domingo, 30 de abril de 2023

REGINA COELI

 VIAJE APOSTÓLICO DE SU SANTIDAD EL PAPA FRANCISCO A HUNGRÍA

Agradezco al cardenal Erdő sus palabras. Saludo a la señora Presidenta, al Primer Ministro y a las autoridades presentes. Ya próximo a regresar a Roma, deseo expresarles mi agradecimiento a ellos, a los hermanos obispos, a los sacerdotes, a las consagradas y a los consagrados, y a todo el amado pueblo húngaro por la acogida y el afecto que he sentido en estos días. Y manifiesto mi gratitud a los que han venido desde lejos y a los que han trabajado tanto y tan bien por esta visita. A todos les digo: köszönöm, Isten fizesse! [¡gracias, que Dios los recompense!] Un recuerdo especial por los enfermos y los ancianos, por quienes no han podido estar aquí, por quienes se sienten solos y por quienes han perdido la fe en Dios y la esperanza en la vida. Estoy cerca de ustedes, rezo por ustedes y los bendigo.

Saludo a los diplomáticos y a los hermanos y hermanas de otras confesiones cristianas. Gracias por su presencia y gracias porque en este país diversas confesiones y religiones se encuentran y se sostienen recíprocamente. El cardenal Erdő ha dicho que aquí se vive “en la frontera oriental de la cristiandad occidental desde hace mil años”. Es hermoso que las fronteras no representen barreras que separan, sino zonas de contacto; y que los creyentes en Cristo pongan en primer lugar la caridad que une y no las diferencias históricas, culturales y religiosas que dividen. Nos congrega el Evangelio y es volviendo allí, a las fuentes, donde el camino entre los cristianos proseguirá según la voluntad de Jesús, Buen Pastor, que nos quiere unidos en un solo rebaño.

Nos dirigimos ahora a la Virgen. A ella, Magna Domina Hungarorum, a quien invocan como Reina y Patrona, le encomiendo a todos los húngaros. Y desde esta gran ciudad y desde este noble país quisiera confiar de nuevo a su corazón la fe y el futuro de todo el continente europeo, en el que he estado pensando estos días y, de modo particular, la causa de la paz. Santísima Virgen, mira a los pueblos que más sufren. Mira sobre todo al cercano y martirizado pueblo ucraniano y al pueblo ruso, consagrados a ti. Tú eres la Reina de la paz, infunde en los corazones de los hombres y de los responsables de las naciones el deseo de construir la paz, de dar a las jóvenes generaciones un futuro de esperanza, no de guerra; un futuro lleno de cunas, no de tumbas; un mundo de hermanos, no de muros.

Acudimos a ti, Santa Madre de Dios: después de la resurrección de Jesús acompañaste los primeros pasos de la comunidad cristiana, haciéndola perseverante y unánime en la oración (cf. Hch 1,14). Así mantuviste unidos a los creyentes, preservando la unidad con tu ejemplo dócil y servicial. Te pedimos por la Iglesia en Europa, para que encuentre la fuerza de la oración; para que descubra en ti la humildad y la obediencia, el ardor del testimonio y la belleza del anuncio. A ti te encomendamos esta Iglesia y este país. Tú, que exultaste por tu Hijo resucitado, llena nuestros corazones de su alegría. Queridos hermanos y hermanas, les deseo que difundan la alegría de Cristo: Isten éltessen! [¡Felicidades!]. Agradecido por estos días, los llevo en el corazón y les pido que recen por mí. Isten áld meg a magyart! [¡Que Dios bendiga a los húngaros!]

Alexey Leónov, premiado cosmonauta

Alekséi Arjípovich Leónov (1934-2019) ha sido el primer pintor de iconos de la Virgen en el espacio. De hecho, ha sido, directamente, el primer ser humano en dar un paseo por el espacio. Lo hizo en 1965.

Y también fue el primero en rezar a Dios, preocupado, porque no conseguía volver a su cápsula espacial, la Vosjod 2, flotando a 5 metros de su nave, atado por una correa, durante 12 minutos.

Cosmonauta creyente en la URSS antirreligiosa

En ese momento no podía contar su vida de oración en la antirreligiosa sociedad soviética. Él era cosmonauta, ingeniero, militar en la Unión Soviética, y miembro del Partido Comunista. (como todos los cosmonautas).


Pero también era creyente, cristiano ortodoxo, con poca formación religiosa, pero con la fe sencilla de su familia numerosa y pobre.

Tenía 7 hermanos. Su madre era maestra, y creyente: una vez regañó al pequeño Aleksei cuando lo encontró con un icono de la familia. Rezar era peligroso. Su padre había sido represaliado en 1936, aunque rehabilitado en 1939.

El segundo viaje al espacio de Leónov también fue histórico. Fue el comandante de la mitad soviética de la misión Apolo-Soyuz, con la Soyuz 19, en 1975 la primera misión espacial conjunta entre la URSS y EEUU. Después, fue entrenador de cosmonautas. Anciano, en 2016, inauguró en La Palma (Canarias) el paseo de las Estrellas de la Ciencia (con Stephen Hawking y Brian May, guitarrista de Queen que es además profesor de astrofísica).

Sin formación formal como artista, Leónov era un gran dibujante y pintor. Ya de niño pintaba murales. Había estado en Riga intentando formarse en arte, pero la ciudad era cara para él. Se pasó a la escuela de aviación. Ya astronauta, se llevó lápices y colores al espacio, donde dibujó la Tierra, los astronautas...  

Siendo cosmonauta famoso, conoció en 1965 al artista de ciencia ficción Andrei Sokolov: juntos lanzaron 7 álbumes de ilustraciones; uno hacía bocetos, el otro le daba color. Crearon juntos sellos para el Día de la Cosmonáutica en 1967 y para el 15 aniversario de la era espacial en 1972, que fueron premiados ese año en la revista "Ciencia y Tecnología Soviéticas". Es difícil para un artista tener un título más cientifista que ese. En 2004 fue nombrado miembro honorario de la Academia Rusa de las Artes.

En 2013, ya anciano Leónov, un sacerdote ortodoxo, capellán de cosmonautas, le pidió hacer un icono de la Virgen en el espacio, Nuestra Señora del Cosmos. No sólo sería el primer icono de temática "espacial", sino el primer icono mariano en viajar al espacio, porque entregó una copia a amigos cosmonautas que se lo llevaron a la Estación Orbital.

En 2019, Leonov lo contaba así en Pravoslavie.ru: "Un sacerdote amigo me llamó desde Kronstadt. 'Alexey Arjípovich, ¿sabes qué? Tenemos una tarea para ti. Necesitamos un icono para el astropuerto. Construyeron una iglesia allí. Que sea de la Madre de Dios: Ella está en todas partes, tanto en la tierra como en el espacio, pero por alguna razón la muestran solo en su contexto terreno. ¿No puedes hacer que esté con el cosmos de telón de fondo? Queremos un icono así en esta iglesia".

Leónov aceptó el reto.  Además, incluyó dos naves espaciales formando una cruz, "un símbolo de paz", detalla. "Era la nave espacial Soyuz-Apolo, su vuelo, lo que detuvo la Guerra Fría", detalla. Él estuvo allí, en esa misión, en 1975.

