jueves, 1 de junio de 2023

Jesucristo, sumo y eterno sacerdote

Lectura del libro de Jeremías (31, 31-34):

Ya llegan días – oráculo del Señor – en que haré con la casa de Israel y la casa de Judá una alianza nueva. No será un alianza como la que hice con sus padres, cuando los tomé de la mano para sacarlos de Egipto, pues quebrantaron mi alianza, aunque yo era su Señor – oráculo del Señor -.

Esta será la alianza que haré con ellos después de aquellos días – oráculo del Señor – : Pondré mi ley en su interior y la escribiré en sus corazones; yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo. Y no tendrán que enseñarse unos a otros diciendo:

«Conoced al Señor», pues todos me conocerán, desde el más pequeño al mayor – oráculo del Señor -, cuando perdone su culpa y no recuerde ya sus pecados.

Palabra de Dios

Salmo:109, R. Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec.

 Santo Evangelio según san Marcos (14, 12a. 22-25):

El primer día de los Ácimos, cuando se sacrificaba el cordero pascual, mientras comían, Jesús tomó pan, y pronunciando la bendición, lo partió y se lo dio diciendo: «Tomad, esto es mi cuerpo». Después tomó el cáliz, pronunció la acción de gracias, se lo dio y todos bebieron. Y les dijo: «Esta es mi sangre de la alianza, que es derramada por muchos. En verdad os digo que no volveré a beber del fruto de la vid hasta el día que beba el vino nuevo en el reino de Dios».

Palabra del Señor

Compartimos:

Celebrando la fiesta de Jesucristo, sumo y eterno sacerdote, reconocemos en la comunidad el significado real que el mismo Jesús dio a toda su vida, modificando incluso el sentido del sacerdocio cultual del primer testamento. La primera lectura nos remite a una nueva alianza que Dios sella con su pueblo, inscrita en los corazones, que contiene como única ley, la del amor

El sacerdocio de la antigua alianza perdió su significación, por convertirse en un culto externo, incapaz de comprometer la vida del oferente y de los fieles, con el agravante que era un animal, la víctima (o chivo expiatorio), que se sacrificaba para agradar a Dios y conseguir de él favores o gracias. Tal práctica terminó degenerándose hasta que se convirtió en un espacio de manipulación religiosa y exclusión de personas. Por eso los mismos profetas arremeterán contra esta clase de culto (Am 5, 21-23)

Todo sacrificio pierde su sentido real sino queda comprometida la vida de las personas y es aquí donde Jesús es fiel reflejo de esa vida coherente y sacrificada por amor. Si algo tenemos claro es que Jesús no estaba de acuerdo con el proceder de la clase sacerdotal y se enfrentó de tal manera con esa estructura que terminaron condenándolo y crucificándolo. Perfectamente se define la vida entregada de Jesús cuando se dice: «quiso ser al mismo tiempo sacerdote, víctima y altar» (Prefacio Pascual V), manifestando no sólo la coherencia de su vida sino la comprensión que él tenía del verdadero sacrificio agradable a Dios: el amor ágape. Un amor que lo condujo a la entrega total de la vida de manera gratuita, desinteresada y en libertad

La invitación que recibimos en una fiesta como la de hoy es a reconocer el sacerdocio común que nos acompaña a todos los fieles desde nuestro bautismo y que nos invita a ser mediadores o puentes entre Dios y su pueblo. Si nos tomamos en serio lo de ser puentes que comunican y acercan, sabremos con facilidad que nuestra vida está llamada a ser una «eucaristía» viva, como el pan partido y repartido que se entrega por amor a todos.   

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.