En la madrugada del 17 de septiembre ha fallecido la leyenda de la radio deportiva Pepe Domingo Castaño a la edad de 80 años. A principios del mes de julio pudimos hacerle una profunda entrevista en la que, entre otras cosas, repasamos su pasado con los frailes dominicos.
¿Qué es la radio para Pepe Domingo Castaño?
Lo es todo. La radio fue lo que me hizo progresar en la vida, querer en la vida, disfrutar de la vida... la radio es el alfa y omega de toda mi vida.
En tiempos de streamers y de Netflix, con las salas de cine vaciándose, la radio tiene en España más de 31 millones de personas que la escuchan con regularidad. ¿Qué tiene la radio para no perder su fortaleza?
Tiene algo que no tiene, por ejemplo, la televisión y quizá la prensa. Y es que la radio basa todo en la imaginación, la espontaneidad y la rapidez. También tiene mucho que ver el corazón que ponen los que hacemos la radio para llegar a la gente de una manera directa, sincera y siempre con la verdad por delante. El día que la radio abandone la verdad, los oyentes abandonarán la radio, seguro.
Es el segundo de doce hermanos, ¿cómo ha influido esto en su vida?
He tenido siempre el problema de ser el segundo, o sea, no tuve los cariños del primero. Y el tercero nació un año después que yo, con lo que el tercero se llevó también los cariños. Luego ya llegaron el cuarto, el quinto, el sexto y los demás, y quizá un poquito de falta de cariño sí que noté, a pesar de que mis padres se empeñaban siempre en no hacer distingos entre el cariño que daban a sus hijos.
Con nueve años llegó al convento de Corias de los Dominicos en Asturias, ¿por qué tan pronto?
Sí, porque yo tenía nueve años. En Padrón había un convento de dominicos y me hice muy amigo de los frailes. Era monaguillo y me llevaron a Corias, en Asturias. Allí estuve cinco años y luego mi curso inauguró el colegio de la Virgen del Camino. Estaba sin terminar todavía y recuerdo que nos fuimos de Corias, a casa, en vacaciones y volvimos ya a la Virgen del Camino. O sea, que en la Virgen del Camino estuve un año y cinco en Corias.
Empezó en la radio con los frailes. ¿Cómo fue?
Bueno, había un padre muy simpático que nos daba clases de literatura, el padre Felipe Lanz, que fue el que me animó a escribir, y había otro, el padre Iparraguirre, que era un cachondo de la vida, un tío que vivía muy feliz, que transmitía mucha felicidad, y un día se le ocurrió la idea de montar una emisora y pidió voluntarios. Yo, lógicamente, me presenté como locutor. Hicieron unas pruebas pequeñitas, me aceptaron y montamos una emisora que se llamaba Radio Cauriense, de Corias. Y ahí empezamos a hacer cositas, leíamos poemas, trozos de libros, hacíamos concursos, todo muy pequeñito, una niñería, pero bueno, tuvimos mucho éxito.
¿A qué otros frailes recuerda con cariño?
Recuerdo con mucho cariño sobre todo al padre Felipe Lanz. Guardo de él un comentario a una redacción que que nos pidió, y ponía: "Es usted muy bueno, pero no se preocupe de ser brillante, sea sencillo. Escribirá mejor, pero tiene usted madera de escritor". A mí aquello, con 10-11 años que tenía, me animó muchísimo y me dediqué a escribir poemas con aquel estilo mío de entonces, y nunca dejé de hacerlos, todavía sigo escribiendo.
Recuerdo también al padre Casquero, que era de Matemáticas. Yo era un nulo en matemáticas, entonces como al final de curso, el último curso en Corias, yo quería ser elegido al mejor del colegio, y para ser elegido al mejor tenía que sacar matrícula en Matemáticas, porque el resto tenía matrícula en todas, y entonces como no tenía ni idea de matemáticas, me aprendí el libro de memoria, y cuando llegó el examen lo copié de mi memoria todo, y saqué un 10. Entonces el padre Casquero me llamó y me dijo, oye, Castaño, ¿y si yo te hubiera cambiado las letras de los triángulos cuadriláteros o figuras geométricas, hubiera sido igual? Le dije que no, que hubiera suspendido, y dijo: "bueno, va". Y lo logré.
Recuerdo que era muy duro el padre latín, el padre Ovidio. Era muy duro, muy seco, muy taciturno, pero en el fondo a mí me tenía mucho cariño, porque llegábamos casi a hablar en latín, él y yo. O sea, conversaciones cortas, pero enseñaba muy bien el latín.