Como modelo canónico adoptó una Virgen odiguitria ("guía, la que señala el camino"), en concreto una modalidad llamada en ruso "Si estoy con vosotros, nadie contra vosotros", que le recomendó el capellán. El rostro se lo dejó a un pintor de iconos veterano.

sábado, 29 de abril de 2023

Domingo 4º de Pascua - Ciclo A

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (2,14a.36-41):

EL día de Pentecostés Pedro, poniéndose en pie junto a los Once, levantó su voz y declaró: «Con toda seguridad conozca toda la casa de Israel que al mismo Jesús, a quien vosotros crucificasteis, Dios lo ha constituido Señor y Mesías». Al oír esto, se les traspasó el corazón, y preguntaron a Pedro y a los demás apóstoles: «¿Qué tenemos que hacer, hermanos?» Pedro les contestó: «Convertíos y sea bautizado cada uno de vosotros en el nombre de Jesús, el Mesías, para perdón de vuestros pecados, y recibiréis el don del Espíritu Santo. Porque la promesa vale para vosotros y para vuestros hijos, y para los que están lejos, para cuantos llamare a sí el Señor Dios nuestro». Con estas y otras muchas razones dio testimonio y los exhortaba diciendo: «Salvaos de esta generación perversa». Los que aceptaron sus palabras se bautizaron, y aquel día fueron agregadas unas tres mil personas.

Palabra de Dios

Salmo 22,R/. El Señor es mi pastor, nada me falta

Segunda lectura

Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro (2,20-25):


Queridos hermanos: Que aguantéis cuando sufrís por hacer el bien, eso es una gracia de parte de Dios. Pues para esto habéis sido llamados, porque también Cristo padeció por vosotros, dejándoos un ejemplo para que sigáis sus huellas. Él no cometió pecado ni encontraron engaño en su boca. Él no devolvía el insulto cuando lo insultaban; sufriendo no profería amenazas; sino que se entregaba al que juzga rectamente. Él llevó nuestros pecados en su cuerpo hasta el leño, para que, muertos a los pecados, vivamos para la justicia. Con sus heridas fuisteis curados. Pues andabais errantes como ovejas,pero ahora os habéis convertidoal pastor y guardián de vuestras almas.

Palabra de Dios

Santo Evangelio según san Juan (10,1-10):

En aquel tiempo, dijo Jesús: «En verdad, en verdad os digo: el que no entra por la puerta en el aprisco de las ovejas, sino que salta por otra parte, ese es ladrón y bandido; pero el que entra por la puerta es pastor de las ovejas. A este le abre el guarda y las ovejas atienden a su voz, y él va llamando por el nombre a sus ovejas y las saca fuera. Cuando ha sacado todas las suyas camina delante de ellas, y las ovejas lo siguen, porque conocen su voz; a un extraño no lo seguirán, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños».

Jesús les puso esta comparación, pero ellos no entendieron de qué les hablaba. Por eso añadió Jesús: «En verdad, en verdad os digo: yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que han venido antes de mí son ladrones y bandidos; pero las ovejas no los escucharon. Yo soy la puerta: quien entre por mí se salvará y podrá entrar y salir, y encontrará pastos. El ladrón no entra sino para robar y matar y hacer estragos; yo he venido para que tengan vida y la tengan abundante».

Palabra del Señor

Compartimos:

Hablar de «rebaños», y de «ovejas» y de «corderos» para referirse hoy a las personas o grupos suele provocar malestar y rechazo, en general. En la sociedad civil, no se usa este lenguaje. Y entre los creyentes... pues quizá por la costumbre, por la tradición bíblica, y por los esfuerzos que hacemos para comprender su significado... seguimos usándolo... pero realmente... no es una terminología que nos agrade gran cosa. Y algunos, abiertamente, lo dicen: ¡Nada de ovejas, ni de borregos, ni de rebaños manejados por los «pastores»...!

En los últimos tiempos nos hemos ido acostumbrando a ser protagonistas y responsables, y en muchísimos ámbitos (no en todos) procuramos elegir a quienes nos han de guiar o representar o hacerse cargo de responsabilidades. Y además les exigimos que sean coherentes, honestos, éticos, que cumplan sus programas y compromisos, que sepan dialogar y negociar para bien de la mayoría...

Hoy más que nunca nos rebelamos contra todos los que manipulan a las personas o intentan aprovecharse de ellas, o engañarlas o anteponer oscuros intereses. Y nunca como ahora hemos estado más controlados y espiados por todo tipo de tecnologías. Nos vamos enternado que grandes cadenas de televisión, periodistas y locutores, programas de radio y televisión, prensa, políticos de todos los colores... inventan y difunden bulos, manipulan datos, seleccionan las noticias que les interesan...

Por una parte nos irrita y enfada que quien sea intente imponernos su forma de pensar, o de hacer, o nos mientan, o nos escondan la realidad... Pero por otra... parece que no pocos renuncian a pensar por sí mismos, a ser críticos, a contrastar informaciones y prefieren ser «la voz de su amo» (un político, una emisora, un periódico, el grupo de amigos, etc)... En general, nos angustia la masificación y nos repele el borreguismo y la mentira.

Sin embargo, el rebaño es un símbolo usado con frecuencia por la Escritura para referirse al pueblo de Dios, que anda como «ovejas sin pastor», o incluso sometido a malos pastores. Y que reserva la imagen de «Buen Pastor» para referirse exclusivamente a Dios.

Sábado 3º de Pascua

Lectura de la primera carta del apóstol san Juan (1,5–2,2):

Os anunciamos el mensaje que hemos oído a Jesucristo: Dios es luz sin tiniebla alguna. Si decimos que estamos unidos a él, mientras vivimos en las tinieblas, mentimos con palabras y obras. Pero, si vivimos en la luz, lo mismo que él está en la luz, entonces estamos unidos unos con otros, y la sangre de su Hijo Jesús nos limpia los pecados. Sí decimos que no hemos pecado, nos engañamos y no somos sinceros. Pero, si confesamos nuestros pecados, él, que es fiel y justo, nos perdonará los pecados y nos limpiará de toda injusticia. Si decimos que no hemos pecado, lo hacemos mentiroso y no poseemos su palabra. Hijos míos, os escribo esto para que no pequéis. Pero, si alguno peca, tenemos a uno que abogue ante el Padre: a Jesucristo, el Justo. Él es víctima de propiciación por nuestros pecados, no sólo por los nuestros, sino también por los del mundo entero.

Palabra de Dios

Salmo 102 R/. Bendice, alma mía, al Señor

 Santo Evangelio según san Mateo (11,25-30):

En aquel tiempo, exclamó Jesús: «Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a la gente sencilla. Sí, Padre, así te ha parecido mejor. Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar. Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis vuestro descanso. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera.»

Palabra del Señor

Compartimos:

oy acabamos de leer en el Evangelio el discurso de Jesús sobre el Pan de Vida, que es Él mismo que se dará a nosotros como alimento para nuestras almas y para nuestra vida cristiana. Y, como suele pasar, hemos contemplado dos reacciones bien distintas, si no opuestas, por parte de quienes le escuchan.

Para algunos, su lenguaje es demasiado duro, incomprensible para su mentalidad cerrada a la Palabra salvadora del Señor, y san Juan dice —con una cierta tristeza— que «desde entonces muchos de sus discípulos se volvieron atrás y ya no andaban con Él» (Jn 6,66). Y el mismo evangelista nos da una pista para entender la actitud de estas personas: no creían, no estaban dispuestas a aceptar las enseñanzas de Jesús, frecuentemente incomprensibles para ellos.

