martes, 30 de abril de 2024

Martes de la V Semana de Pascua

Primera Lectura

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (14,19-28):

En aquellos días, llegaron unos judíos de Antioquía y de Iconio y se ganaron a la gente; apedrearon a Pablo y lo arrastraron fuera de la ciudad, dejándolo ya por muerto. Entonces lo rodearon los discípulos; él se levantó y volvió a la ciudad.

Al día siguiente, salió con Bernabé para Derbe. Después de predicar el Evangelio en aquella ciudad y de ganar bastantes discípulos, volvieron a Listra, a Iconio y a Antioquia, animando a los discípulos y exhortándolos a perseverar en la fe, diciéndoles que hay que pasar muchas tribulaciones para entrar en el reino de Dios.

En cada Iglesia designaban presbíteros, oraban, ayunaban y los encomendaban al Señor, en quien habían creído. Atravesaron Pisidia y llegaron a Panfilia. Y después de predicar la Palabra en Perge, bajaron a Atalía y allí se embarcaron para Antioquia, de donde los habían encomendado a la gracia de Dios para la misión que acababan de cumplir. Al llegar, reunieron a la Iglesia, les contaron lo que Dios había hecho por medio de ellos y cómo había abierto a los gentiles la puerta de la fe. Se quedaron allí bastante tiempo con los discípulos.

Palabra de Dios

Salmo 144,R/. Que tus fieles, Señor, proclamen la gloria de tu reinado

 Santo Evangelio según san Juan (14,27-31a):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

«La paz os dejo, mi paz os doy; no os la doy yo como la da el mundo. Que no turbe vuestro corazón ni se acobarde. Me habéis oído decir: “Me voy y vuelvo a vuestro lado”. Si me amarais, os alegraríais de que vaya al Padre, porque el Padre es más que yo. Os lo he dicho ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda creáis.

Ya no hablaré mucho con vosotros, pues se acerca el príncipe del mundo; no es que él tenga poder sobre mi, pero es necesario que el mundo comprenda que yo amo al Padre, y que, como el Padre me ha ordenado, así actúo yo».

Palabra del Señor

Compartimos:

No hay que aprovecharse indebidamente del bien realizado, decíamos ayer, pero es que, además, tampoco compensa, como se echa de ver con claridad en la primera lectura de hoy, que sigue inmediatamente a la del día anterior: los éxitos humanos son inestables y mudables, y las tornas se cambian rápidamente, de modo que los que ayer querían adorar a Pablo y a Bernabé, hoy quieren matarlos, y poco les faltó para que lo consiguieran. Pero a los que hacen el bien en nombre de Cristo estos cambios de viento no los detienen ni les arredran: Pablo y Bernabé siguen anunciando el Evangelio, convirtiendo a las gentes, exhortándolas, organizando las nuevas comunidades, orando y ayunando. Y, al final, vuelven a Antioquia a rendir cuentas de lo realizado. La misión no es de Pablo o de Bernabé, sino de la Iglesia que los envía, y por eso toda ella está implicada, porque es, en realidad, una misión del mismo Dios.


Lo que hacen Pablo y Bernabé, los apóstoles, y lo que debe continuar haciendo la Iglesia es acoger, compartir y transmitir la paz que Cristo nos ha dejado. No es una paz como la que da el mundo: ya sea la mera ausencia de violencia, ya sea, lo que no es infrecuente, la paz de los cementerios. La de Cristo es una paz que el discípulo lleva dentro de sí, en medio de una actividad febril, o en una situación de turbulencia y persecución, cuando, como dice Jesús, el príncipe de este mundo acosa a los creyentes. Es una paz que vence en medio de la turbación, porque es la expresión y la consecuencia del amor de Cristo por el Padre, y que por voluntad del Padre él nos transmite a nosotros; es el amor que le hace actuar como el Padre le ha ordenado, y que nos ordena actuar a nosotros como testigos de Cristo y portadores de su paz.

lunes, 29 de abril de 2024

Santa Catalina de Siena, virgen y doctora de la Iglesia

Primera Lectura

Lectura de la primera carta del apóstol san Juan (1,5–2,2):

Os anunciamos el mensaje que hemos oído a Jesucristo: Dios es luz sin tiniebla alguna. Si decimos que estamos unidos a él, mientras vivimos en las tinieblas, mentimos con palabras y obras. Pero, si vivimos en la luz, lo mismo que él está en la luz, entonces estamos unidos unos con otros, y la sangre de su Hijo Jesús nos limpia los pecados. Sí decimos que no hemos pecado, nos engañamos y no somos sinceros. Pero, si confesamos nuestros pecados, él, que es fiel y justo, nos perdonará los pecados y nos limpiará de toda injusticia. Si decimos que no hemos pecado, lo hacemos mentiroso y no poseemos su palabra. Hijos míos, os escribo esto para que no pequéis. Pero, si alguno peca, tenemos a uno que abogue ante el Padre: a Jesucristo, el Justo. Él es víctima de propiciación por nuestros pecados, no sólo por los nuestros, sino también por los del mundo entero.

Palabra de Dios

Salmo 102 R/. Bendice, alma mía, al Señor

 Santo Evangelio según san Mateo (11,25-30):

En aquel tiempo, exclamó Jesús: «Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a la gente sencilla. Sí, Padre, así te ha parecido mejor. Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar. Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis vuestro descanso. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera.»

Palabra del Señor

Compartimos:

La fidelidad es parte del verdadero amor. Amar no es sólo sentir, sino, sobre todo, vivir, decidir, hacer. Por eso Jesús vincula con tanta fuerza el amor a él con el cumplimiento de los mandamientos, con hacer efectivamente su voluntad. Así pues, el verdadero amor, sin excluir el sentimiento, pero sin reducirlo a él, es cosa de la voluntad; pero también de la razón: al que ama a Jesucristo este se le manifiesta y revela. El que ama de verdad ve, repara y presta atención, decide y pone manos a la obra, y también, claro, siente, aunque el sentimiento no siempre acompañe, como en el caso del amor a los enemigos.


Ahora entendemos que el amor verdadero brota del mismo centro de la realidad personal, allí donde habita escondido el misterio de Dios, la imagen suya que somos. Y es que el amor, más que una exigencia moral es la vida misma de Dios actuando en nosotros, la acción del Espíritu Santo, que el Padre nos ha enviado en nombre de Cristo.


Los santos, como hoy santa Catalina de Siena, son un ejemplo preclaro de ese amor que consiste en hacer, pero no de modo meramente voluntarista, sino bajo la guía del Espíritu del amor. Santa Catalina realizó obras inimaginables para una persona de su juventud y su condición femenina, que tanto condicionaba en aquellos tiempos: fue capaz de ejercer eficazmente el ministerio profético ante el mismo Papa. 

domingo, 28 de abril de 2024

El beato dominico Giorgio Frassati será canonizado en 2025

Lo ha anunciado el Prefecto del Dicasterio para las Causas de los Santos en la XVIII Asamblea Nacional de la Acción Católica Italiana


  Pier Giorgio Frassati, el niño al que le encantaba llevar a sus amigos a la montaña para que miraran "hacia arriba", será declarado santo el año que viene. El joven beato dominico, amante de Dios y del hombre, será canonizado durante el Jubileo de 2025. El Prefecto del Dicasterio para las Causas de los Santos, el cardenal Marcello Semeraro, hizo el anuncio el viernes 26 de abril, durante la 18ª Asamblea Nacional de la Acción Católica Italiana, en Sacrofano. "Quisiera deciros que la canonización del beato Pier Giorgio Frassati está ya clara en el horizonte y se vislumbra en el horizonte del próximo año jubilar", dijo el cardenal, cuyo discurso fue interrumpido por un largo aplauso del millar de miembros de Acción Católica presentes.


  "En la homilía del rito de su beatificación -añadió el prefecto, citando a Frassati entre las figuras más luminosas de santos que crecieron en la AC-, el 20 de mayo de 1990, san Juan Pablo II lo llamó hombre de las Bienaventuranzas; dijo también que 'en la Acción Católica vivió con alegría y orgullo su vocación cristiana y se comprometió a amar a Jesús y a ver en él a los hermanos y hermanas que encontró en su camino'". Frassati, que nació en Turín en 1901 y murió con sólo 24 años, fue un "maravilloso modelo de vida cristiana", subrayó Semeraro, que vivió su juventud, citando a Juan Pablo II, "completamente inmerso en el misterio de Dios y dedicado al servicio constante del prójimo".