¿Qué aprendió de los dominicos?
Todo. Mi formación viene de ellos, de cada uno de ellos. Aprendí a ser persona, a respetar a los demás, a darle una oportunidad a la gente, a creer que lo más importante en la vida es la verdad, a respetar a mis padres, a repartir cariño, a tener un bagaje cultural brutal que no tenían otros chicos de mi edad, y prueba de ello es que todo eso me sirvió para ser lo que he intentado y he luchado por llegar a ser.
¿Cómo se dio cuenta fray Castaño de que la vida religiosa no era lo suyo?
Cuando me empezaron a llamar fray Castaño, cuando me pusieron el hábito en Palencia, en el convento de San Pablo. Con el hábito me pusieron una responsabilidad tremenda. Me miraba al espejo, me veía con aquel hábito y no me lo creía y me decía: «¿Qué pinto aquí si realmente yo he venido aquí a estudiar?» Cuando me dijeron que podía ir a Corias a estudiar era a eso, a estudiar. Yo nunca pensé en ser fraile, por lo menos no tenía esa intención, pero claro, el contacto con ellos, luego ya el noviciado, estás allí todo el día rezando, haciendo cosas que tenían poca relación con el estudio. Y me di cuenta de que me costaba y se lo dije al padre maestro, que era el padre Merino, que era un santo varón increíble y me dijo «piénsatelo, piénsatelo». Me lo pensé, volví y le dije que me iba.
¿Llegó a conocer al padre Gago? en COPE se le recuerda con mucho cariño.
No lo conocí. Cuando llegué a COPE, al único que conocí fue a Fernando Barrio Canal, que no es cura. Me decían que iba a una emisora que estaba llena de obispos y de curas. Llegué a la COPE y no vi a ninguno.
Hay un proceso de beatificación del padre Gago. ¿Qué le parece que un locutor de radio esté camino de los altares?
A mí me parece muy bien si era buena persona, se entregaba a los demás y trataba de hacer las cosas con criterio y ayudando a la gente. Yo creo que solo por eso una persona merece ser santa. No quiere decir que la Iglesia le nombre santo, pero para los demás es un santo y si para la Iglesia lo es también, pues perfecto. A mí me parece muy bien.
A sus más de 80 años se le ve al pie del cañón con una energía y una ilusión de un chaval de 20 años. ¿Cómo lo hace?
No lo sé. Yo no tengo ni idea. Creo que mi secreto es vivir la vida lo más intensamente posible con mi familia, no dejar de ver a los amigos, procurar que la gente que te rodea sea siempre más joven que tú, que son los que te comunican ideas nuevas y los que te mantienen atado a los movimientos del mundo. Yo no me pierdo ninguno de los avances técnicos que pueda existir en la vida y el estar en contacto con esa gente joven y con todo el equipo de Tiempo de juego me ha dado esa posibilidad de estar joven por dentro y no tan joven por fuera, pero yo creo que lo importante es lo de dentro y no lo de fuera.
¿Cuántos años le quedan en la radio? ¿Piensa jubilarse?
Pues no lo sé. Tenía pensado hacerlo este año, esta última temporada que acaba de terminar pero además, así lo anuncié a la dirección, pero hubo una reunión a todos los niveles, con todos los grandes estamentos de COPE, una comida, y me convencieron de que fuese haciéndolo poco a poco, que no lo hiciese de golpe y en esas estamos. Al final de poco a poco nada. O sea, sigo haciendo lo mismo y esta temporada que empezará en agosto. Todavía no estoy seguro del todo, pero yo creo que una más por lo menos voy a intentar hacerla.
¿Quién hará los anuncios cuando no esté?
Pues dependerá de Paco González y de todo el equipo de Tiempo de juego. Yo les he dado varias ideas y les he dicho que no intenten buscar otro Pepe Domingo, porque en la radio no son bienvenidas las imitaciones. Yo cubrí una etapa, hice una radio que revolucionó un poco la publicidad y espero que detrás de mí venga otra persona, hombre o mujer, que revolucione también la publicidad a su estilo y que haga lo que he hecho yo pero con otras ideas y que no traten de buscar un Pepe Domingo que haga lo mismo, porque entonces la gente compararía y sería muy duro.
¿Y si la voz de Pepe Domingo pudiera seguir con inteligencia artificial daría permiso para seguir escuchándole?
