lunes, 1 de mayo de 2023

San José Obrero

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (15,1-6):

En aquellos días, unos que bajaron de Judea se pusieron a enseñar a los hermanos que, si no se circuncidaban conforme a la tradición de Moisés, no podían salvarse. Esto provocó un altercado y una violenta discusión con Pablo y Bernabé; y se decidió que Pablo, Bernabé y algunos más subieran a Jerusalén a consultar a los apóstoles y presbíteros sobre la controversia. La Iglesia los proveyó para el viaje; atravesaron Fenicia y Samaria, contando a los hermanos cómo se convertían los gentiles y alegrándolos mucho con la noticia. Al llegar a Jerusalén, la Iglesia, los apóstoles y los presbíteros los recibieron muy bien; ellos contaron lo que Dios había hecho con ellos. Pero algunos de la secta de los fariseos, que habían abrazado la fe, intervinieron, diciendo: «Hay que circuncidarlos y exigirles que guarden la ley de Moisés.» Los apóstoles y los presbíteros se reunieron a examinar el asunto.

Palabra de Dios

Salmo 121, R/. Vamos alegres a la casa del Señor

 Santo Evangelio según san Juan (15,1-8):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Yo soy la verdadera vid, y mi Padre es el labrador. A todo sarmiento mío que no da fruto lo arranca, y a todo el que da fruto lo poda, para que dé más fruto. Vosotros ya estáis limpios por las palabras que os he hablado; permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante; porque sin mí no podéis hacer nada.

Al que no permanece en mí lo tiran fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen y los echan al fuego, y arden. Si permanecéis en mi, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que deseáis, y se realizará. Con esto recibe gloria mi Padre, con que deis fruto abundante; así seréis discípulos míos.»

Palabra del Señor

Compartimos:

Tradicionalmente éste es un mes dedicado a la Virgen María. Hay varias maneras de contemplar su misterio, pero, en el contexto litúrgico en el que nos encontramos, podemos verla como la Madre que aglutina a la comunidad a la espera del fuego de Pentecostés. Ella es el corazón de la comunidad y, al mismo tiempo, es la que abre la comunidad a la fuerza del Espíritu. El mismo Espíritu que la cubrió a ella "con su sombra" en la encarnación es el que cubre ahora a la comunidad para que sea fecunda en el anuncio del evangelio a todo el mundo.

El mes empieza también con una memoria de San José, el trabajador de Nazaret. La mejor síntesis que conozco de su vida laboral y de su proyecto de santidad la encuentro en tres estrofas del himno litúrgico:

El alba mensajera

del sol de alegre brillo

conoce ese martillo

que suena en la madera.

La mano carpintera

madruga a su quehacer,

y hay gracia antes que sol en el taller.


Cabeza de tu casa

del que el Señor se fía,

por la carpintería

la gloria entera pasa.

Tu mano se acompasa

con Dios en la labor,

y alargas tú la mano del Señor.


Y, pues el mundo entero

te mira y se pregunta,

di tú cómo se junta

ser santo y carpintero,

la gloria y el madero,

la gracia y el afán,

tener propicio a Dios y escaso el pan.

Hoy se celebra internacionalmente el día de trabajo. 

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