Por otro lado, vemos la reacción de los Apóstoles, representada por san Pedro: «Señor, ¿a quién vamos a ir? Tú tienes palabras de vida eterna, y nosotros creemos» (Jn 6,68-69). No es que los doce sean más listos que los otros, ni tampoco más buenos, ni quizá más expertos en la Biblia; lo que sí son es más sencillos, más confiados, más abiertos al Espíritu, más dóciles. Les sorprendemos de cuando en cuando en las páginas de los evangelios equivocándose, no entendiendo a Jesús, discutiéndose sobre cuál de ellos es el más importante, incluso corrigiendo al Maestro cuando les anuncia su pasión; pero siempre los encontramos a su lado, fieles. Su secreto: le amaban de verdad.

viernes, 28 de abril de 2023

Santa Catalina de Siena, Virgen y Doctora

Queridos hermanos y hermanas:

Hay una mujer sencilla, muy alejada en el tiempo, que pertenece al grupo de los que han recibido la revelación de Dios. Se llama Catalina de Siena. En un siglo en el que estamos viviendo la “revolución de la mujer”, necesitamos figuras que encarnen la manera femenina de seguir a Jesús. En Catalina se dan los rasgos que aparecen en la oración de Jesús:

Ella fue una mujer sencilla. No sabía leer ni escribir. No tuvo, por tanto, ninguna formación académica.

Ella fue una escogida por Dios. En los 33 años de su existencia, se dejó seducir por Jesucristo, hasta el punto de que, renunciando a cualquier otra relación, se desposó con él y recibió el don místico del desposorio espiritual.

Catalina representa un espíritu fuerte en tiempos muy convulsos para la sociedad y para la Iglesia. Su criterio evangélico ayudó a muchos, incluyendo dos Papas, a encontrar el verdadero camino. Fue como un faro en medio de la tormenta.

En el origen de esta actitud está su relación especial con Jesús y su vinculación a la dulce Madre, la Virgen María. Estas relaciones fuertes le permitieron abordar una vida de extraordinaria penitencia y, sobre todo, las múltiples persecuciones y calumnias de que fue objeto.

Cuando, contemplando a Catalina, dirigimos la mirada a nuestro tiempo, podemos hacernos una pregunta simple: ¿Cómo contribuir a encontrar el camino evangélico en tiempos tan complejos como los que nos ha tocado vivir? La respuesta es sencilla, aunque en absoluto fácil:

Viviendo relaciones fuertes con quienes pueden sostener una vida: Jesús y su Madre.

Aceptando “entregar la vida” para que otros puedan vivir. Esta entrega de la propia vida tiene que ver con la aceptación de muchas cosas que no nos gustan, pero que sirven para que los demás crezcan. Y, naturalmente, tiene que ver con la incomprensión, el desprecio y la prueba.

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (9,1-20):

En aquellos días, Saulo, respirando todavía amenazas de muerte contra los discípulos del Señor, se presentó al sumo sacerdote y le pidió cartas para las sinagogas de Damasco, autorizándolo a traerse encadenados a Jerusalén a los que descubriese que pertenecían al Camino, hombres y mujeres.

Mientras caminaba, cuando ya estaba cerca de Damasco, de repente una luz celestial lo envolvió con su resplandor. Cayó a tierra y oyó una voz que le decía: «Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?». Dijo él: «¿Quién eres, Señor?». Respondió: «Soy Jesús, a quien tú persigues. Pero levántate, entra en la ciudad, y allí se te dirá lo que tienes que hacer». Sus compañeros de viaje se quedaron mudos de estupor, porque oían la voz, pero no veían a nadie. Saulo se levantó del suelo, y, aunque tenía los ojos abiertos, no veía nada. Lo llevaron de la mano hasta Damasco. Allí estuvo tres días ciego, sin comer ni beber.

Había en Damasco un discípulo, que se llamaba Ananías. El Señor lo llamó en una visión: «Ananías». Respondió él: «Aquí estoy, Señor». El Señor le dijo:

«Levántate y ve a la calle llamada Recta, y pregunta en casa de Judas por un tal Saulo de Tarso. Mira, está orando, y ha visto en visión a un cierto Ananías que entra y le impone las manos para que recobre la vista». Ananías contestó: «Señor, he oído a muchos hablar de ese individuo y del daño que ha hecho a tus santos en Jerusalén, y que aquí tiene autorización de los sumos sacerdotes para llevarse presos a todos los que invocan tu nombre». El Señor le dijo: «Anda, ve; que ese hombre es un instrumento elegido por mí para llevar mi nombre a pueblos y reyes, y a los hijos de Israel. Yo le mostraré lo que tiene que sufrir por mi nombre».

Salió Ananías, entró en la casa, le impuso las manos y dijo: «Hermano Saulo, el Señor Jesús, que se te apareció cuando venías por el camino, me ha enviado para que recobres la vista y seas lleno de Espíritu Santo». Inmediatamente se le cayeron de los ojos una especie de escamas, y recobró la vista. Se levantó, y fue bautizado. Comió, y recobró las fuerzas. Se quedó unos días con los discípulos de Damasco, y luego se puso a anunciar en las sinagogas que Jesús es el Hijo de Dios.

Palabra de Dios

Salmo 116 R/. Ir al mundo entero y proclamad el Evangelio

 Santo Evangelio según san Juan (6,52-59)

EN aquel tiempo, disputaban los judíos entre sí: «¿Cómo puede este darnos a comer su carne?». Entonces Jesús les dijo: «En verdad, en verdad os digo: si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día. Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él. Como el Padre que vive me ha enviado, y yo vivo por el Padre, así, del mismo modo, el que me come vivirá por mí. Este es el pan que ha bajado del cielo: no como el de vuestros padres, que lo comieron y murieron; el que come este pan vivirá para siempre». Esto lo dijo Jesús en la sinagoga, cuando enseñaba en Cafarnaún.

Palabra del Señor

COMPARTIMOS:

Si durante estos días las vidas de Esteban y de Felipe captaban nuestra atención, hoy lo son Saulo y Ananías. Saulo por su proceso de conversión y Ananías por su desprendida disponibilidad. La primera lectura sigue presentándonos aquella expansión inicial de la Iglesia: la persecución de los judíos, la acogida del Evangelio en otras tierras... hoy será Pablo quien comience su misión de «apóstol» y «profeta». La llamada del Señor en el camino tiene los rasgos típicos de la vocación de los profetas de la Primera Alianza. En el fondo, son las preguntas y planteamientos que cada uno nos hacemos de una u otra forma cuando nos ponemos en presencia del Dios que nos llama por el nombre a tomar parte en sus afanes. Tal como lo expresa el Salmo de hoy, se trata de ir a todo el mundo a anunciar el Evangelio, a proclamar que la misericordia del Señor es firme y su fidelidad, eterna.

Ananías puede ayudarnos a aceptar que tal llamada no se responde una vez sin más, sino que cotidianamente es preciso renovarla, porque «nueva» es siempre la Buena Noticia. Confiado en el Señor, es capaz de desprenderse de imágenes que parecían muy seguras, de impresiones difíciles de cambiar, para ayudar a quien más le necesitaba, como Saulo. También nosotros estamos invitados a quitar escamas de los ojos cegados por la estrechez y devolver la mejor mirada al «hermano».