  El joven beato turinés, hijo de Alfredo Frassati, histórico director de La Stampa di Torino, se implicó desde muy joven en el laicado activo, y en particular en la Acción Católica y en Fuci, creciendo en la fe cristiana y en el deseo de servicio a los más pobres. Se le considera uno de los "santos sociales" de Turín, como Don Giovanni Bosco y Don Giuseppe Cottolengo, aun sin ser formalmente santo todavía, por su vida dedicada a los más frágiles y marginados. En la santidad de Piergiorgio -continúa Semeraro- hay un valor de continuidad con la tradición de su tierra: de hecho, se injertó en la obra de defensa de la fe, a través de la caridad prodigada en el campo de la marginación". A los 19 años, Frassati se había unido a las Conferencias de San Vicente de Paúl para ayudar a los necesitados, y a los 21 se hizo terciario dominico.


frassati giorgio

  Giuseppe Notarstefano, Presidente de la Ac, ha declarado: "Estamos encantados con esta noticia, que llega como un precioso regalo para la Asociación en el momento en que celebramos nuestra Asamblea Nacional: la Acción Católica Italiana ha sido históricamente, y lo sigue siendo hoy, una intuición y una pasión de jóvenes como Piergiorgio Frassati. Es una experiencia de Iglesia donde la fe se amasa con la vida día a día, un lugar donde se puede vivir plenamente la amistad con el Señor, un lugar que no pocas veces se convierte en ejemplo luminoso para todos, como lo fue para Alberto Marvelli, Gino Pistoni, Armida Barelli y precisamente Piergiorgio Frassati'. Personas como él, añadió, "supieron hacer de su vida un don, un signo para su tiempo y para todos los tiempos".


  El Beato era un joven entre los jóvenes, amigo de todos, amante del deporte, de la poesía y del alpinismo. "Pero hay también un elemento de novedad", concluye el prefecto, "y es el hecho de que trató de confrontar el valor de la fe con toda la gama de la experiencia humana, trabajando caritativamente en todos los ámbitos: en los ambientes universitarios, en el trabajo, en la prensa (Pier Giorgio recogía suscripciones no para el periódico de su padre, sino para el católico), en el compromiso político y partidario, y allí donde era necesario defender las libertades sociales, tratando siempre de concebir y fomentar el asociacionismo, como amistad cristiana destinada al nacimiento de un catolicismo social".


  El pasado jueves 25 de abril, en la audiencia en la Plaza de San Pedro con la AC, el Papa Francisco subrayó, añadió Semeraro, que "la vida asociativa encuentra su denominador común precisamente en el abrazo de la caridad". ¿Y no fue así la vida terrena de Piergiorgio?

REGINA COELI

 VISITA DEL SANTO PADRE FRANCISCO

A VENECIA

Plaza de San Marcos (Venecia)


¡Queridos hermanos y hermanas!

Antes de concluir nuestra celebración, quisiera saludar a todos ustedes que han participado. Doy las gracias de todo corazón al Patriarca, Francesco Moraglia, y con él a los colaboradores y voluntarios. Estoy agradecido a las autoridades civiles y a la policía que han facilitado esta visita. ¡Gracias a todos!


También desde aquí, como cada domingo, queremos invocar la intercesión de la Virgen María por las numerosas situaciones de sufrimiento en el mundo.


Pienso en Haití, donde está vigente el estado de emergencia y la población está desesperada por el colapso del sistema sanitario, la falta de alimentos y la violencia que empuja a la gente a huir. Confiamos al Señor el trabajo y las decisiones del nuevo Consejo presidencial de transición, que tomó posesión el pasado jueves en Puerto Príncipe, para que, con el renovado apoyo de la comunidad internacional, pueda conducir al país a alcanzar la paz y la estabilidad que tanto necesita.


Pienso en la atormentada Ucrania, en Palestina e Israel, en los Rohingya y en tantas poblaciones que sufren la guerra y la violencia. Que el Dios de la paz ilumine los corazones, para que en todos crezca la voluntad de diálogo y de reconciliación.


Queridos hermanos y hermanas, ¡gracias nuevamente por vuestra acogida! Gracias al Patriarca. Los llevo conmigo en la oración; y ustedes también, por favor, no se olviden de rezar por mí, ¡porque este trabajo no es fácil!

sábado, 27 de abril de 2024

V Domingo de Pascua

Primera Lectura

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (9,26-31):

En aquellos días, llegado Pablo a Jerusalén, trataba de juntarse con los discípulos, pero todos le tenían miedo, porque no se fiaban de que fuera realmente discípulo. Entonces Bernabé se lo presentó a los apóstoles. Saulo les contó cómo había visto al Señor en el camino, lo que le había dicho y cómo en Damasco había predicado públicamente el nombre de Jesús. Saulo se quedó con ellos y se movía libremente en Jerusalén, predicando públicamente el nombre del Señor. Hablaba y discutía también con los judíos de lengua griega, que se propusieron suprimirlo. Al enterarse los hermanos, lo bajaron a Cesarea y lo enviaron a Tarso. La Iglesia gozaba de paz en toda Judea, Galilea y Samaria. Se iba construyendo y progresaba en la fidelidad al Señor, y se multiplicaba, animada por el Espíritu Santo.

Palabra de Dios

Salmo 21,R/. El Señor es mi alabanza en la gran asamblea

Segunda Lectura

Lectura de la primera carta del apóstol san Juan (3,18-24):

Hijos míos, no amemos de palabra y de boca, sino de verdad y con obras. En esto conoceremos que somos de la verdad y tranquilizaremos nuestra conciencia ante él, en caso de que nos condene nuestra conciencia, pues Dios es mayor que nuestra conciencia y conoce todo. Queridos, si la conciencia no nos condena, tenemos plena confianza ante Dios. Y cuanto pidamos lo recibimos de él, porque guardamos sus mandamientos y hacemos lo que le agrada. Y éste es su mandamiento: que creamos en el nombre de su Hijo, Jesucristo, y que nos amemos unos a otros, tal como nos lo mandó. Quien guarda sus mandamientos permanece en Dios, y Dios en él; en esto conocemos que permanece en nosotros: por el Espíritu que nos dio.

Palabra de Dios

Santo Evangelio según san Juan (15,1-8):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Yo soy la verdadera vid, y mi Padre es el labrador. A todo sarmiento mío que no da fruto lo arranca, y a todo el que da fruto lo poda, para que dé más fruto. Vosotros ya estáis limpios por las palabras que os he hablado; permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante; porque sin mí no podéis hacer nada. Al que no permanece en mí lo tiran fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen y los echan al fuego, y arden. Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que deseáis, y se realizará. Con esto recibe gloria mi Padre, con que deis fruto abundante; así seréis discípulos míos.»

Palabra del Señor

Compartimos:

Después de haber reflexionado sobre el Evangelio del Buen Pastor, pasamos a contemplar a Jesús como la Vid verdadera. Un sólo rebaño, una sóla vid. Buenos ejemplos, para pensar en lo que debería significar Cristo para cada uno de nosotros.


Seguimos caminando con la Iglesia primitiva. Asistimos a su desarrollo y crecimiento, con gran aceptación, animada por el Espíritu Santo. Volvemos a toparnos con una figura conocida: Saulo, el perseguidor, se ha convertido en Pablo, heraldo de Cristo. De él desconfían los cristianos de Damasco. Con razón. Había ido a su ciudad para disolverlos, arrestarlos y llevarlos a Jerusalén. Normal que les inspirara “prevención”. Menos mal que Bernabé es un poco más abierto y acepta la voluntad de Dios.


La mirada de Dios no es como la de los hombres. A nosotros nos parece difícil, sino imposible, que la gente cambie. Pero lo que a nosotros nos parece imposible, no lo es para Dios. Por eso el hombre más malvado puede acabar siendo un santo. Y viceversa. Lo peor, quizá, para poder cambiar, es escapar de la sospecha de los llamados “buenos”, la desconfianza sobre la rectitud de la conducta y las intenciones del que cambia. Ojalá no pongamos zancadillas a los que quieren caminar hacia Él, porque quieren dejar de ser pecadores.


De palabra y de obra. No solo de pensamiento. El apóstol Juan quiere que amemos con lo que decimos y con lo que hacemos. No sólo de palabras, como denunció en su tiempo el profeta Isaías: “este pueblo me alaba con la boca y me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí.” (Is 29, 13)


Quizá, si revisamos nuestra vida, veamos que no siempre hemos sido fieles a la palabra dada. Que, muchas veces, se nos va la fuerza por la boca, caemos en los mismos errores, perseveramos en nuestros defectos y nos condicionan los malos hábitos adquiridos. Y, por eso, nos decimos a nosotros mismos que nada puede cambiar, nos condenamos antes del juicio. Porque pensamos que también Dios nos critica y nos condena. Y no es así.


Lo que nos recuerda hoy san Juan es que, si somos capaces de amar a pesar de todo, estamos cumpliendo los mandamientos, y podemos sentirnos y estar orgullosos de ser hijos de Dios, como nos recordaba la semana pasada el Evangelio. Y que Dios es capaz de ver el amor que tenemos, que ponemos en cada acto y en cada una de nuestras relaciones. Él quiere nuestra salvación, no busca nuestra condena.


