viernes, 21 de julio de 2023

Viernes de la 15ª semana del Tiempo Ordinario

Primera lectura

Lectura del libro del Éxodo (11,10-12.14):

En aquellos días, Moisés y Aarón hicieron muchos prodigios en presencia del Faraón; pero el Señor hizo que el Faraón se empeñara en no dejar marchar a los israelitas de su territorio.

Dijo el Señor a Moisés y a Aarón en tierra de Egipto: «Este mes será para vosotros el principal de los meses; será para vosotros el primer mes del año. Decid a toda la asamblea de Israel: "El diez de este mes cada uno procurará un animal para su familia, uno por casa. Si la familia es demasiado pequeña para comérselo, que se junte con el vecino de casa, hasta completar el número de personas; y cada uno comerá su parte hasta terminarlo. Será un animal sin defecto, macho, de un año, cordero o cabrito. Lo guardaréis hasta el día catorce del mes, y toda la asamblea de Israel lo matará al atardecer. Tomaréis la sangre y rociaréis las dos jambas y el dintel de la casa donde lo hayáis comido. Esa noche comeréis la carne, asada a fuego, comeréis panes sin fermentar y verduras amargas. No comeréis de ella nada crudo ni cocido en agua, sino asado a fuego: con cabeza, patas y entrañas. No dejaréis restos para la mañana siguiente; y, si sobra algo, lo quemaréis. Y lo comeréis así: la cintura ceñida, las sandalias en los pies, un bastón en la mano; y os lo comeréis a toda prisa, porque es la Pascua, el paso del Señor. Esta noche pasaré por todo el país de Egipto, dando muerte a todos sus primogénitos, de hombres y de animales; y haré justicia de todos los dioses de Egipto. Yo soy el Señor. La sangre será vuestra señal en las casas donde estéis; cuando vea la sangre, pasaré de largo; no os tocará la plaga exterminadora, cuando yo pase hiriendo a Egipto. Este día será para vosotros memorable, en él celebraréis la fiesta del Señor, ley perpetua para todas las generaciones."»

Palabra de Dios

Salmo 115 R/. Alzaré la copa de la salvación, invocando el nombre del Señor

 Santo Evangelio según san Mateo (12,1-8):

Un sábado de aquéllos, Jesús atravesaba un sembrado; los discípulos, que tenían hambre, empezaron a arrancar espigas y a comérselas. Los fariseos, al verlo, le dijeron: «Mira, tus discípulos están haciendo una cosa que no está permitida en sábado.»

Les replicó: «¿No habéis leído lo que hizo David, cuando él y sus hombres sintieron hambre? Entró en la casa de Dios y comieron de los panes presentados, cosa que no les estaba permitida ni a él ni a sus compañeros, sino sólo a los sacerdotes. ¿Y no habéis leído en la Ley que los sacerdotes pueden violar el sábado en el templo sin incurrir en culpa? Pues os digo que aquí hay uno que es más que el templo. Si comprendierais lo que significa "quiero misericordia y no sacrificio", no condenaríais a los que no tienen culpa. Porque el Hijo del hombre es señor del sábado.»

Palabra del Señor

Compartimos:

El evangelio de hoy nos trae uno de tantos choques como parece que se produjeron entre Jesús y los fariseos. Estos andaban muy preocupados con el cumplimiento de las normas. Lo hacían con toda la buena voluntad del mundo. Para ellos la fidelidad en el cumplimiento de hasta la más mínima de las normas y leyes del judaísmo era señal práctica y concreta de su fidelidad a Dios. Pero esa observancia tenía una consecuencia negativa: al final todas las normas tenían el mismo nivel, la misma importancia. Para entendernos en el lenguaje más de la iglesia católica, el quebrantamiento de cualquier norma, por pequeña que fuese, era siempre pecado mortal. Significa ser infiel a Dios.


Por eso, los fariseos critican a los discípulos. Al coger las espigas porque tenían hambre estaban quebrantando la ley del sábado. Estaban siendo infieles a Dios. Es una queja y crítica lógica desde su perspectiva. Esperan de Jesús que ordene a sus discípulos que paren de hacer lo que hacen y que se comporten como debe comportarse un judío: cumpliendo todas las normas.


Pero Jesús se coloca en otra perspectiva. En este mundo hay muchas normas. Pero no todas tienen la misma importancia. A veces, hay normas que chocan unas con otras. Jesús tiene claro que hay una jerarquía. Y el punto más alto de la jerarquía es el bien de la persona humana. Antes que cumplir la norma del sábado, hay que dar de comer al hambriento. Así de sencillo.

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