Para responder a esta invitación precisaremos hacer de la eucaristía nuestra lógica de vida, como nos indica el Evangelio de hoy. Quien se alimenta de Él, come su carne y bebe su sangre, habita en Él sin miedo a que todo acabe en el fracaso. Esta forma de ser eucarística de ser bendecidos, de permitir que el Señor nos parta y nos entregue será la verdadera Vida que el mundo está anhelando cada día.

jueves, 27 de abril de 2023

Jueves de la 3ª semana de Pascua

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (8,26-40):

En aquellos días, un ángel del Señor habló a Felipe y le dijo: «Levántate y marcha hacia el sur, por el camino de Jerusalén a Gaza, que está desierto». Se levantó, se puso en camino y, de pronto, vio venir a un etíope; era un eunuco, ministro de Candaces, reina de Etiopía e intendente del tesoro, que había ido a Jerusalén para adorar. Iba de vuelta, sentado en su carroza, leyendo al profeta Isaías. El Espíritu dijo a Felipe: «Acércate y pégate a la carroza». Felipe se acercó corriendo, le oyó leer el profeta Isaías, y le preguntó: «¿Entiendes lo que estás leyendo?». Contestó: «Y cómo voy a entenderlo si nadie me guía?». E invitó a Felipe a subir y a sentarse con él. El pasaje de la Escritura que estaba leyendo era este: «Como cordero fue llevado al matadero, como oveja muda ante el esquilador, así no abre su boca. En su humillación no se le hizo justicia. ¿Quién podrá contar su descendencia? Pues su vida ha sido arrancada de la tierra». El eunuco preguntó a Felipe: «Por favor, ¿de quién dice esto el profeta?; ¿de él mismo o de otro?».

Felipe se puso a hablarle y, tomando píe de este pasaje, le anunció la Buena Nueva de Jesús. Continuando el camino, llegaron a un sitio donde había agua, y dijo el eunuco: «Mira, agua. ¿Qué dificultad hay en que me bautice?». Mandó parar la carroza, bajaron los dos al agua, Felipe y el eunuco, y lo bautizó. Cuando salieron del agua, el Espíritu del Señor arrebató a Felipe. El eunuco no volvió a verlo, y siguió su camino lleno de alegría. Felipe se encontró en Azoto y fue anunciando la Buena Nueva en todos los poblados hasta que llegó a Cesarea.

Palabra de Dios

Salmo 65,R/. Aclamad al Señor, tierra entera

Santo Evangelio según san Juan (6,44-51):

En aquel tiempo, dijo Jesús al gentío: «Nadie puede venir a mí si no lo atrae el Padre que me ha enviado, Y yo lo resucitaré en el último día. Está escrito en los profetas: “Serán todos discípulos de Dios”. Todo el que escucha al Padre y aprende, viene a mí. No es que alguien haya visto al Padre, a no ser el que está junto a Dios: ese ha visto al Padre. En verdad, en verdad os digo: el que cree tiene vida eterna. Yo soy el pan de la vida. Vuestros padres comieron en el desierto el maná y murieron; este es el pan que baja del cielo, para que el hombre coma de él y no muera. Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne por la vida del mundo».

Palabra del Señor

Compartimos:

El camino emprendido por Esteban entre los judíos es continuado por Felipe en otras tierras. Leyendo con atención los relatos de los Hechos, sabemos que el apostolado tanto de Esteban, el «servidor», como el de Felipe, «apóstol», nacen de la disponibilidad que ambos le ofrecen al Espíritu del Resucitado. Los cristianos no seguimos a un fracasado, ni sostenemos una causa perdida; más bien, le hemos abierto nuestras puertas al Dios vivo que ama y actúa en el mundo. Ese Dios que es Espíritu, Señor y Dador de Vida, y que hace de la Iglesia un humilde instrumento de su acción en nuestra historia. El mismo Espíritu que permite contemplar la vida desde su profundidad y leer los acontecimientos «por dentro». La primera lectura nos muestra un ejemplo de ello: un etíope que conoce sin comprender, que busca en el testimonio de la experiencia de Dios con los hombres —en el testimonio de la Escritura— un sentido que le mueva a entender y actuar. En Felipe, encontramos un modelo de atención y audacia, que nos invita a tener unos ojos atentos y unas manos prontas para ayudar a nuestros hermanos a creer en la Palabra de la Vida. Como dice el Salmo: «Venid a escuchar, os contaré qué ha hecho conmigo».

También el Evangelio de hoy insiste en ello: todo el que se acerca a Jesús, en el fondo, ha sido atraído por el Padre. Por ello, sus seguidores hemos de sentirnos llamados a descubrir esa atracción de Dios en el corazón de nuestros hermanos y ayudarnos mutuamente a creer, a confiar en que quien emprende su camino hasta el final, tendrá vida para siempre. Para esto vino al mundo y para esto se hizo semejante a nosotros: se hizo carne para la vida del mundo. Pidámosle esta capacidad de acogida, atención y generosidad; será nuestro mayor amor al mundo.

miércoles, 26 de abril de 2023

Miércoles de la 3ª semana de Pascua

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (8,1-8):

Aquel día, se desató una violenta persecución contra la Iglesia de Jerusalén; todos, menos los apóstoles, se dispersaron por Judea y Samaría. Unos hombres piadosos enterraron a Esteban e hicieron gran duelo por él.

Saulo, por su parte, se ensañaba con la Iglesia, penetrando en las casas y arrastrando a la cárcel a hombres y mujeres. Los que habían sido dispersados iban de un lugar a otro anunciando la Buena Nueva de la Palabra. Felipe bajó a la ciudad de Samaría y les predicaba a Cristo. El gentío unánimemente escuchaba con atención lo que decía Felipe, porque habían oído hablar de los signos que hacía, y los estaban viendo: de muchos poseídos salían los espíritus inmundos lanzando gritos, y muchos paralíticos y lisiados se curaban. La ciudad se llenó de alegría.

Palabra de Dios

Salmo  65,R/. Aclamad al Señor, tierra entera

Santo Evangelio según san Juan (6,35-40):

En aquel tiempo, dijo Jesús al gentío: «Yo soy el pan de vida. El que viene a mí no tendrá hambre, y el que cree en mí no tendrá sed jamás; pero, como os he dicho, me habéis visto y no creéis. Todo lo que me da el Padre vendrá a mí, y al que venga a mí no lo echaré afuera, porque he bajado del cielo no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me ha enviado. Esta es la voluntad del que me ha enviado: que no pierda nada de lo que me dio, sino que lo resucite en el último día. Esta es la voluntad de mi Padre: que todo el que ve al Hijo y cree en él tenga vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día».

Palabra del Señor

Compartimos:

En medio de la persecución y de los tormentos, la Palabra arraiga y se difunde, y no precisamente por méritos humanos. La persecución sufrida por los cristianos en Jerusalén no los paralizó, dejándolos indefensos, sino que la fuerza del Resucitado hizo de ello motivo para anunciar a otros pueblos, de palabra y con el testimonio, el Evangelio. Un anuncio que se vuelve alegría para quienes lo reciben, en salud para quienes lo acogen y en signo de Dios para quienes creen. El deseo feliz del Salmo no nace del entusiasmo ni de la euforia, sino de esta alegría en medio de la dificultad. «Alegrémonos con Dios, tocad y cantad», que llegue a toda la tierra su Buena Noticia.