En el Evangelio vemos al Buen Pastor desde otro punto de vista, como Vid verdadera. De la vid se esperan frutos dulces, abundantes. De los sarmientos que son los Discípulos se esperan frutos de amor y de justicia. Para que haya buenos frutos, es preciso dedicar tiempo al cultivo y cuidado de la vid. El mismo Jesús actúa de viñador, poda y corta todo aquello que no nos deja crecer. Es duro sufrir la poda, pero si se corta todo aquello que no nos deja crecer, como el orgullo, la pereza, la ira, en definitiva, nuestros pequeños y grandes pecados, entonces, la purificación merece la pena.


Es así, insertados en la vid, limpios de ramas secas e improductivas, como podemos dar mucho fruto, como podemos ser portadores del amor de Dios e incluso llegar a dar la vida por Él. Siguiendo su ejemplo, unidos a Él como el sarmiento a la vid.


No todo es fácil en este camino. Miramos a la cruz, y comprendemos qué difícil es llegar hasta el final. Pero, unidos a la vid, podemos con todo. Ya es difícil vivir, pero más complicado aún es vivir en cristiano. Pero esos momentos de dificultad pueden ser nuestra poda, momentos de purificación. Así crece la posibilidad de dar fruto.


Tenemos que entender que de nuestro poco o mucho fruto depende el avance del Reino. Cristo entregó su vida por todos. Nuestra unión con la vid nos convierte en portavoces y continuadores de la obra del Maestro. Porque todos somos hermanos en Cristo, hijos de un mismo Dios. Por eso es importante cuidar nuestro crecimiento, para que la vid no deje de crecer.


De este modo, a lo largo de estas semanas de Pascua hemos reflexionado sobre la comunidad primitiva, la Iglesia Naciente, que ayuda a encontrar al Resucitado, lo reconoce en la Eucaristía y lo siente cercano en los pastores de esa Iglesia. Ahora, la savia de la que nos nutre la vid nos impulsa a seguir creciendo para ser testigos y hablar a todo el mundo del mucho amor que Dios nos tiene. Los Apóstoles ya lo hicieron. Es tu turno.

Sábado de la IV Semana de Pascua

Primera Lectura

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (13,44-52):

EL sábado siguiente, casi toda la ciudad acudió a oír la palabra del Señor. Al ver el gentío, los judíos se llenaron de envidia y respondían con blasfemias a las palabras de Pablo. Entonces Pablo y Bernabé dijeron con toda valentía:

«Teníamos que anunciaros primero a vosotros la palabra de Dios; pero como la rechazáis y no os consideráis dignos de la vida eterna, sabed que nos dedicamos a los gentiles. Así nos lo ha mandado el Señor: “Yo te he puesto como luz de los gentiles, para que lleves la salvación hasta el confín de la tierra”».

Cuando los gentiles oyeron esto, se alegraron y alababan la palabra del Señor; y creyeron los que estaban destinados a la vida eterna.

La palabra del Señor se iba difundiendo por toda la región. Pero los judíos incitaron a las señoras distinguidas, adoradoras de Dios, y a los principales de la ciudad, provocaron una persecución contra Pablo y Bernabé y los expulsaron de su territorio.

Estos sacudieron el polvo de los pies contra ellos y se fueron a Iconio. Los discípulos, por su parte, quedaban llenos de alegría y de Espíritu Santo.

Palabra de Dios

Salmo 97,R/. Los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios

Santo Evangelio según san Juan (14,7-14):

«Si me conocierais a mí, conoceríais también a mi Padre. Ahora ya lo conocéis y lo habéis visto».

Felipe le dice:

«Señor, muéstranos al Padre y nos basta».

Jesús le replica:

«Hace tanto que estoy con vosotros, ¿y no me conoces, Felipe? Quien me ha visto a mí ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú: “Muéstranos al Padre”? ¿No crees que yo estoy en el Padre, y el Padre en mí? Lo que yo os digo no lo hablo por cuenta propia. El Padre, que permanece en mí, él mismo hace las obras. Creedme: yo estoy en el Padre y el Padre en mí. Si no, creed a las obras.

En verdad, en verdad os digo: el que cree en mí, también él hará las obras que yo hago, y aun mayores, porque yo me voy al Padre. Y lo que pidáis en mi nombre, yo lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si me pedís algo en mi nombre, yo lo haré».

Palabra del Señor

Compartimos:

La obra que hemos de hacer, iluminados por la oración en su nombre, es la de la extensión a todo el mundo del Evangelio de Cristo. Recordábamos ayer que, según el mandato de Jesús, la proclamación de la Buena Nueva debe empezar por los más cercanos. Pero no debe detenerse en ellos, sino continuar hasta alcanzar a todos. Vemos hoy como, ante el rechazo por parte de los judíos (un primer fracaso de la misión), Pablo no se amilana, sino que sigue adelante y se vuelve a los gentiles. Si estamos en Cristo, si en él vemos al Padre que nos habilita para hacer sus obras, no podemos desalentarnos ante el rechazo del Evangelio, como podemos experimentar hoy en grandes ámbitos de nuestra cultura occidental. Son los nuevos judíos renegando de sus propias raíces. La situación, como vemos no es nueva. Pero, si hay quienes rechazan, también habrá quienes se llenan de alegría y de Espíritu Santo al acoger la Palabra, que sin descanso debemos seguir anunciando.

viernes, 26 de abril de 2024

 1ª Lectura (Hch 13,26-33): 

En aquellos días, cuando llegó Pablo a Antioquía de Pisidia, decía en la sinagoga: «Hermanos, hijos del linaje de Abrahán y todos vosotros los que teméis a Dios: a nosotros se nos ha enviado esta palabra de salvación. En efecto, los habitantes de Jerusalén y sus autoridades no reconocieron a Jesús ni entendieron las palabras de los profetas que se leen los sábados, pero las cumplieron al condenarlo. Y, aunque no encontraron nada que mereciera la muerte, le pidieron a Pilato que lo mandara ejecutar. Y, cuando cumplieron todo lo que estaba escrito de él, lo bajaron del madero y lo enterraron.

»Pero Dios lo resucitó de entre los muertos. Durante muchos días, se apareció a los que habían subido con él de Galilea a Jerusalén, y ellos son ahora sus testigos ante el pueblo. También nosotros os anunciamos la Buena Noticia de que la promesa que Dios hizo a nuestros padres, nos la ha cumplido a nosotros, sus hijos, resucitando a Jesús. Así está escrito en el salmo segundo: ‘Tú eres mi Hijo: yo te he engendrado hoy’».

Palabra de Dios

Salmo responsorial: 2 R/. Tú eres mi Hijo: yo te he engendrado hoy.

Versículo antes del Evangelio (Jn 14,6): Aleluya. Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida, dice el Señor; nadie viene al padre sino por mí. Aleluya.

Santo Evangelio (Jn 14,1-6): 

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «No se turbe vuestro corazón. Creéis en Dios: creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas mansiones; si no, os lo habría dicho; porque voy a prepararos un lugar. Y cuando haya ido y os haya preparado un lugar, volveré y os tomaré conmigo, para que donde esté yo estéis también vosotros. Y adonde yo voy sabéis el camino». Le dice Tomás: «Señor, no sabemos a dónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?». Le dice Jesús: «Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por mí».

Palabra de Dios

Compartimos:

 En este Viernes IV de Pascua, Jesús nos invita a la calma. La serenidad y la alegría fluyen como un río de paz de su Corazón resucitado hasta el nuestro, agitado e inquieto, zarandeado tantas veces por un activismo tan enfebrecido como estéril.


Son los nuestros los tiempos de la agitación, el nerviosismo y el estrés. Tiempos en que el Padre de la mentira ha inficionado las inteligencias de los hombres haciéndoles llamar al bien mal y al mal bien, dando luz por oscuridad y oscuridad por luz, sembrando en sus almas la duda y el escepticismo que agostan en ellas todo brote de esperanza en un horizonte de plenitud que el mundo con sus halagos no sabe ni puede dar.


Los frutos de tan diabólica empresa o actividad son evidentes: enseñoreado el “sinsentido” y la pérdida de la trascendencia de tantos hombres y mujeres, no sólo han olvidado, sino que han extraviado el camino, porque antes olvidaron el Camino. Guerras, violencias de todo género, cerrazón y egoísmo ante la vida (anticoncepción, aborto, eutanasia...), familias rotas, juventud “desnortada”, y un largo etcétera, constituyen la gran mentira sobre la que se asienta buena parte del triste andamiaje de la sociedad del tan cacareado “progreso”.


