martes, 1 de agosto de 2023

¿Para qué la JMJ?

 La primera Jornada Mundial de la Juventud,  que se celebró en 1984, hasta la JMJ de Lisboa 2023, han transcurrido unas veinticinco las ediciones de este evento peculiar que creó san Juan Pablo II para reunirse con decenas de miles e incluso más de un millón de jóvenes , en concreto, un millón doscientos mil participantes en la JMJ de Paris en 1997.

La JMJ congrega a mucha más gente que unos juegos Olímpicos y en términos económicos, las JMJ son mucho más baratas, limpias y ejemplares.

 Las JMJ se convierten en un «escaparate» de los avances que se dan en el trabajo pastoral con los jóvenes y que se convierten en referencia para llevarlo a las realidades concretas. Hemos de ser conscientes de que la pastoral con jóvenes siempre está en camino. Va unida a su identidad el hecho de que sea una pastoral en continuo cambio, siempre abierta a la creatividad, a la innovación. Son muchas las veces que utilizamos la expresión «ser punta de lanza», porque somos conscientes de que las primeras transformaciones, los primeros pasos en distintos ámbitos de la pastoral de la Iglesia, se dan en el trabajo con los jóvenes. No porque se los utilice como «conejillos de indias», sino porque ellos demandan —con su fuerza, con su buena «rebeldía»— pequeños pasos, pequeñas propuestas que nos van haciendo comprender y entender nuestra realidad con una visión siempre nueva y fresca.

 Las JMJ son una oportunidad de mostrar una Iglesia que acoge. La pastoral con jóvenes, en este momento actual que vivimos, tiene que ser un ejemplo de abrazo, de acogida. Nuestra tarea es la de mirar a los ojos, como nos enseña el Señor, con una mirada de amor, de abrazo, de vida, de esperanza. Y desde ahí construir. Construir con cimientos fuertes, arraigados en la verdadera vida, desde el descubrimiento del amor, desde el encuentro con Jesucristo. Una pastoral desde el Evangelio que nos invita a mirar con ternura a todos, a sanar corazones desde la escucha, el abrazo. Una pastoral que no sucumbe a las caídas, sino que siempre contempla, y a su vez muestra, el brazo extendido para volver a levantarse.

Cuando se proyecta una acción pastoral con jóvenes, dentro de un proceso, se remarcan los objetivos generales: propiciar el encuentro personal con Jesucristo; facilitar la posibilidad de vivir su fe en una comunidad; ofrecer cauces y propuestas formativas; invitarlos a la corresponsabilidad; y acompañarlos en el discernimiento vocacional. Estas claves fundamentales para poder llevar adelante cualquier iniciativa y proyecto de pastoral con jóvenes son los objetivos generales de cualquier JMJ, que a su vez también tiene otros objetivos concretos, más particulares, algunos de ámbito universal y otros más propios de la Iglesia que recibe.

 La JMJ es un espacio y tiempo donde se concentran estos objetivos, aunque es cierto que el hecho de una participación tan masiva y vivirlo prácticamente en cinco días, conlleva una experiencia muy intensa para los jóvenes, los cuales valoran en una inmensa mayoría, que es un tiempo propicio para el encuentro personal y juntos con otros, con Cristo. Reconocen a una Iglesia cercana, viva, que camina a su lado, que ofrece propuestas claras y directas, con mensajes entendibles, que les ayudan a formarse y a tener criterio para su vida. Captan la llamada a ser protagonistas en la acción evangelizadora, a ser corresponsables en esta principal misión de la Iglesia, una llamada a vivir la caridad, la solidaridad con aquellos que sufren, con los que más necesitan. Acogen la tarea de ser acompañados en esta etapa donde es más necesario para el discernimiento vocacional.

 

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