El Evangelio, a la par que sigue insistiendo en la Vida de ese pan que es Cristo, nos descubre el corazón de la «voluntad del Padre»: que ninguno se pierda, sino que participe de su Vida, que es eterna. Quien se fía de Cristo y sigue sus pasos, tendrá la esperanza de no tener que mendigar el pan y el agua de nuestros desvelos y preocupaciones, sino afrontarlos con ánimo y confianza. Él, el que vive, el que no nos echa fuera, sigue actuando en nosotros sus obras de bienaventuranza y salvación. Un día más, estamos en ocasión propicia para renovar nuestra sencilla adhesión al Jesús de la Causa, para entrar en comunión de vida con Él y que nuestro corazón le confiese: «Jamás permitas que me separe de Ti».

martes, 25 de abril de 2023

San Marcos evangelista

Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro (5,5b-14):

Tened sentimientos de humildad unos con otros, porque Dios resiste a los soberbios, pero da su gracia a los humildes. Inclinaos, pues, bajo la mano poderosa de Dios, para que, a su tiempo, os ensalce. Descargad en él todo vuestro agobio, que él se interesa por vosotros. Sed sobrios, estad alerta, que vuestro enemigo, el diablo, como león rugiente, ronda buscando a quién devorar. Resistidle firmes en la fe, sabiendo que vuestros hermanos en el mundo entero pasan por los mismos sufrimientos. Tras un breve padecer, el mismo Dios de toda gracia, que os ha llamado en Cristo a su eterna gloria, os restablecerá, os afianzará, os robustecerá. Suyo es el poder por los siglos. Amén. Os he escrito esta breve carta por mano de Silvano, al que tengo por hermano fiel, para exhortaros y atestiguaros que ésta es la verdadera gracia de Dios. Manteneos en ella. Os saluda la comunidad de Babilonia, y también Marcos, mi hijo. Saludaos entre vosotros con el beso del amor fraterno. Paz a todos vosotros, los cristianos.

Palabra de Dios

Salmo  88,R/. Cantaré eternamente tus misericordias, Señor

 Santo Evangelio según san Marcos (16,15-20):

En aquel tiempo, se apareció Jesús a los Once y les dijo: «ld al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación. El que crea y se bautice se salvará; el que se resista a creer será condenado. A los que crean, les acompañarán estos signos: echarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos y, si beben un veneno mortal, no les hará daño. Impondrán las manos a los enfermos, y quedarán sanos.»

Después de hablarles, el Señor Jesús subió al cielo y se sentó a la derecha de Dios. Ellos se fueron a pregonar el Evangelio por todas partes, y el Señor cooperaba confirmando la palabra con las señales que los acompañaban.

Palabra del Señor

Compartimos:

San Marcos no fue un testigo de la resurrección del Señor, pero estuvo tan cerca de los testigos ... Un día se le ocurrió escribir no tanto una biografía de Jesús cuanto una confesión de fe. No pudo menos de trasladar al exterior aquello que un día le traspasó el corazón. Por eso escribió algo de su Señor. Fue un evangelio breve. Fue un evangelio escrito para los paganos, probablemente en Roma, recogiendo la predicación de Pedro. Aquellos paganos estaban fuera. Veían los ritos de los cristianos, sus plegarias, su modo de vivir, y todo les parecía enigmático, no alcanzando a entender su razón de ser. ¿Por qué oraban de esta manera? ¿Por qué no eran como los demás? ¿Por qué tenían un modo de vivir tan lleno de amor, de sencillez, de fraternidad? ¿Por qué sufrían los tormentos con tanta serenidad y morían con tanta generosidad?

San Marcos les da la clave en su evangelio. Sencillamente porque habían encontrado a Jesús que se les había hecho visible en la vida de los apóstoles. Habían encontrado a Jesús que era Hijo de Dios y les ofrecía la salvación: una patria definitiva para el último día cuando todo en este mundo se haya terminado, y un hogar entrañable en esta tierra para vivir en fraternidad, llevar los males de la vida con serenidad, estar cerca de los otros con magnanimidad, tener un corazón limpio en la intimidad, y hacer el paso de esta vida a la otra con tranquilidad.

Muchos de aquellos paganos se adhirieron en masa a la fe cristiana. ¿Seremos capaces nosotros, en nuestro tiempo, quizás un poco paganizado, de sentirnos estremecidos por estas palabras esenciales de San Marcos acerca de Jesús e iniciar nuestro itinerario de salvación?

lunes, 24 de abril de 2023

Las bendiciones de Dios sobre mi

Hora es ya que nos vemos

después de tantos caminos---

¡Cuánto nos hemos amado!

Ya deseo estar contigo

donde mi sol no se ponga,

siempre en tu cielo encendido.

Quiero amarte en tus ojos

mientras tú miras los míos.

¡Ábreme la puerta, amado,

por aquí hace tanto frio!

¡Mi verdadera calor...

serás mi aliento infinito!

Hemos caminado unidos

y llegamos al destino,

hora es ya que nos veamos

mi dueño, mi Dios, mi amigo.


Lunes de la 3ª semana de Pascua

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (6,8-15):

En aquellos días, Esteban, lleno de gracia y poder, realizaba grandes prodigios y signos en medio del pueblo. Unos cuantos de la sinagoga llamada de los libertos, oriundos de Cirene, Alejandría, Cilicia y Asia, se pusieron a discutir con Esteban; pero no lograban hacer frente a la sabiduría y al espíritu con que hablaba. Entonces indujeron a unos que asegurasen: «Le hemos oído palabras blasfemas contra Moisés y contra Dios».

Alborotaron al pueblo, a los ancianos y a los escribas, y, viniendo de improviso, lo agarraron y lo condujeron al Sanedrín, presentando testigos falsos que decían: «Este individuo no para de hablar contra el Lugar Santo y la Ley, pues le hemos oído decir que ese Jesús el Nazareno destruirá este lugar y cambiará las tradiciones que nos dio Moisés». Todos los que estaban sentados en el Sanedrín fijaron su mirada en él y su rostro les pareció el de un ángel.

Palabra de Dios

Salmo 118,R/. Dichoso el que camina en la voluntad del Señor

Santo Evangelio según san Juan (6,22-29):


DESPUÉS de que Jesús hubo saciado a cinco mil hombres, sus discípulos lo vieron caminando sobre el mar. Al día siguiente, la gente que se había quedado al otro lado del mar notó que allí no había habido más que una barca y que Jesús no había embarcado con sus discípulos, sino que sus discípulos se habían marchado solos.

Entretanto, unas barcas de Tiberíades llegaron cerca del sitio donde habían comido el pan después que el Señor había dado gracias. Cuando la gente vio que ni Jesús ni sus discípulos estaban allí, se embarcaron y fueron a Cafarnaún en busca de Jesús.

Al encontrarlo en la otra orilla del lago, le preguntaron:

«Maestro, ¿cuándo has venido aquí?».

Jesús les contestó:

«En verdad, en verdad os digo: me buscáis no porque habéis visto signos, sino porque comisteis pan hasta saciaros. Trabajad no por el alimento que perece, sino por el alimento que perdura para la vida eterna, el que os dará el Hijo del hombre; pues a este lo ha sellado el Padre, Dios».

Ellos le preguntaron:

«Y, ¿qué tenemos que hacer para realizar las obras de Dios?».

Respondió Jesús:

«La obra de Dios es esta: que creáis en el que él ha enviado».

Palabra del Señor

Compartimos:

Tras haber elegido a siete «servidores», hoy se nos narra en la primera lectura el ministerio propio del primero de ellos. Esteban lleva a cabo su ministerio en profunda continuidad con el del Señor, haciendo suyo el modo de vivir de Jesús. Al no hablar por cuenta propia, sino como enviado, desprende un estar «lleno de gracia y poder», de «sabiduría y espíritu». Esa sabiduría que brota en nuestra vida cuando permitimos a Dios llevar las riendas y hacemos del Evangelio nuestro latir. O en palabras del Salmo de hoy, quien recorre el camino de la voluntad del Señor, de lo que con profundo amor quiere Él para nosotros, sentirá la dicha de ver su vida como gracia, presencia, amistad y compañía de Dios.