En medio de todo, Jesús, el Príncipe de la Paz, repite a los hombres de buena voluntad con su infinita mansedumbre: «No se turbe vuestro corazón. Creéis en Dios: creed también en mí» (Jn 14,1). A la derecha del Padre, Él acaricia como un sueño ilusionado de su misericordia el momento de tenernos junto a Él, «para que donde esté yo estéis también vosotros» (Jn 14,3). No podemos excusarnos como Tomás. Nosotros sí sabemos el camino. Nosotros, por pura gracia, sí conocemos el sendero que conduce al Padre, en cuya casa hay muchas estancias. En el cielo nos espera un lugar, que quedará para siempre vacío si nosotros no lo ocupamos. Acerquémonos, pues, sin temor, con ilimitada confianza a Aquél que es el único Camino, la irrenunciable Verdad y la Vida en plenitud.


miércoles, 24 de abril de 2024

AUDIENCIA GENERAL DEL PAPA FRANCISCO

Plaza de San Pedro

Catequesis. Vicios y virtudes. 16. La vida de gracia según el Espíritu

Queridos hermanos y hermanas:

En las catequesis pasadas reflexionamos sobre las cuatro virtudes cardinales: prudencia, justicia, fortaleza y templanza. Hoy nos acercamos a las tres virtudes teologales, que son la fe, la esperanza y la caridad. Se denominan teologales porque son infundidas por Dios y se viven en la relación con Él. Estas virtudes nos dan una especial asistencia del Espíritu Santo para poder seguir las huellas de Jesús en nuestra vida cotidiana.

El Espíritu Santo nos ayuda a distinguir claramente el bien del mal y a tener la fuerza para optar por el bien. En el deseo de hacer lo correcto, sin embargo, podemos caer en la autosuficiencia o en el voluntarismo. Pero si nos abrimos con humildad al Espíritu Santo, Él reaviva en nosotros las virtudes teologales. Así, cuando perdemos la confianza, Dios aumenta nuestra fe; cuando nos desalentamos, despierta en nosotros la esperanza; y cuando nuestro corazón se enfría, Él lo enciende en el fuego de su amor.    

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española. Pidamos al Espíritu Santo que nos conceda la gracia de creer, esperar y amar a imitación del Corazón de Cristo, siendo sus testigos en toda circunstancia. Que Jesús los bendiga y la Virgen Santa los cuide. Muchas gracias.

Lecturas San Marcos, evangelista

Primera Lectura

Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro (5,5b-14):

Tened sentimientos de humildad unos con otros, porque Dios resiste a los soberbios, pero da su gracia a los humildes. Inclinaos, pues, bajo la mano poderosa de Dios, para que, a su tiempo, os ensalce. Descargad en él todo vuestro agobio, que él se interesa por vosotros. Sed sobrios, estad alerta, que vuestro enemigo, el diablo, como león rugiente, ronda buscando a quién devorar. Resistidle firmes en la fe, sabiendo que vuestros hermanos en el mundo entero pasan por los mismos sufrimientos. Tras un breve padecer, el mismo Dios de toda gracia, que os ha llamado en Cristo a su eterna gloria, os restablecerá, os afianzará, os robustecerá. Suyo es el poder por los siglos. Amén. Os he escrito esta breve carta por mano de Silvano, al que tengo por hermano fiel, para exhortaros y atestiguaros que ésta es la verdadera gracia de Dios. Manteneos en ella. Os saluda la comunidad de Babilonia, y también Marcos, mi hijo. Saludaos entre vosotros con el beso del amor fraterno. Paz a todos vosotros, los cristianos.

Palabra de Dios

Salmo 88,R/. Cantaré eternamente tus misericordias, Señor

 Santo Evangelio según san Marcos (16,15-20):

En aquel tiempo, se apareció Jesús a los Once y les dijo: «ld al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación. El que crea y se bautice se salvará; el que se resista a creer será condenado. A los que crean, les acompañarán estos signos: echarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos y, si beben un veneno mortal, no les hará daño. Impondrán las manos a los enfermos, y quedarán sanos.»

Después de hablarles, el Señor Jesús subió al cielo y se sentó a la derecha de Dios. Ellos se fueron a pregonar el Evangelio por todas partes, y el Señor cooperaba confirmando la palabra con las señales que los acompañaban.

Palabra del Señor

Compartimos:

Las lecturas que vamos haciendo en este tiempo pascual se interrumpen hoy por la fiesta de san Marcos, evangelista. Sin embargo, el final del Evangelio de Marcos nos sitúa en el corazón mismo de la Pascua: la aparición de Jesús resucitado a los discípulos y el envío a todo el mundo. La experiencia pascual es el punto de partida de un dinamismo universal en el espacio y en el tiempo. Los creyentes en Cristo Jesús tienen la misión, el deber y la responsabilidad de transmitir lo que han visto y oído, de no guardarse para sí la Buena Noticia de la salvación, sino que deben proclamarla, dice Jesús, no solo a toda la humanidad, sino “a toda la creación”. Se trata de una misión de enorme responsabilidad, pues lo que se juega en ella es la salvación o la condenación. No solemos hablar mucho de esta última posibilidad (a diferencia de lo que se hacía antes, todavía lo recuerdo de mi infancia, en que se hablaba tal vez demasiado), pero no tenemos el derecho de mutilar a voluntad las palabras de Jesús, y, en definitiva, con esa palabra (condenación) estamos diciendo que el asunto que nos confía Jesús es de enorme seriedad e importancia. También es de gran dificultad, erizada de amenazas y peligros (demonios, serpientes y venenos), pero ante la que no hay que tener miedo: Jesús nos ha dado el poder de vencer a demonios, serpientes y venenos, y aunque podamos, pese a todo, sucumbir en el empeño, lo hacemos fiados del que muriendo ha vencido a la muerte, y nos hace vencedores a nosotros, incluso en la misma muerte. Ante las fuerzas del mal que nos amenazan, Jesús nos manda actuar sólo con la fuerza del bien y hablando el lenguaje nuevo del amor.


Aquella generación de apóstoles y evangelistas, entre los que se cuenta Marcos, cumplieron su misión, y muchos de ellos, como Pedro, según una venerable tradición el maestro y padre espiritual de Marcos, sellaron con su sangre la fidelidad al mandato de Jesús, y gracias a ellos nosotros hemos recibido la Buena Nueva del Evangelio y hemos creído en Cristo.


Por eso, nosotros, depositarios de ese mensaje, somos también ahora responsables de seguir adelante con aquella misión, sin miedo a las dificultades, con disposición al martirio y con el poder del amor que Jesús nos sigue transmitiendo por su Espíritu Santo. La Iglesia es apostólica por definición y por gracia de Dios, y debe ser evangélica en su modo de vida y en el de sus miembros. San Marcos evangelista ruega por nosotros para que sea así.

Miércoles de la IV Semana de Pascua

Primera Lectura

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (12,24–13,5):

En aquellos días, la palabra de Dios iba creciendo y se multiplicaba. Cuando cumplieron su servicio, Bernabé y Saulo se volvieron de Jerusalén, llevándose con ellos a Juan, por sobrenombre Marcos.

En la Iglesia que estaba en Antioquía había profetas y maestros: Bernabé, Simeón, llamado Níger; Lucio, el de Cirene; Manahén, hermano de leche del tetrarca Herodes, y Saulo.

Un día que estaban celebrando el culto al Señor y ayunaban, dijo el Espíritu Santo:

«Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a que los he llamado».

Entonces, después de ayunar y orar, les impusieron las manos y los enviaron. Con esta misión del Espíritu Santo, bajaron a Seleucia y de allí zarparon para Chipre.

Llegados a Salamina, anunciaron la palabra de Dios en las sinagogas de los judíos.

Palabra de Dios

Salmo 66,R/. Oh Dios, que te alaben los pueblos,que todos los pueblos te alaben

 Santo Evangelio según san Juan (12,44-50):

En aquel tiempo, Jesús gritó diciendo: «El que cree en mí, no cree en mí, sino en el que me ha enviado. Y el que me ve a mí, ve al que me ha enviado. Yo he venido al mundo como luz, y así, el que cree en mí no quedará en tinieblas.

Al que oiga mis palabras y no las cumpla, yo no lo juzgo, porque no he venido para juzgar al mundo, sino para salvar al mundo. El que me rechaza y no acepta mis palabras tiene quien lo juzgue: la palabra que yo he pronunciado, esa lo juzgará en el último día. Porque yo no he hablado por cuenta mía; el Padre que me envió es quien me ha ordenado lo que he de decir y cómo he de hablar. Y sé que su mandato es vida eterna. Por tanto, lo que yo hablo, lo hablo como me ha encargado el Padre».

Palabra del Señor

Compartimos:

Las palabras de Jesús que hemos escuchado en el Evangelio de hoy son las últimas de su actividad pública, y concluyen el “libro de los signos”, que dan paso a la Pasión, precedida por el largo relato de la última cena. Esas palabras de hoy suenan como una seria advertencia: no son palabras cualesquiera, sino que en ellas el mismo Dios Padre se dirige a nosotros. Lo hace para darnos luz, para salvarnos de las tinieblas, esto es, para darnos vida. Pero si no se acogen, los mismos que las rechazan se hacen culpables y se condenan a sí mismos. Jesús vuelve a repetir, como le dijo a Nicodemo: que no ha venido a condenar al mundo, sino para salvarlo. Pero la salvación no se puede imponer, requiere de la cooperación humana, a la que Dios llama por medio de Cristo. Dios, por medio de su Palabra, apela a nuestra libertad, al tiempo que ilumina nuestro espíritu para que podamos entenderla y acogerla. Pero esto último depende de nosotros. Es decir, la acción salvífica de Dios no elimina la responsabilidad humana, sino que la supone (al tiempo que la sana, iluminándola).


