esa misión en términos concretos, Pedro ya no quiere aceptar la parte más difícil de la Pasión y la muerte. La pregunta, entonces, se vuelve a nosotros: “¿Quién dices que soy yo?”. Al confesar quién es Cristo, nos arriesgamos a aceptar también las partes más difíciles de esa misión salvadora, que implican dolor, sufrimiento, pero también la gloria de la Resurrección.

Parece que santo Domingo, cuya fiesta celebramos hoy, entendió bien la pregunta y dedicó su vida a extender la verdad de Cristo. Fundó la Orden de Predicadores en el siglo XIII, enseñó, predicó, combatió herejías en Europa. A su vez, también recibió, según la leyenda, una pregunta de María, también didáctica, para provocar la respuesta total de Domingo: “¿Sabes, querido Domingo, de qué arma se ha servido la Santísima Trinidad para reformar el mundo?”  “Oh Señora,”, responde Domingo, “tú lo sabes mejor, ya que fuiste el principal instrumento de nuestra salvación”. Y la Virgen le da el Rosario, la meditación sobre la totalidad de los misterios de Cristo, la luz para responder a la pregunta: ¿Quién es Jesús para ti?”. En la meditación de los misterios se va desvelando la respuesta… y las consecuencias prácticas para la vida. Se trata de aceptarlo todo: el gozo, la luz, el dolor, la gloria…Entonces podemos decir: Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo… no como Pedro, sino con todas las consecuencias.

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