No sé yo si la inteligencia artificial será capaz de imitar mi voz. El otro día metimos en inteligencia artificial mis datos para saber qué decía y contaba unas cosas tremendas. Decía que yo era autor de 100 canciones y no sé que más. O sea, que en el fondo la inteligencia sea normal o sea artificial o sea avanzada, nunca va a ser perfecta. Entonces yo creo que no lograría que fuese tal como realmente yo soy.
Aparte del fútbol, ¿con qué otro deporte disfruta más?
Me gusta mucho el baloncesto pero sólo los últimos cinco minutos de cada partido, porque el resto es una cosa tremenda que está siempre cambiando de bando. Me gustan los últimos cinco donde realmente se juega todo, donde está el turrón, digamos. Y luego me gusta mucho el golf, creo que es un deporte que puedes practicar a cualquier edad. Soy muy malo, pero bueno, eso es una buena cura de humildad, que viene muy bien de cuando en cuando.
Al oírle parece que disfruta locutando casi como si fuera un juego. ¿Hasta qué punto hay que tomarse en serio las competiciones deportivas?
Nunca hay que tomárselas en serio. Me acuerdo de cuando el Deportivo (ahora está sumido en un letargo demasiado largo) ganó La Liga y ganó dos Copas del Rey, y ese día que estaba en el campo. Creí que iba a explotar de alegría y me entró una depresión tremenda. ¿Por qué? Porque ya lo habíamos conseguido. Ahí me di cuenta de que la felicidad y el éxito no es cuando se consigue, es cuando caminas hacia la felicidad y hacia el éxito. Ya una vez que lo consigues se viene abajo todo. O sea, eso es lo más bonito de la vida, crearte oportunidades y crearte ganas de ser feliz. Ya cuando lo eres del todo pierdes esas ganas y pierdes capacidad para disfrutarla.
¿Qué opinión tiene de Ibai Llanos? Acaba de debatir el récord de espectadores en Twitch con su tercera Velada del año en la que organiza combates de boxeo entre streamers.
Me parece increíble que en un combate de boxeo, gente conocida a nivel nacional, que solo se conoce a través de las redes, llene un estadio como el Metropolitano. Me parece increíble. Para mí este hombre, Ibai Llanos, es un genio, una de esas personas que de cuando en cuando nacen, revolucionan un medio y se hacen los amos. Yo creo que es un genio.
¿Es muy diferente trabajar en la radio de los obispos que en otra radio?
No. Yo tenía cierto miedo a entrar en COPE, porque en aquel momento COPE estaba de capa caída. Era una cadena que desaparecía o tenía que cambiar totalmente su rumbo. Y llegué con cierto miedo a encontrarme como en emisora caduca, en la que no me dejaran expresarte. Fue totalmente diferente. Yo nunca he agradecido tanto a la vida haber cambiado de la SER a la COPE, porque en la COPE he tenido toda la libertad que he querido. Nadie me ha dicho nunca nada sobre lo que tenía que decir. He tenido un cariño que no tenía en otro sitios. He tenido una accesibilidad a los grandes jefes que no tenía en la SER. Y yo agradezco mucho a la vida que me haya alineado en el equipo de la COPE donde he sido hoy y espero ser todavía muy feliz.
¿Cree que podría dar COPE una mejor imagen de lo que es la Iglesia?
Yo siempre pienso que la Iglesia tiene que cambiar. Una vez que comí con Rouco y con Barrio Canal, les decía que los programas religiosos tienen que dejar de hablar de lo clásico de la religión, de Jesucristo, de la Virgen, del Espíritu Santo, y hablar de la vida, de la caridad, de la entrega a los demás, de lo que consiguen los misioneros, de lo que hace la Iglesia por la gente. O sea, meter a la gente en la vida, no hablarles de cosas de Jesucristo, que ya hemos hablado suficiente, de la Virgen también. Eso va adentro de la religión, pero no creo que un programa religioso triunfe con esa base. Yo lo haría completamente distinto.
Desde su amplia experiencia comunicativa y con lo que conoce a los dominicos, ¿qué cree que puede aportar a la sociedad hoy?
Yo no sé cómo están ahora. Yo creo que en mis tiempos era la orden más abierta, era la orden con más cultura, era la orden con más fuerza, era la orden mejor vista por la gente. Yo no sé a qué nivel está ahora. Me he perdido un poco todo lo que ha pasado desde entonces, pero sigo pensando que tienen una labor que hacer y espero que la sigan haciendo, que es tratar de inocular a la gente joven que está, a la que están enseñando, todo lo bueno que me inocularon a mí, en mi mente, en mi alma, mi corazón y en mi vida.
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