Esta combinación de gracia y libertad responsable preside también la misión de la Iglesia. La comunidad de Antioquía es un hervidero de carismas y actividades. Se ve que la Palabra actúa a pleno rendimiento. Esto genera un diálogo vivo con esa Palabra que debe ser discernida por medio de la oración y el ayuno. La consecuencia es la apertura universal de la misión. La comunidad prescinde de sus mejores elementos para que el Evangelio trascienda todas la fronteras. Una comunidad cristiana viva no puede no ser una comunidad generosa y misionera.

martes, 23 de abril de 2024

Martes de la IV Semana de Pascua

Primera Lectura

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (11,19-26):

En aquellos días, los que se habían dispersado en la persecución provocada por lo de Esteban llegaron hasta Fenicia, Chipre y Antioquía, sin predicar la palabra más que a los judíos. Pero algunos, naturales de Chipre y de Cirene, al llegar a Antioquía, se pusieron a hablar también a los griegos, anunciándoles la Buena Nueva del Señor Jesús. Como la mano del Señor estaba con ellos, gran número creyó y se convirtió al Señor.

Llegó la noticia a oídos de la Iglesia de Jerusalén, y enviaron a Bernabé a Antioquía; al llegar y ver la acción de la gracia de Dios, se alegró y exhortaba a todos a seguir unidos al Señor con todo empeño, porque era un hombre bueno, lleno de Espíritu Santo y de fe. Y una multitud considerable se adhirió al Señor.

Bernabé salió para Tarso en busca de Saulo; cuando lo encontró, se lo llevó a Antioquía. Durante todo un año estuvieron juntos en aquella Iglesia e instruyeron a muchos. Fue en Antioquía donde por primera vez los discípulos fueron llamados cristianos.

Palabra de Dios


Salmo 86,R/. Alabad al Señor, todas las naciones


Santo Evangelio según san Juan (10,22-30):

SE celebraba en Jerusalén la fiesta de la Dedicación del templo. Era invierno, y Jesús se paseaba en el templo por el pórtico de Salomón.

Los judíos, rodeándolo, le preguntaban:

«¿Hasta cuándo nos vas a tener en suspenso? Si tú eres el Mesías, dínoslo francamente».

Jesús les respondió:

«Os lo he dicho, y no creéis; las obras que yo hago en nombre de mi Padre, esas dan testimonio de mí. Pero vosotros no creéis, porque no sois de mis ovejas. Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna; no perecerán para siempre, y nadie las arrebatará de mi mano. Lo que mi Padre me ha dado es más que todas las cosas, y nadie puede arrebatar nada de la mano de mi Padre. Yo y el Padre somos uno».

Palabra del Señor

Compartimos:

Es bueno volver a los orígenes. No, ciertamente, por el gusto regresivo de canonizar el pasado, sino para descubrir vitalmente sentidos originarios, que con el paso del tiempo han podido ir perdiendo su significado primero. ¿A qué suena hoy el adjetivo “cristiano”? A una pertenencia religiosa, eclesial y, en un sentido más amplio, cultural, distinta y con frecuencia enfrentada a otras pertenencias e identidades. Pero cuando surgió el término, concretamente, en Antioquía, carecía de todas esas connotaciones. Y no fueron los mismos discípulos los que se dieron ese nombre, sino que “fueron llamados cristianos”. No podía ser por otro motivo que el que, en su vida y con sus obras, hacían visible a Cristo. Eran un testimonio vivo de alguien que no era una mera referencia histórica, sino una presencia viva y activa.


De este modo, reproducían en sí mismos lo mismo que Cristo había realizado en los días de su vida mortal: no se mostraba como Mesías a base de argumentos teológicos o reivindicaciones genealógicas, sino que lo decía con obras, que lo mostraban como verdadero Hijo de Dios.


En este tiempo pascual, cuando nos hemos renovado haciendo memoria viva de los acontecimientos centrales de nuestra fe, los que nos consideramos cristianos estamos llamados a serlo reflejando en nuestra vida la presencia del que vive para siempre, por medio de las obras que nos atestiguan como verdaderos hijos de Dios, como verdaderas ovejas del rebaño del Buen Pastor que dio su vida para darles, a ellas, y por ellas, a todos, la vida eterna.

lunes, 22 de abril de 2024

Lunes 4 (B y C) de Pascua

1ª Lectura (Hch 11,1-18): 

En aquellos días, los apóstoles y los hermanos de Judea se enteraron de que también los gentiles habían recibido la palabra de Dios. Cuando Pedro subió a Jerusalén, los de la circuncisión le dijeron en son de reproche: «Has entrado en casa de incircuncisos y has comido con ellos». Pedro entonces comenzó a exponerles los hechos por su orden, diciendo: «Estaba yo orando en la ciudad de Jafa, cuando tuve en éxtasis una visión: una especie de recipiente que bajaba, semejante a un gran lienzo que era descolgado del cielo sostenido por los cuatro extremos, hasta donde yo estaba. Miré dentro y vi cuadrúpedos de la tierra, fieras, reptiles y pájaros del cielo. Luego oí una voz que me decía: ‘Levántate, Pedro, mata y come’. Yo respondí: ‘De ningún modo, Señor, pues nunca entró en mi boca cosa profana o impura’. Pero la voz del cielo habló de nuevo: ‘Lo que Dios ha purificado, tú no lo consideres profano’. Esto sucedió hasta tres veces, y de un tirón lo subieron todo de nuevo al cielo.

»En aquel preciso momento llegaron a la casa donde estábamos tres hombres enviados desde Cesarea en busca mía. Entonces el Espíritu me dijo que me fuera con ellos sin dudar. Me acompañaron estos seis hermanos, y entramos en casa de aquel hombre. Él nos contó que había visto en su casa al ángel que, en pie, le decía: ‘Manda recado a Jafa y haz venir a Simón, llamado Pedro; él te dirá palabras que traerán la salvación a ti y a tu casa’. En cuanto empecé a hablar, bajó sobre ellos el Espíritu Santo, igual que había bajado sobre nosotros al principio; entonces me acordé de lo que el Señor había dicho: ‘Juan bautizó con agua, pero vosotros seréis bautizados con Espíritu Santo’. Pues, si Dios les ha dado a ellos el mismo don que a nosotros, por haber creído en el Señor Jesucristo, ¿quién era yo para oponerme a Dios?». Oyendo esto, se calmaron y alabaron a Dios diciendo: «Así pues, también a los gentiles les ha otorgado Dios la conversión que lleva a la vida».

Palabra de Dios

Salmo responsorial: 41 R/. Mi alma tiene sed de ti, Dios vivo.

Santo Evangelio (Jn 10,1-10): 

En aquel tiempo, Jesús habló así: «En verdad, en verdad os digo: el que no entra por la puerta en el redil de las ovejas, sino que escala por otro lado, ése es un ladrón y un salteador; pero el que entra por la puerta es pastor de las ovejas. A éste le abre el portero, y las ovejas escuchan su voz; y a sus ovejas las llama una por una y las saca fuera. Cuando ha sacado todas las suyas, va delante de ellas, y las ovejas le siguen, porque conocen su voz. Pero no seguirán a un extraño, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños». Jesús les dijo esta parábola, pero ellos no comprendieron lo que les hablaba.


Entonces Jesús les dijo de nuevo: «En verdad, en verdad os digo: yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que han venido delante de mí son ladrones y salteadores; pero las ovejas no les escucharon. Yo soy la puerta; si uno entra por mí, estará a salvo; entrará y saldrá y encontrará pasto. El ladrón no viene más que a robar, matar y destruir. Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia».

Palabra de Dios

«El que entra por la puerta es pastor de las ovejas (...) las ovejas escuchan su voz (...) y las ovejas le siguen, porque conocen su voz»

Compartimos:

Hoy continuamos considerando una de las imágenes más bellas y más conocidas de la predicación de Jesús: el buen Pastor, sus ovejas y el redil. Todos tenemos en el recuerdo las figuras del buen Pastor que desde pequeños hemos contemplado. Una imagen que era muy querida por los primeros fieles y que forma parte ya del arte sacro cristiano del tiempo de las catacumbas. ¡Cuántas cosas nos evoca aquel pastor joven con la oveja herida sobre sus espaldas! Muchas veces nos hemos visto nosotros mismos representados en aquel pobre animal.


No hace mucho hemos celebrado la fiesta de la Pascua y, una vez más, hemos recordado que Jesús no hablaba en un lenguaje figurado cuando nos decía que el buen pastor da su vida por sus ovejas. Realmente lo hizo: su vida fue la prenda de nuestro rescate, con su vida compró la nuestra; gracias a esta entrega, nosotros hemos sido rescatados: «Yo soy la puerta; si uno entra por mí, estará a salvo» (Jn 10,9). Encontramos aquí la manifestación del gran misterio del amor inefable de Dios que llega hasta estos extremos inimaginables para salvar a cada criatura humana. Jesús lleva hasta el extremo su amor, hasta el punto de dar su vida. Resuenan todavía aquellas palabras del Evangelio de san Juan introduciéndonos en los momentos de la Pasión: «La víspera de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado su hora de pasar de este mundo al Padre, como hubiera amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin» (Jn 13,1).