Por eso el Evangelio sostiene dos puntos especialmente importantes: es preciso buscar a Jesús cada día y preguntarnos cómo llevar a cabo lo que Dios quiere de nosotros. Necesitamos buscar a Jesús donde Él está, porque no basta con sabernos todo de carrerilla; muchas veces, o cruzamos a la orilla de Jesús buscándole con tiempo, confianza y esfuerzo o nos quedamos sin el alimento de vida, consuelo y fortaleza que Él nos puede dar. Y es preciso preguntarnos —y preguntarle— cada día cómo ocuparnos de los trabajos que Dios quiere. Para Jesús es clara la respuesta: creer en Él. Creernos que no actúa porque sí, sino como enviado y testigo del Padre. Creernos de verdad la Buena Noticia como lo que es: una novedad buena, anhelada, humanizadora. Confiar en Él y confiarnos a Él cada día. He aquí la mayor obra que está en nuestra mano. Esta lógica fue la que descubrió Esteban en Jesús e hizo suya, la lógica de la eucaristía, que no nos alimenta en vano.


Joan Miró, un místico del lienzo

El peso de la ascesis y la mística en la obra –y vida– de Joan Miró (Barcelona, ​​1893-Palma de Mallorca, 1983) es irrefutable La exposición ‘Joan Miró. Misticismo y vanguardia’, que acaba de ser inaugurado por el Museo Diocesano y la Catedral de Barcelona, ​​lo pone de manifiesto de forma extraordinaria. “Es uno de los temas fundamentales de Miró, bien conocido por la crítica y, de hecho, mucho se ha escrito sobre él. Pero la mayoría de exposiciones sobre Miró no suelen incidir en ese aspecto, y mucho menos convertirlo en protagonista, como en esta exposición”, afirma la comisaria de él, José Óscar Carrascosa.

“Es decir, no estamos proponiendo nada nuevo, es algo bien conocido, por lo que no defendemos ninguna tesis que pueda ser rebatida -añade-, sino que nos estamos centrando en un aspecto fundamental del que, por una u otra razón , la mayoría de las exposiciones de Miró no tratan”. ¿Porque? El comisario lo ignora. “No sé, porque es un aspecto muy reconocido, con abundante literatura científica, pero digamos que la mística y el ascetismo no es un tema especialmente popular, pero es fundamental”.

Tanto es así que Carrascosa piensa -no sólo por su papel de comisario- que la exposición, abierta hasta el 18 de junio, es imprescindible. “Es una exposición necesaria para reivindicar -no sé si la palabra es ‘reivindicar’- pero es para poner en valor esta evidencia en la obra de Miró”. La fe, la religión, el misticismo, el ascetismo, es más que evidente en el arte de Miró. “Es un camino evidente, absolutamente inherente a Miró. En ningún caso puede entenderse a Miró sin la influencia de sus lecturas místicas y ascéticas, sin sus lecturas religiosas. Sin la dimensión religiosa no podemos entender a Joan Miró”.

Las lecturas de raíz religiosa, amplias y diversas, trascienden la obra del artista catalán. “La importancia de sus lecturas ascéticas, místicas, sus lecturas religiosas en general, fue enorme. Por otro lado, las lecturas vanguardistas, los contextos filosóficos, hermenéuticos, mágicos, esotéricos, también fueron muy manejados por el círculo artístico e intelectual en el que se movió Miró, especialmente con las influencias que recibió en este último sentido, de las vanguardias, por André Massoncon quien compartió taller de 1922 a 1923”, recuerda el curador.

domingo, 23 de abril de 2023

REGINA CAELI DEL PAPA FRANCISCO

 Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

En este tercer domingo de Pascua, el Evangelio narra el encuentro de Jesús resucitado con los discípulos de Emaús (cfr. Lc 24,13-35). Se trata de dos discípulos que, resignados ante la muerte del Maestro, el día de Pascua deciden abandonar Jerusalén y volver a casa. Quizá estaban un poco inquietos porque habían escuchado a las mujeres que venían del sepulcro y decían que lo habían encontrado vacío… Mientras caminan tristes hablando de lo sucedido, Jesús se les acerca, pero ellos no lo reconocen. Él les pregunta por qué están tan tristes, y ellos exclaman: «¡Tú eres el único forastero en Jerusalén que ignora lo que pasó en estos días!» (v. 18). Y Jesús pregunta de nuevo: «¿Qué ha ocurrido?» (v. 19). Ellos le cuentan toda la historia, Jesús les hace contar lo sucedido. Luego, mientras caminan, les ayuda a releer los hechos de modo diverso, a la luz de las profecías, de la Palabra de Dios, de todo lo que había sido anunciado al pueblo de Israel. Releer: esto es lo que Jesús hace con ellos, ayudarles a releer. Detengámonos en este aspecto.


En efecto, también para nosotros es importante releer nuestra historia junto a Jesús: la historia de nuestra vida, de un cierto periodo, de nuestras jornadas, con las desilusiones y las esperanzas. También nosotros, como aquellos discípulos, podemos encontrarnos perdidos en medio de los acontecimientos, solos y sin certezas, con muchas preguntas y preocupaciones, con desilusiones, muchas cosas. El Evangelio de hoy nos invita a contarle todo a Jesús con sinceridad, sin temer molestarlo -Él nos escucha-, sin tener miedo de decir algo equivocado, sin avergonzarnos de lo que nos cuesta comprender. El Señor está contento cuando nos abrimos a Él; solo de este modo puede tomarnos de la mano, acompañarnos y hacer que vuela a arder nuestro corazón (cfr. v. 32). También nosotros, como los discípulos de Emaús, estamos llamados a dialogar con Jesús, para que, al atardecer, Él se quede con nosotros (cfr. v. 29).

Existe un buen modo para hacer esto, y hoy quisiera proponéroslo: consiste en dedicar un tiempo, cada noche, a un breve examen de conciencia. ¿Qué ha pasado hoy dentro de mí? Esta es la pregunta. Se trata de releer la jornada con Jesús: abrirle el corazón, llevarle las personas, las decisiones, los miedos, las caídas, las esperanzas,  todas las cosas que han sucedido; para aprender gradualmente a mirar las cosas con ojos diversos, con sus ojos y no solo con los nuestros. Así podremos revivir la experiencia de aquellos dos discípulos. Ante el amor de Cristo, incluso lo que nos parece fatigoso e inútil  puede aparecer bajo otra luz: una cruz difícil de abrazar, la elección de perdonar una ofensa, una victoria no alcanzada, el cansancio del trabajo, la sinceridad que cuesta, las pruebas de la vida familiar… nos aparecerán bajo una luz nueva, la luz del Crucificado Resucitado, que sabe transformar cada caída en un paso adelante. Pero para hacer esto es importante quitar las defensas: dejar tiempo y espacio a Jesús, no esconderle nada, llevarle las miserias, dejarse herir por su verdad, permitir que el corazón vibre con el aliento de su Palabra.

Podemos comenzar hoy dedicando esta noche un momento de oración durante el que preguntarnos: ¿Cómo ha sido mi jornada? ¿Cuáles han sido las alegrías, las tristezas, las cosas aburridas, cómo ha ido, qué ha pasado? ¿Cuáles han sido las perlas de la jornada, quizá escondidas, por las que dar gracias? ¿Ha habido un poco de amor en lo que he hecho? ¿Y cuáles son las caídas, las tristezas, las dudas y los miedos que he de llevar a Jesús para que me abra vías nuevas, me conforte y me anime?

