jueves, 25 de enero de 2024

Jueves de la 3ª semana del Tiempo Ordinario,La Conversión de san Pablo, apóstol

Primera lectura

Lectura del segundo libro de Samuel 7,18-19.24-29):

Después que Natán habló a David, el rey fue a presentarse ante el Señor y dijo: «¿Quién soy yo, mi Señor, y qué es mi familia, para que me hayas hecho llegar hasta aquí? ¡Y, por si fuera poco para ti, mi Señor, has hecho a la casa de tu siervo una promesa para el futuro, mientras existan hombres, mi Señor! Has establecido a tu pueblo Israel como pueblo tuyo para siempre, y tú, Señor, eres su Dios. Ahora, pues, Señor Dios, mantén siempre la promesa que has hecho a tu siervo y su familia, cumple tu palabra. Que tu nombre sea siempre famoso. Que digan: "¡El Señor de los ejércitos es Dios de Israel!" Y que la casa de tu siervo David permanezca en tu presencia. Tú, Señor de los ejércitos, Dios de Israel, has hecho a tu siervo esta revelación: "Te edificaré una casa"; por eso tu siervo se ha atrevido a dirigirte esta plegaria. Ahora, mi Señor, tú eres el Dios verdadero, tus palabras son de fiar, y has hecho esta promesa a tu siervo. Dígnate, pues, bendecir a la casa de tu siervo, para que esté siempre en tu presencia; ya que tú, mi Señor, lo has dicho, sea siempre bendita la casa de tu siervo.»

Palabra de Dios

Salmo 131 R/. El Señor Dios le dará el trono de David, su padre

Santo Evangelio según san Marcos (4,21-25):

En aquel tiempo, dijo Jesús a la muchedumbre: «¿Se trae el candil para meterlo debajo del celemín o debajo de la cama, o para ponerlo en el candelero? Si se esconde algo, es para que se descubra; si algo se hace a ocultas, es para que salga a la luz. El que tenga oídos para oír, que oiga.»

Les dijo también: «Atención a lo que estáis oyendo: la medida que uséis la usarán con vosotros, y con creces. Porque al que tiene se le dará y al que no tiene se le quitará con creces hasta lo que tiene.»

Palabra del Señor

Compartimos:

Parece que Pablo era un fariseo, un judío convencido, y no estaba nada de acuerdo con esa secta o escisión del judaísmo ortodoxo y tradicional que eran los cristianos en aquel momento. Y por eso se dedicaba a tratar de hacerlos desaparecer. Para que todo volviese a su cauce, a lo que debía ser según él había aprendido y asimilado. Pero en el camino a Damasco se “cayó del caballo” y ahí algo pasó que empezó a ver la realidad de otra manera. Y de perseguidor pasó a ser el apóstol más fervoroso de la nueva doctrina. Predicó la buena nueva de Jesús por todos los sitios por donde pasó, fundó iglesias y escribió cartas que definieron la doctrina cristiana tal como hoy la conocemos.


¿Cómo se produjo este cambio? No sabemos con exactitud lo que pasó pero aquella luz que le deslumbró y lo dejó ciego de primeras, le ayudó a ver las cosas de otra manera. O quizá fue solo el cambio de perspectiva. Me gusta pensar que una cosa es ver la realidad desde la altura del que está montado en la silla del caballo y otra verla cuando uno está tirado en el suelo. Me hace recordar la historia de Zaqueo (Lc 19, 1-10), que se había subido en un árbol para ver a Jesús y éste le dice “¡Zaqueo, baja enseguida! Hoy voy a hospedarme en tu casa”. Es curioso que en los dos casos, lo primero que hace Jesús es invitar tanto a Zaqueo como a Pablo es forzarles a cambiar de perspectiva, a ver el mundo desde abajo y no desde sus alturas. Me recuerda al Dios que se encarnó y no nació en un palacio sino en el debajo de la historia, en un pesebre maloliente, entre los pobres. Quizá nosotros también tendríamos que caernos del caballo o bajar del árbol para, situados más cerca del suelo, de los pobres, de los que están abajo, descubrir con más facilidad la presencia de Dios, de su amor y de su misericordia.

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