lunes, 4 de diciembre de 2023

Lunes de la 1ª semana de Adviento

Lectura del libro de Isaías.

AQUEL día, el vástago del Señor será el esplendor y la gloria, y el fruto del país será orgullo y ornamento para los redimidos de Israel.

A los que queden en Sion y al resto de Jerusalén

los llamarán santos: todos los que en Jerusalén están inscritos para la vida.

Cuando el Señor haya lavado la impureza de las hijas de Sion

y purificado la sangre derramada en Jerusalén,

con viento justiciero, con un soplo ardiente,

creará el Señor sobre toda la extensión del monte Sion y sobre su asamblea

una nube de día, un humo y un resplandor de fuego llameante de noche.

Y por encimo, la glora será un baldaquino

y una tienda, sombra en la canícula,

refugio y abrigo de la tempestad y de la lluvia.

Palabra de Dios.

Salmo 121,R/. Vamos alegres a la casa del Señor.

 Santo Evangelio según san Mateo (8,5-11):

EN aquel tiempo, al entrar Jesús en Cafarnaún, un centurión se le acercó rogándole:

«Señor, tengo en casa un criado que está en cama paralítico y sufre mucho».

Le contestó:

«Voy yo a curarlo».

Pero el centurión le replicó:

«Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo. Basta que lo digas de palabra, y mi criado quedará sano. Porque yo también vivo bajo disciplina y tengo soldados a mis órdenes; y le digo a uno: "Ve", y va; al otro: "Ven", y viene; a mi criado: "Haz esto", y lo hace».

Al oírlo, Jesús quedó admirado y dijo a los que le seguían:

«En verdad os digo que en Israel no he encontrado en nadie tanta fe. Os digo que vendrán muchos de oriente y occidente y se sentarán con Abrahán, Isaac y Jacob en el reino de los cielos».

Palabra del Señor

Compartimos:

Comenzamos el Adviento y lo hacemos con un personaje que queda en la memoria de los cristianos y cristianas de muchas generaciones.  Jesús dijo de él: “En verdad os digo que en Israel no he encontrado en nadie tanta fe”. Un centurión era alguien importante, no por su relevancia moral sino por su poder y su capacidad de generar miedo a su alrededor en nombre del Imperio. Cien soldados estaban a su cargo, sabía lo que era mandar y la debida obediencia, por ello se relaciona con Jesús desde estos parámetros.

Sorprenden varias cosas. Lo primero que su petición de curación es para un criado. En principio, alguien que no tiene por qué tener un lazo afectivo. Pero parece que había algo especial entre ellos, aunque no sepamos qué.

Otra cosa que llama la atención es que el centurión recurre a Jesús, un pagano a un judío. Distintos religiosamente, culturalmente, a nivel de estatus social… A pesar de todo lo busca y, lo más sorprendente, no solo se encuentran, sino que se entienden profundamente.

Y lo último, aunque habría mas detalles, es la frase que queda en el recuerdo de cada uno de nosotros: Señor, no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para “sanarme”. La salvación que no depende de la dignidad de nadie, La salvación que entra en nuestras casas con la Palabra y en la Palabra. Salvación nunca merecida, pero sí regalada por Jesús que la abre a la Creación entera, a la toda la Casa común: “Vendrán muchos de oriente y occidente y se sentarán con Abrahán, Isaac y Jacob en el reino de los cielos”

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