Que María, Virgen sapiente, nos ayude a reconocer a Jesús que camina con nosotros y a releer -la palabra: re-leer- ante Él cada día de nuestra vida.

Queridos hermanos y hermanas:

Ayer, en París, fueron beatificados Enrique Planchat, sacerdote de la Congregación de San Vicente de Paúl; y Ladislao Radigue y tres compañeros sacerdotes de la Congregación de los Sagrados Corazones de Jesús y María. Pastores animados por el celo apostólico, están unidos en el testimonio de la fe hasta el martirio, que padecieron en París en 1871 durante la llamada Comuna de París. ¡Un aplauso para los nuevos beatos!

Ayer se celebró la Jornada Mundial de la Tierra. Espero que el compromiso por el cuidado de la creación vaya siempre unido a una solidaridad efectiva con los más pobres.

La situación en Sudán sigue siendo grave, desgraciadamente; por eso, renuevo mi llamamiento para que cese cuanto antes la violencia y se retome la vía del diálogo. Invito a todos a rezar por nuestros hermanos y hermanas sudaneses.

Hoy se celebra la 99ª Jornada de la Universidad del Sacro Cuore, sobre el tema “Por amor al conocimiento. Los desafíos del nuevo humanismo”. Le deseo al mayor Ateneo católico italiano que afronte estos desafíos con el espíritu de los fundadores, en especial de la joven Armida Barelli, proclamada Beata hace un año.

El próximo viernes viajaré a Budapest, en Hungría, donde estaré tres días para completar el viaje que realicé en 2021 con ocasión del Congreso Eucarístico Internacional. Será una oportunidad para volver a abrazar a una Iglesia y a un pueblo muy queridos. Será también un viaje al centro de Europa, sobre la que siguen soplando gélidos vientos de guerra, mientras que los desplazamientos de tantas personas ponen en el orden del día urgentes cuestiones humanitarias. Pero ahora deseo dirigirme con afecto a vosotros, hermanos y hermanas húngaros, a la espera de visitaros como peregrino, amigo y hermano de todos, y de saludar, entre otros, a vuestras autoridades, a los obispos, los sacerdotes, los consagrados, los jóvenes, los universitarios y los pobres. Sé que estáis preparando con mucho esfuerzo mi visita: os lo agradezco de corazón. Pido a todos que me acompañen con la oración en este viaje.

Y no olvidemos a nuestros hermanos y hermanas ucranianos, todavía afligidos por la guerra.

Os saludo cordialmente a todos vosotros, romanos y peregrinos de Italia y de muchos países -veo tantas banderas de tantos países-, especialmente a los de Salamanca y a los estudiantes de Albacete, así como a la agrupación Veneto-Trentina del Cuerpo de Socorro de la Orden de Malta.

Saludo a los fieles de Ferrara, Palermo y Grumello del Monte; a la comunidad de la Escuela Diocesana de Lodi; a los jóvenes de diversos pueblos de las diócesis de Alba, Bérgamo, Brescia, Como y Milán; a los jóvenes de Confirmación de muchas parroquias italianas; a los alumnos del Instituto Sagrado Corazón de Cadoneghe; a la cooperativa “Volœntieri” de Casoli y al grupo “Mototurismo” de Agna.

Os deseo a todos un feliz domingo; y, por favor, no os olvidéis de rezar por mí. ¡Buen almuerzo y hasta la vista!

SAN JORDI

 Hace mucho tiempo, un dragón terrible atemorizaba a los habitantes de un pueblecito de Cataluña llamado Montblanc. El dragón causaba estragos en la población y devoraba a los animales de pasto de la aldea.

Para calmar la ira del dragón, los habitantes decidieron que cada día sacrificarían a una persona, escogida por sorteo, y se la ofrecerían como señal de buena voluntad.

Pero un día le tocó a la hija del rey ser el sacrificio. Cuando el dragón la iba a devorar, apareció un hermoso caballero para enfrentarse a la bestia. Era Sant Jordi, que le clavó su lanza, y de la sangre del dragón surgió un rosal de rosas rojas.

El suyo fue un gesto desinteresado y valiente que cambió la historia del pueblo y dio nacimiento a nuestra leyenda, pues, desde entonces, en Cataluña es costumbre regalar una rosa a la persona amada. Sant Jordi, patrón de Cataluña desde el siglo XIX, se convirtió en símbolo del territorio catalán con la Renaixença, movimiento político y cultural que recuperó las señas de identidad catalanas.

Felicitamos a toda Catalunya, es una de las fiestas más identitarias. Durante todo el día, amigos y enamorados se intercambian libros y rosas.

sábado, 22 de abril de 2023

Domingo 3º de Pascua - Ciclo A

Primera lectura

Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles (2,14.22-33):

EL día de Pentecostés Pedro, poniéndose en pie junto a los Once, levantó su voz y con toda solemnidad declaró:

«Judíos y vecinos todos de Jerusalén, enteraos bien y escuchad atentamente mis palabras. A Jesús el Nazareno, varón acreditado por Dios ante vosotros con los milagros, prodigios y signos que Dios realizó por medio de él, como vosotros mismos sabéis, a este, entregado conforme al plan que Dios tenía establecido y previsto, lo matasteis, clavándolo a una cruz por manos de hombres inicuos. Pero Dios lo resucitó, librándolo de los dolores de la muerte, por cuanto no era posible que esta lo retuviera bajo su dominio, pues David dice, refiriéndose a él: “Veía siempre al Señor delante de mí, pues está a mi derecha para que no vacile. Por eso se me alegró el corazón, exultó mi lengua, y hasta mi carne descansará esperanzada. Porque no me abandonarás en el lugar de los muertos, ni dejarás que tu Santo experimente corrupción. Me has enseñado senderos de vida, me saciarás de gozo con tu rostro”. Hermanos, permitidme hablaros con franqueza: el patriarca David murió y lo enterraron, y su sepulcro está entre nosotros hasta el día de hoy. Pero como era profeta y sabía que Dios “le había jurado con juramento sentar en su trono a un descendiente suyo”, previéndolo, habló de la resurrección del Mesías cuando dijo que “no lo abandonará en el lugar de los muertos” y que “su carne no experimentará corrupción”. A este Jesús lo resucitó Dios, de lo cual todos nosotros somos testigos.

Exaltado, pues, por la diestra de Dios y habiendo recibido del Padre la promesa del Espíritu Santo, lo ha derramado. Esto es lo que estáis viendo y oyendo».

Palabra de Dios

Salmo  15,R/. Señor, me enseñarás el sendero de la vida

Segunda lectura

Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro (1,17-21):

QUERIDOS hermanos: Puesto que podéis llamar Padre al que juzga imparcialmente según las obras de cada uno, comportaos con temor durante el tiempo de vuestra peregrinación, pues ya sabéis que fuisteis liberados de vuestra conducta inútil, heredada de vuestros padres, pero no con algo corruptible, con oro o plata, sino con una sangre preciosa, como la de un cordero sin defecto y sin mancha, Cristo, previsto ya antes de la creación del mundo y manifestado en los últimos tiempos por vosotros, que, por medio de él, creéis en Dios, que lo resucitó de entre los muertos y le dio gloria, de manera que vuestra fe y vuestra esperanza estén puestas en Dios.