De entre las palabras de Jesús quisiera sugerir una profundización en éstas: «Yo soy el buen pastor, conozco a las mías y las mías me conocen a mí» (Jn 10,14); más todavía, «las ovejas escuchan su voz (...) y le siguen, porque conocen su voz» (Jn 10,3-4). Es verdad que Jesús nos conoce, pero, ¿podemos decir nosotros que le conocemos suficientemente bien a Él, que le amamos y que correspondemos como es debido?

sábado, 20 de abril de 2024

El extraordinario poder del Rosario ha mediado en muchos milagros

Una joven reza el rosario entre velas

En la carta apostólica “Rosarium Virginis Mariae“, San Juan Pablo II compartió elocuentemente sus pensamientos y sentimientos sobre la hermosa y santa devoción del Rosario. “El Rosario aunque se distingue por su carácter mariano, es una oración centrada en la cristología”, escribió este santo, que entonces era el Papa Juan Pablo II. Añadió: “Con el Rosario, el pueblo cristiano aprende de María a contemplar la belleza del rostro de Cristo y a experimentar la profundidad de su amor. Mediante el Rosario, el creyente obtiene abundantes gracias, como recibiéndolas de las mismas manos de la Madre del Redentor”.


Y las gracias que recibimos nos acercan más a Jesús: ya sea la fuerza y la paz para superar una situación difícil, un aumento de la paciencia, la voluntad de perdonar o el discernimiento para una vocación… Todas son bendiciones que pueden cambiar nuestras vidas. Todas esas gracias personales también pueden, a su vez, convertirse en bendiciones para otros que también pueden cambiar sus vidas. Pero es que además, el rezo del Rosario ha salvado vidas en nuestro mundo y en el Purgatorio. El extraordinario poder del Rosario ha mediado en muchos milagros. Algunos, incluso, están documentados. Christine Galeone, del portal Beliefnet, te presenta estos seis milagros asombrosos asociados con el Rosario.


Santo Domingo y los Albigenses

En Francia en los años 1100 y 1200, las mentes de muchos católicos fueron corrompidas por herejes. Los herejes, conocidos como albigenses, convencieron a muchos católicos de que se suicidaran para poder liberarse de sus cuerpos, que los albigenses decían que eran malvados. Alrededor de 1214, la Santísima Virgen le dio el Rosario a Santo Domingo para derrotarlos y detener las horribles mentiras que estaban esparciendo. No solo los derrotó, sino que alentó fielmente a las personas a rezar el Rosario en honor a Jesús y a la Santísima Madre.


En “El secreto del rosario”, san Luis María Grignion de Montfort escribió sobre la devoción de Santo Domingo: “Como recompensa recibió innumerables gracias de ella; ejerciendo su gran poder como Reina del Cielo, coronó sus labores con muchos milagros y prodigios”, escribió. “Dios Todopoderoso siempre le concedió lo que pidió a través de Nuestra Señora. El mayor honor de todos fue que ella lo ayudó a aplastar la herejía albigense y lo convirtió en el fundador... de una gran orden religiosa”.

Milagro de Fátima del Sol

En 1917, la Santísima Madre se apareció a tres niños pastores - Jacinta, Francisco y Lucía- en la Cova da Iría, en Fátima, Portugal, luego de la visita de un ángel que apareció después de que los niños rezaran el Rosario. Entre el 13 de mayo y el 13 de octubre de ese año, la Santísima Virgen se apareció a los niños seis veces. No solo les pidió que rezaran el Rosario todos los días para traer la paz al mundo y poner fin a la Primera Guerra Mundial, sino que se identificó como Nuestra Señora del Rosario y sostenía un Rosario radiante en sus manos.


El 13 de octubre de 1917, debido a que la Santísima Madre le había prometido a Lucía que realizaría un milagro tan grande que nadie podría dudar de las apariciones, alrededor de 70.000 personas se habían reunido para presenciar lo que ahora se conoce como el Milagro del Sol. La multitud observó cómo el sol atravesaba las nubes, luciendo como una esfera plateada que giraba o bailaba en el cielo. Sus rayos iluminaban áreas con colores brillantes. Luego, pareció lanzarse hacia la multitud, secando por completo todo el barro y la ropa empapada de lluvia, antes de volver a subir al cielo. Algunas personas se curaron de enfermedades. Muchos otros se convirtieron.

 Santo Domingo recibe de la Virgen el Santo Rosario.

Santo Domingo y los Albigenses

En Francia en los años 1100 y 1200, las mentes de muchos católicos fueron corrompidas por herejes. Los herejes, conocidos como albigenses, convencieron a muchos católicos de que se suicidaran para poder liberarse de sus cuerpos, que los albigenses decían que eran malvados. Alrededor de 1214, la Santísima Virgen le dio el Rosario a Santo Domingo para derrotarlos y detener las horribles mentiras que estaban esparciendo. No solo los derrotó, sino que alentó fielmente a las personas a rezar el Rosario en honor a Jesús y a la Santísima Madre.


En “El secreto del rosario”, san Luis María Grignion de Montfort escribió sobre la devoción de Santo Domingo: “Como recompensa recibió innumerables gracias de ella; ejerciendo su gran poder como Reina del Cielo, coronó sus labores con muchos milagros y prodigios”, escribió. “Dios Todopoderoso siempre le concedió lo que pidió a través de Nuestra Señora. El mayor honor de todos fue que ella lo ayudó a aplastar la herejía albigense y lo convirtió en el fundador... de una gran orden religiosa”.

Milagro del sol en Fatima, Portugal. 

Milagro del sol en Fatima, Portugal, donde la Virgen pidió que se rezara el Rosario todos los días para traer la paz al mundo y poner fin a la Primera Guerra Mundial. 


Milagro de Fátima del Sol

En 1917, la Santísima Madre se apareció a tres niños pastores - Jacinta, Francisco y Lucía- en la Cova da Iría, en Fátima, Portugal, luego de la visita de un ángel que apareció después de que los niños rezaran el Rosario. Entre el 13 de mayo y el 13 de octubre de ese año, la Santísima Virgen se apareció a los niños seis veces. No solo les pidió que rezaran el Rosario todos los días para traer la paz al mundo y poner fin a la Primera Guerra Mundial, sino que se identificó como Nuestra Señora del Rosario y sostenía un Rosario radiante en sus manos.


El 13 de octubre de 1917, debido a que la Santísima Madre le había prometido a Lucía que realizaría un milagro tan grande que nadie podría dudar de las apariciones, alrededor de 70.000 personas se habían reunido para presenciar lo que ahora se conoce como el Milagro del Sol. La multitud observó cómo el sol atravesaba las nubes, luciendo como una esfera plateada que giraba o bailaba en el cielo. Sus rayos iluminaban áreas con colores brillantes. Luego, pareció lanzarse hacia la multitud, secando por completo todo el barro y la ropa empapada de lluvia, antes de volver a subir al cielo. Algunas personas se curaron de enfermedades. Muchos otros se convirtieron.

El presidente de Brasil, Joao Goulart.

El presidente de Brasil y acérrimo comunista, Joao Goulart, fue derrocado tras la denominada `Marcha de la familia con Dios hacia la libertad´, con un importante papel del rosario. 


Libertad para Brasil

El mensaje de Nuestra Señora de Fátima también jugó un papel muy importante en otro milagro asociado con el Rosario. A principios de la década de 1960, el presidente de Brasil, Joao Goulart, se preparaba para difundir el comunismo por todo el país. Parecía inevitable que el gobierno comunista pronto se apoderara del país, como había sucedido con Cuba. Pero no todos estaban dispuestos a perder su libertad y sucumbir a una probable derrota. El cardenal de Barros Camara le dijo al pueblo de Brasil que podían derrocar la amenaza si prestaban atención a las instrucciones de Nuestra Señora de Fátima de rezar y hacer penitencia.


Poco después, doña Amelia Bastos, ex maestra de 59 años y esposa de un médico militar retirado, reunió a unas 30 amigas y vecinas para formar el primer capítulo de CAMDE (Campaña de Mujeres por la Democracia), grupo que difundió su mensaje de luchar pacíficamente contra una toma de poder comunista a cientos de miles de mujeres en todo el país. Muchos de ellos participaron en los encuentros del Rosario. Una manifestación en Sao Paulo se denominó “Marcha de la familia con Dios hacia la libertad”. Incluyó a más de 600.000 mujeres que portaban libros de oraciones y rosarios mientras marchaban con pancartas anticomunistas, y este y otros encuentros del rosario jugaron un papel central en el derrocamiento eventual del presidente Goulart y frustrando una toma de poder comunista con una increíble poca acción militar necesaria.


