Tú me quemas con hielo,
me apagas la sed sin agua,
Tú me sacias con pan de hambre,
me abrazas con infinita distancia,
me haces ver tu grandeza
por mi infinito vacío,
me acompañas con desierta soledad.
Tú me das vida muriendo.
Este blog quiere transmitir el don de la gracia, el regalo que Dios me ha concedido en mi vocación de Orante-contemplativa en la Iglesia y en el mundo, de manera que puedo decir con San Pablo: Sierva de Cristo Jesús, enviada por vocación, escogida para el Evangelio de Dios (…) por quien recibimos la gracia (cf. Rm 1,1.5). La vida contemplativa nos capacita para estar en el corazón de las cosas, en las raíces profundas del ser humano.
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