Primera lectura
Comienzo del libro de la Sabiduría (1,1-7):
Amad la justicia, los que regís la tierra, pensad correctamente del Señor y buscadlo con corazón entero. Lo encuentran los que no exigen pruebas, y se revela a los que no desconfían. Los razonamientos retorcidos alejan de Dios, y su poder, sometido a prueba, pone en evidencia a los necios. La sabiduría no entra en alma de mala ley ni habita en cuerpo deudor del pecado. El espíritu educador y santo rehúye la estratagema, levanta el campo ante los razonamientos sin sentido y se rinde ante el asalto de la injusticia. La sabiduría es un espíritu amigo de los hombres que no deja impune al deslenguado; Dios penetra sus entrañas, vigila puntualmente su corazón y escucha lo que dice su lengua. Porque el espíritu del Señor llena la tierra y, como da consistencia al universo, no ignora ningún sonido.
Palabra de Dios
Salmo 138,R/. Guíame, Señor, por el camino eterno
Santo Evangelio según san Lucas (17,1-6):
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Es inevitable que sucedan escándalos; pero ¡ay del que los provoca! Al que escandaliza a uno de estos pequeños, más le valdría que le encajaran en el cuello una piedra de molino y lo arrojasen al mar. Tened cuidado. Si tu hermano te ofende, repréndelo; si se arrepiente, perdónalo; si te ofende siete veces en un día, y siete veces vuelve a decirte: "Lo siento", lo perdonarás.» Los apóstoles le pidieron al Señor: «Auméntanos la fe.» El Señor contestó: «Si tuvierais fe como un granito de mostaza, diríais a esa morera: "Arráncate de raíz y plántate en el mar." Y os obedecería.»
Palabra del Señor
Compartimos:
Con una hipersensibilidad propia de nuestro tiempo, nos inclinaríamos a ver en la primera de ellas una prevención frente a la posibilidad de echar a perder la vida de un niño. Pero ni aquí ni en Mt 18 se usa la palabra “niño”, sino “pequeño”, término que equivale a débil, a persona que, por carecer quizá de suficiente formación cristiana, pueden fácilmente ser desorientada, o se la puede hacer caer en el camino. Con los débiles debe tenerse un cuidado exquisito. La palabra griega skándalon significa piedra en la que se puede tropezar. La carta de Santiago habla, por ejemplo, del poder de la palabra, con la cual podemos transmitir vida o muerte, ánimo o desencanto; a los seguidores de Jesús les está prohibido esto último. Con una imagen hiperbólica terrible, Jesús prohíbe cercenar el entusiasmo, ganas de vivir, o ilusión en el camino de fe de los demás.
El segundo pensamiento de la catequesis de hoy se centra en la corrección y el perdón. Jesús está formando una comunidad en la que todos tienen una obligación para con el otro: ayudarle a reencontrar la senda certera si la ha perdido. La corrección no es un “echar en cara” o “cantar las verdades” al prójimo, sino indicarle bondadosamente cómo salir del error en que pueda haber incurrido. Y el perdón generoso es distintivo de los de Jesús; en algunos ámbitos del judaísmo (v. gr. Qumrân) solo se conocía el castigo y la excomunión del pecador. Lo de Jesús es diferente, nuevo: una vida deteriorada por una actitud errónea puede ser rehecha, una y mil veces. El seguidor de Jesús es generoso, como su Maestro: ¡perdona siete veces a quien en un día le ofende siete veces! Jesús no pide que se aclaren las cosas y se arreglen los pleitos: hay situaciones humanas tan complicadas que no admiten otra salida que el perdón, la supresión del mal por olvido voluntario. ¡No perdamos tiempo en explicar, aclarar y justificar! Jesús era muy sabio.
El tercer punto de esta catequesis versa sobre el poder de la fe. El tenor originario del dicho de Jesús se perdió al traducirlo al griego: no sabemos si habló de arrancar árboles o montañas (cf. Mt 21,21); S. Pablo debió de conocer la segunda versión, pues habla de “una fe que traslade montañas” (1Co 13,2). Pero eso es asunto menor y lo dejamos para expertos en arameo; de una u otra forma, nuevamente con hipérbole oriental, Jesús enseña que la fe hace posible lo imposible. Y los ejemplos los tenemos al alcance de la mano: dar la vida por otro, como hizo el P. Kolbe en Auschwitz; dejar un ambiente de confort para vivir con los más carenciados, como hizo Teresa de Calcuta…
La petición de los discípulos que precede a la tercera instrucción podemos nosotros colocarla como título a los tres puntos: “Auméntanos la fe”
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