En agradecimiento a Dios, las mujeres de Brasil realizaron una marcha aún más grande el día después de haber logrado preservar su libertad. La marcha, que se llamó “Marcha de acción de gracias a Dios”, incluyó a más de un millón de personas.


Salvación de un Rey

El rezo del Rosario llevó a la salvación de Alfonso, rey de León y Galicia. El rey llevaba constantemente un gran rosario en su cinturón para inspirar a otros a rezarlo y honrar a la Santísima Madre, aunque él no lo rezaba. Un día, después de que se enfermó tanto que se creyó que no viviría mucho más, tuvo una visión. En él, estaba siendo juzgado y estaba a punto de ser arrojado al infierno, cuando la Santísima Madre intercedió por él.


San Luis María Grignion de Montfort describió lo que sucedió a continuación. En “El Secreto del Rosario”, escribió: “Ella pidió una balanza y puso sus pecados en una de las balanzas, mientras que ella puso el rosario que él siempre había usado en la otra balanza, junto con todos los Rosarios que se había dicho por su ejemplo. Se encontró que los rosarios pesaban más que sus pecados. Mirándolo con gran bondad, Nuestra Señora dijo: “Como recompensa por este pequeño honor que me diste al llevar mi Rosario, he obtenido una gran gracia para ti de mi Hijo. Su vida se salvará por unos años más. Procura pasar estos años sabiamente y haz penitencia”.

Cuando el Rey recobró la conciencia gritó: ‘¡Bendito sea el Rosario de la Santísima Virgen María, por el cual he sido liberado de la condenación eterna!’.

Después de que recuperó su salud, pasó el resto de su vida difundiendo la devoción al Santo Rosario y lo rezó fielmente todos los días”.

La curación del sacerdote del rosario

Rezar el Rosario llevó a la curación del Siervo de Dios, el P. Patrick Peyton, quien se hizo conocido como el Sacerdote del Rosario. En 1938, después de haber emigrado a los Estados Unidos desde Irlanda, pero antes de ser ordenado, se puso muy enfermo y le diagnosticaron tuberculosis avanzada, que en ese momento era incurable. Después de que su hermana le sugirió que orara a la Santísima Virgen por su intercesión, se consagró a María y comenzó a rezar devotamente el Rosario. Para asombro de sus médicos, fue curado completa y milagrosamente, y le prometió a la Santísima Virgen que pasaría su vida promoviendo el Rosario.


El popular sacerdote, que acuñó la frase “la familia que reza unida permanece unida”, animó a muchos a rezar el Rosario. Fue uno de los evangelistas televisivos pioneros que utilizó el medio para promover el Reino de Dios. En 1992, falleció en paz con un rosario en sus manos y ahora está siendo considerado para iniciar el camino de canonización.

Seguridad frente a una explosión nuclear en Hiroshima

En 1945, durante la Segunda Guerra Mundial, ocho sacerdotes jesuitas vivían en una casa parroquial a menos de una milla de donde se lanzó la bomba atómica en la ciudad de Hiroshima en Japón. Mientras que la iglesia al lado de la casa parroquial fue completamente destruida y miles de personas murieron y miles de personas sufrieron tremendamente por la exposición a la radiación, la casa permaneció en pie y los ocho sacerdotes misioneros sobrevivieron milagrosamente. También fue milagroso e inexplicable que ninguno de los ocho jesuitas sufriera exposición a la radiación.


En los años posteriores a la explosión, fueron examinados muchas veces y vivieron muchos años después. Cuando los sacerdotes fueron entrevistados, dijeron repetidamente por qué creían que habían sobrevivido y por qué no habían sufrido la exposición a la radiación como se esperaba. Atribuyeron su supervivencia al hecho de que estaban viviendo el mensaje de Fátima. Dijeron que habían rezado el Rosario fielmente en esa casa todos los días.

IV Domingo de Pascua

Primera Lectura

Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles (4,8-12):

En aquellos días, Pedro, lleno de Espíritu Santo, dijo: «Jefes del pueblo y ancianos: Porque le hemos hecho un favor a un enfermo, nos interrogáis hoy para averiguar qué poder ha curado a ese hombre; pues, quede bien claro a todos vosotros y a todo Israel que ha sido en nombre de Jesucristo Nazareno, a quien vosotros crucificasteis y a quien Dios resucitó de entre los muertos; por su nombre, se presenta éste sano ante vosotros. Jesús es la piedra que desechasteis vosotros, los arquitectos, y que se ha convertido en piedra angular; ningún otro puede salvar; bajo el cielo, no se nos ha dado otro nombre que pueda salvarnos.»

Palabra de Dios

Salmo 117,R/. La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular

Segunda Lectura

Lectura de la primera carta del apóstol san Juan (3,1-2):

Mirad qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, pues ¡lo somos! El mundo no nos conoce porque no le conoció a él. Queridos, ahora somos hijos de Dios y aun no se ha manifestado lo que seremos. Sabemos que, cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque lo veremos tal cual es.

Palabra de Dios

Evangelio

Santo Evangelio según san Juan (10,11-18):

En aquel tiempo dijo Jesús: «Yo soy el buen Pastor. El buen pastor da la vida por las ovejas; el asalariado, que no es pastor ni dueño de las ovejas, ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye; y el lobo hace estragos y las dispersa; y es que a un asalariado no le importan las ovejas. Yo soy el buen Pastor, que conozco a las mías y las mías me conocen, igual que el Padre me conoce y yo conozco al Padre; yo doy mi vida por las ovejas. Tengo, además, otras ovejas que no son de este redil; también a ésas las tengo que traer, y escucharán mi voz, y habrá un solo rebaño, un solo Pastor. Por esto me ama el Padre, porque yo entrego mi vida para poder recuperarla. Nadie me la quita, sino que yo la entrego libremente. Tengo poder para entregarla y tengo poder para recuperarla: este mandato he recibido de mi Padre.»

Palabra del Señor

Compartimos:

Hoy celebramos el domingo del Buen Pastor. En primer lugar, la actitud de las ovejas ha de ser la de escuchar la voz del pastor y seguirlo. Escuchar con atención, ser dóciles a su palabra, seguirlo con una decisión que compromete a toda la existencia: el entendimiento, el corazón, todas las fuerzas y toda la acción, siguiendo sus pasos.


Por su parte, Jesús, el Buen Pastor, conoce a sus ovejas y les da la vida eterna, de tal manera que no se perderán nunca y, además, nadie las quitará de su mano. Cristo es el verdadero Buen Pastor que dio su vida por las ovejas (cf. Jn 10,11), por nosotros, inmolándose en la cruz. Él conoce a sus ovejas y sus ovejas le conocen a Él, como el Padre le conoce y Él conoce al Padre. No se trata de un conocimiento superficial y externo, ni tan sólo un conocimiento intelectual; se trata de una relación personal profunda, un conocimiento integral, del corazón, que acaba transformándose en amistad, porque ésta es la consecuencia lógica de la relación de quien ama y de quien es amado; de quien sabe que puede confiar plenamente.


Es Dios Padre quien le ha confiado el cuidado de sus ovejas. Todo es fruto del amor de Dios Padre entregado a su Hijo Jesucristo. Jesús cumple la misión que le ha encomendado su Padre, que es la cura de sus ovejas, con una fidelidad que no permitirá que nadie se las arrebate de su mano, con un amor que le lleva a dar la vida por ellas, en comunión con el Padre porque «Yo y el Padre somos uno» (Jn 10,30).


Es aquí precisamente donde radica la fuente de nuestra esperanza: en Cristo Buen Pastor a quien queremos seguir y la voz del cual escuchamos porque sabemos que sólo en Él se encuentra la vida eterna. Aquí encontramos la fuerza ante las dificultades de la vida, nosotros, que somos un rebaño débil y que estamos sometidos a diversas tribulaciones.

viernes, 19 de abril de 2024

Sábado de la III Semana de Pascua

Primera Lectura

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (9,31-42):

En aquellos días, la Iglesia gozaba de paz en toda Judea, Galilea y Samaría. Se iba construyendo y progresaba en el temor del Señor, y se multiplicaba con el consuelo del Espíritu Santo.

Pedro, que estaba recorriendo el país, bajó también a ver a los santos que residían en Lida. Encontró allí a un cierto Eneas, un paralítico que desde hacía ocho años no se levantaba de la camilla.

Pedro le dijo:

«Eneas, Jesucristo te da la salud; levántate y arregla tu lecho».

Se levantó inmediatamente. Lo vieron todos los vecinos de Lida y de Sarón, y se convirtieron al Señor.

Había en Jafa una discípula llamada Tabita, que significa Gacela. Tabita hacía infinidad de obras buenas y de limosnas. Por entonces cayó enferma y murió. La lavaron y la pusieron en la sala de arriba.

Como Lida está cerca de Jafa, al enterarse los discípulos de que Pedro estaba allí, enviaron dos hombres a rogarle:

«No tardes en venir a nosotros».

