miércoles, 11 de octubre de 2023

Nuestra Señora del Pilar

Primera lectura

Lectura del primer libro de las Crónicas (15,3-4.15-16;16,1-2):

En aquellos días, David congregó en Jerusalén a todos los israelitas, para trasladar el arca del Señor al lugar que le había preparado. Luego reunió a los hijos de Aarón y a los levitas. Luego los levitas se echaron los varales a los hombros y levantaron en peso el arca de Dios, tal como había mandado Moisés por orden del Señor. David mandó a los jefes de los levitas organizar a los cantores de sus familias, para que entonasen cantos festivos acompañados de instrumentos, arpas, cítaras y platillos. Metieron el arca de Dios y la instalaron en el centro de la tienda que David le había preparado. Ofrecieron holocaustos y sacrificios de comunión a Dios y, cuando David terminó de ofrecerlos, bendijo al pueblo en nombre del Señor.

Palabra de Dios

Salmo 26,R/. El Señor me ha coronado,sobre la columna me ha exaltado

Santo Evangelio según san Lucas (11,27-28):

En aquel tiempo, mientras Jesús hablaba a la gente, una mujer de entre el gentío levantó la voz, diciendo: «Dichoso el vientre que te llevó y los pechos que te criaron.»

Pero él repuso: «Mejor, dichosos los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen.»

Palabra del Señor

Compartimos:

Hoy celebramos la fiesta de Nuestra Señora del Pilar, patrona de España y muy venerada en Iberoamérica. Ella es la Madre que está en medio de nosotros como una columna fuerte y segura para alentar nuestra fe, esperanza y caridad. Ella es la Madre que siempre escucha las oraciones de sus hijos, consuela sus lágrimas y se alegra con sus sueños y proyectos. Ella es la Madre que constantemente nos dice: “Haced lo que Él os diga”, la Madre que nos enseña con su palabra y sobre todo con su ejemplo a obedecer a Jesús en todo.

Jesús suscitaba admiración y entusiasmo en las multitudes por lo que decía y hacía. Y así un día una mujer exclamó: “Bienaventurado el vientre que te llevó y los pechos que te criaron. Pero él le dijo: Mejor, bienaventurados los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen”. Jesús reconocía que su madre era la más feliz del mundo por ser su madre biológica, -¡cualquier mujer de su tiempo deseaba ser la madre del Mesías, era un privilegio y una honra!-. Pero aún hay una dicha mayor para una mujer: “escuchar y cumplir la Palabra de Dios”, porque quien hace esto tiene en sí a Dios en este mundo y en el cielo. Quien libremente escucha y obedece a Dios es la persona más grande e importante en el reino de los cielos. Ejemplos de esto: María y todos los santos y santas, y esa innumerable muchedumbre de toda raza, lengua, pueblo y nación que están en el cielo alabando y bendiciendo a Dios por siempre y para siempre.

Y le decimos a la Virgen del Pilar estas estrofas del himno de vísperas:

“Esa columna, sobre la que posa leve sus plantas tu pequeña imagen, 

sube hasta el cielo: puente, escala, guía de peregrinos.

Cantan tus glorias las generaciones,  todas te llaman bienaventurada, 

la roca firme, junto al Ebro enhiesta, gastan a besos.

Abre tus brazos virginales, Madre, vuelve tus ojos misericordiosos, 

tiende tu manto, que nos acogemos bajo tu amparo”.

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