Pedro se levantó y se fue con ellos. Al llegar, lo llevaron a la sala de arriba, y se le presentaron todas las viudas, mostrándole con lágrimas los vestidos y mantos que hacía Gacela mientras estuvo con ellas. Pedro, mandando salir fuera a todos, se arrodilló, se puso a rezar y, volviéndose hacia el cuerpo, dijo:

«Tabita, levántate».

Ella abrió los ojos y, al ver a Pedro, se incorporó. Él, dándole la mano, la levantó y, llamando a los santos y a las viudas, la presentó viva.

Esto se supo por todo Jafa, y muchos creyeron en el Señor.

Palabra del Señor

Salmo 115,R/. ¿Cómo pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho?

Santo Evangelio según san Juan (6,60-69):

En aquel tiempo, muchos de los discípulos de Jesús dijeron:

«Este modo de hablar es duro, ¿quién puede hacerle caso?».

Sabiendo Jesús que sus discípulos lo criticaban, les dijo:

«¿Esto os escandaliza?, ¿y si vierais al Hijo del hombre subir adonde estaba antes? El Espíritu es quien da vida; la carne no sirve para nada. Las palabras que os he dicho son espíritu y vida. Y, con todo, hay algunos de entre vosotros que no creen».

Pues Jesús sabía desde el principio quiénes no creían y quién lo iba a entregar.

Y dijo:

«Por eso os he dicho que nadie puede venir a mí si el Padre no se lo concede».

Desde entonces, muchos discípulos suyos se echaron atrás y no volvieron a ir con él.

Entonces Jesús les dijo a los Doce:

«¿También vosotros queréis marcharos?».

Simón Pedro le contestó:

«Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna; nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios».

Palabra del Señor

Compartimos:

La Iglesia de los primeros días atraviesa, en la primera lectura, un buen tiempo. Se va extendiendo, y llega a nuevas regiones. Pedro, en su afán misionero, realiza varios milagros. Se trata de llevar ese camino de salvación a muchas personas, cuantas más mejor, para que Cristo sea el dueño y Señor de sus corazones. Aunque nosotros no tengamos el don de sanación, sí podemos ser portadores de la Buena Nueva. Apóstoles en la vida ordinaria.


No es fácil. Incluso para Jesús fue difícil. A pesar de todo lo que ofrecía, para muchos era imposible vivir ese nuevo estilo de vida. A un buen grupo se le acabó la paciencia, o la curiosidad, y se volvieron por donde había venido. Seguro que los Discípulos miraron a Jesús con cara de duda, y, al verlo, surgió la pregunta: “también vosotros queréis marcharos?” Es fácil rendirse en las dificultades. O pedir que se rebaje el nivel. Que nos quiten un mandamiento, por ejemplo. O algún dogma. Para que sea más sencillo el seguimiento. Pero no se puede. Es lo que hemos recibido del Señor.


El mismo Jesucristo no baja el listón. Porque tampoco puede. Lo que ha recibido de su Padre es un todo, que debe transmitir. No es un menú a la carta, es el plan del Reino, que abarca todos los sectores de la vida, no deja nada fuera. No hay posibilidad de elegir lo que nos gusta y lo que no. La iglesia, hoy, tampoco puede cambiar las cosas. Y, como entonces, algunos lo entienden. Otros no.  Muchos se van, algunos se quedan.


Pedro resume el sentir de los verdaderos seguidores. “Tú tienes palabras de vida eterna”. Es una afirmación que compromete todo nuestro ser. Aspiramos a vivir eternamente, en esta tierra, temporalmente. lo mejor posible, en el Cielo, con Cristo, para siempre. Hay muchas ofertas para pasarlo bien un rato. Esas ofertas no sacian nuestro deseo de eternidad. La fe en Cristo abre otras posibilidades.


Tú, ¿qué piensas? ¿Quieres marcharte, porque son palabras duras? ¿O has encontrado el tesoro escondido, la Palabra de Dios, y vas a esforzarte para ser fiel?

Viernes de la III Semana de Pascua

Primera Lectura

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (9,1-20):

En aquellos días, Saulo, respirando todavía amenazas de muerte contra los discípulos del Señor, se presentó al sumo sacerdote y le pidió cartas para las sinagogas de Damasco, autorizándolo a traerse encadenados a Jerusalén a los que descubriese que pertenecían al Camino, hombres y mujeres.

Mientras caminaba, cuando ya estaba cerca de Damasco, de repente una luz celestial lo envolvió con su resplandor. Cayó a tierra y oyó una voz que le decía:

«Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?».

Dijo él:

«¿Quién eres, Señor?».

Respondió:

«Soy Jesús, a quien tú persigues. Pero levántate, entra en la ciudad, y allí se te dirá lo que tienes que hacer».

Sus compañeros de viaje se quedaron mudos de estupor, porque oían la voz, pero no veían a nadie. Saulo se levantó del suelo, y, aunque tenía los ojos abiertos, no veía nada. Lo llevaron de la mano hasta Damasco. Allí estuvo tres días ciego, sin comer ni beber.

Había en Damasco un discípulo, que se llamaba Ananías. El Señor lo llamó en una visión:

«Ananías».

Respondió él:

«Aquí estoy, Señor».

El Señor le dijo:

«Levántate y ve a la calle llamada Recta, y pregunta en casa de Judas por un tal Saulo de Tarso. Mira, está orando, y ha visto en visión a un cierto Ananías que entra y le impone las manos para que recobre la vista».

Ananías contestó:

«Señor, he oído a muchos hablar de ese individuo y del daño que ha hecho a tus santos en Jerusalén, y que aquí tiene autorización de los sumos sacerdotes para llevarse presos a todos los que invocan tu nombre».

El Señor le dijo:

«Anda, ve; que ese hombre es un instrumento elegido por mí para llevar mi nombre a pueblos y reyes, y a los hijos de Israel. Yo le mostraré lo que tiene que sufrir por mi nombre».

Salió Ananías, entró en la casa, le impuso las manos y dijo:

«Hermano Saulo, el Señor Jesús, que se te apareció cuando venías por el camino, me ha enviado para que recobres la vista y seas lleno de Espíritu Santo».

Inmediatamente se le cayeron de los ojos una especie de escamas, y recobró la vista. Se levantó, y fue bautizado. Comió, y recobró las fuerzas.

Se quedó unos días con los discípulos de Damasco, y luego se puso a anunciar en las sinagogas que Jesús es el Hijo de Dios.

Palabra de Dios

Salmo 116,R/. Ir al mundo entero y proclamad el Evangelio

Santo Evangelio según san Juan (6,52-59):

En aquel tiempo, disputaban los judíos entre sí:

«¿Cómo puede este darnos a comer su carne?».

Entonces Jesús les dijo:

«En verdad, en verdad os digo: si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día.

Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida.

El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él.

Como el Padre que vive me ha enviado, y yo vivo por el Padre, así, del mismo modo, el que me come vivirá por mí.

Este es el pan que ha bajado del cielo: no como el de vuestros padres, que lo comieron y murieron; el que come este pan vivirá para siempre».

Esto lo dijo Jesús en la sinagoga, cuando enseñaba en Cafarnaún.

Palabra del Señor

Compartimos:

Hablábamos ayer de los ritmos de Dios, y Saulo – Pablo es un claro ejemplo de cómo actúa Él. Cuando más claro parecía el camino del perseguidor, un encuentro, casi un encontronazo, reorienta sus pasiones. Toda la energía dedicada a perseguir a los cristianos la vuelca en anunciar a los judíos que Jesús es el Hijo de Dios. Para Dios no hay nada imposible. Insiste a tiempo y a destiempo, para que escuchemos su voz. Y si no paramos, a veces nos da un “empujoncito”.


Ananías, el enviado de Dios, se fía poco de Pablo. Normal. Con semejante currículo, no había muchos motivos para acercarse al perseguidor. Antes bien, cuanto más lejos, mejor. Pero, al final, confía, y se convierte en portador del Espíritu para el pobre Pablo, que estaba sometido a un ayuno forzado por las circunstancias. Se convierte en un ángel, un enviado de Dios, para comunicarle la misión. Y, desde el comienzo, la angustia y el desconsuelo. (“Yo le mostraré lo que tiene que sufrir por mi nombre”)


Unirnos a Dios para ser plenamente nosotros. Entrar en la vida eterna de Dios, al compartir su Cuerpo y su Sangre. Alimento para el camino, para poder, como dice el salmo de hoy, “ir al mundo entero y proclamar el Evangelio”. Donde estemos (en casa, en el trabajo, en la calle…) podemos ser testigos. Para eso, hace falta tomar parte en los sacramentos, hacerse uno con Él. Está siempre disponible, accesible, dispuesto y preparado para hablarnos y hacerse uno con nosotros. Ser ángeles para los demás. Llevarles el Espíritu de Dios.


Jesús, al que Saulo perseguía, nos invita, mientras seguimos por el camino de la Pascua a tomar su Cuerpo y su Sangre. Verdadera comida y verdadera bebida, para vivir eternamente. Lo que celebramos el Jueves Santo se repite cada día. No dejes pasar la oportunidad. Sé un ángel para todos.