Palabra de Dios

Santo Evangelio según san Lucas (24,13-35):

AQUEL mismo día (el primero de la semana), dos de los discípulos de Jesús iban caminando a una aldea llamada Emaús, distante de Jerusalén unos sesenta estadios; iban conversando entre ellos de todo lo que había sucedido. Mientras conversaban y discutían, Jesús en persona se acercó y se puso a caminar con ellos. Pero sus ojos no eran capaces de reconocerlo. Él les dijo: «¿Qué conversación es esa que traéis mientras vais de camino?». Ellos se detuvieron con aire entristecido, Y uno de ellos, que se llamaba Cleofás, le respondió: «Eres tú el único forastero en Jerusalén que no sabes lo que ha pasado allí estos días?».

Él les dijo: «¿Qué?». Ellos le contestaron: «Lo de Jesús el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y palabras, ante Dios y ante todo el pueblo; cómo lo entregaron los sumos sacerdotes y nuestros jefes para que lo condenaran a muerte, y lo crucificaron. Nosotros esperábamos que él iba a liberar a Israel, pero, con todo esto, ya estamos en el tercer día desde que esto sucedió. Es verdad que algunas mujeres de nuestro grupo nos han sobresaltado, pues habiendo ido muy de mañana al sepulcro, y no habiendo encontrado su cuerpo, vinieron diciendo que incluso habían visto una aparición de ángeles, que dicen que está vivo. Algunos de los nuestros fueron también al sepulcro y lo encontraron como habían dicho las mujeres; pero a él no lo vieron».

Entonces él les dijo: «¡Qué necios y torpes sois para creer lo que dijeron los profetas! ¿No era necesario que el Mesías padeciera esto y entrara así en su gloria?». Y, comenzando por Moisés y siguiendo por todos los profetas, les explicó lo que se refería a él en todas las Escrituras. Llegaron cerca de la aldea adonde iban y él simuló que iba a seguir caminando; pero ellos lo apremiaron, diciendo: «Quédate con nosotros, porque atardece y el día va de caída». Y entró para quedarse con ellos. Sentado a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo iba dando. A ellos se les abrieron los ojos y lo reconocieron. Pero él desapareció de su vista. Y se dijeron el uno al otro: «¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras?». Y, levantándose en aquel momento, se volvieron a Jerusalén, donde encontraron reunidos a los Once con sus compañeros, que estaban diciendo: «Era verdad, ha resucitado el Señor y se ha aparecido a Simón». Y ellos contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.

Palabra del Señor

Compartimos:

 Haber «visto» en persona a Jesús (cosa que no está ya a nuestro alcance) y haber escuchado/leído su mensaje/evangelio... Es importante pero no es suficiente. Formar parte de un grupo de discípulos y compartir la vida, y escuchar sus testimonios personales, es importante pero tampoco es suficiente. Repasar nuestra vida a la luz de las Escrituras y de la experiencia de Jesús crucificado (catequesis/revisión de vida) también es importante y necesario. Pero sigue siendo insuficiente para reconocer vivo al Señor: Es necesario partir juntos el pan, celebrar la Eucaristía, hacer posible la «comunión» interpersonal. Una fe sin Eucaristía no es fe. No se nos abren los ojos. Nos «dejamos fuera» de casa al Señor. Y si celebramos «bien» la Eucaristía... necesitaremos «volver» a buscar al resto de los hermanos. Regresaremos a la Comunidad con una experiencia de fe que compartir. Por fin habremos comprendido a las mujeres, a Pedro, a Tomás... porque tendremos una experiencia común con ellos. Seremos con verdad una Comunidad-Iglesia.

            Que estas sencillas reflexiones nos animen a refrescar, profundizar y cuidar nuestra fe pascual en el Señor Resucitado, ¡el Señor de nuestros caminos! Que seamos capaces de anunciar a quien quiera escucharnos que «es verdad, el Señor ha resucitado y nosotros lo hemos reconocido al partir el Pan». Y si nos marchamos un día a Emaús... que podamos volver con el corazón ardiendo.

Sábado de la 2ª semana de Pascua

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (6,1-7):

En aquellos días, al crecer el número de los discípulos, los de lengua griega se quejaron contra los de lengua hebrea, porque en el servicio diario no se atendía a sus viudas. Los Doce, convocando a la asamblea de los discípulos, dijeron: «No nos parece bien descuidar la palabra de Dios para ocuparnos del servicio de las mesas. Por tanto, hermanos, escoged a siete de vosotros, hombres de buena fama, llenos de espíritu y de sabiduría, y los encargaremos de esta tarea; nosotros nos dedicaremos a la oración y al servicio de la palabra». La propuesta les pareció bien a todos y eligieron a Esteban, hombre lleno de fe y de Espíritu Santo; a Felipe, Prócoro, Nicanor, Timón, Parmenas y Nicolás, prosélito de Antioquía. Se los presentaron a los apóstoles y ellos les impusieron las manos orando. La palabra de Dios iba creciendo y en Jerusalén se multiplicaba el número de discípulos; incluso muchos sacerdotes aceptaban la fe.

Palabra de Dios

Salmo  32,R/. Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti

Santo Evangelio según san Juan (6,16-21):

Al oscurecer, los discípulos de Jesús bajaron al mar, embarcaron y empezaron la travesía hacia Cafarnaún. Era ya noche cerrada, y todavía Jesús no los había alcanzado; soplaba un viento fuerte, y el lago se iba encrespando. Habían remado unos veinticinco o treinta estadios, cuando vieron a Jesús que se acercaba a la barca, caminando sobre el mar, y se asustaron. Pero él les dijo: «Soy yo, no temáis». Querían recogerlo a bordo, pero la barca tocó tierra en seguida, en el sitio adonde iban.

Palabra del Señor

Compartimos:

Hay personas que viven la situación actual de la Iglesia de una forma parecida a lo que experimentaron los discípulos de Jesús cuando se encontraron en su barca atravesando el lago de Genesaret cuando se hizo de noche, se levantó viento y el oleaje comenzó a golpear la barca. Aquellos comenzaron a temer por su vida. Y hoy algunos temen también por la Iglesia. 

Podríamos anotar aquí lo que para algunos son los signos de que la barca de la Iglesia está a punto de naufragar. Desde los ataques de la prensa contra la Iglesia por cualquier motivo, pasando por las persecuciones que sufren los cristianos en diversas partes del mundo. Y ahí se ponen al mismo nivel las quemas de iglesias y persecuciones físicas a cristianos en algunos países de religión preferentemente musulmana y la indiferencia ante lo religioso que se respira en tantas partes de occidente. La falta de vocaciones, el secularismo, el materialismo y muchos otros “ismos” que se ven como amenazas terribles a nuestra identidad. 

Lo peor es que algunos entienden con claridad que lo malo no está fuera de la Iglesia sino dentro de ella. El problema está en que algunos de los marineros de la tripulación de la barca no están nada convencidos de la dirección tomada ni del estilo de gobierno que impone la oficialidad. Pretenden que haya más democracia. Se oponen a las normas y orientaciones que vienen de arriba. Actúan de forma independiente. Y todo esto basados en su lectura del Evangelio. Pero, claro, introducen la confusión entre el pueblo cristiano. Hablan de liberación donde debían hablar de salvación. Confunden la religión con el compromiso social. Claro está que todo eso nos está llevando al desastre. 

viernes, 21 de abril de 2023

 Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (5,34-42):

En aquellos días, un fariseo llamado Gamaliel, doctor de la ley, respetado por todo el pueblo, se levantó en el Sanedrín, mandó que sacaran fuera un momento a los apóstoles y dijo: «Israelitas, pensad bien lo que vais a hacer con esos hombres. Hace algún tiempo se levantó Teudas, dándoselas de hombre importante, y se le juntaron unos cuatrocientos hombres. Fue ejecutado, se dispersaron todos sus secuaces y todo acabó en nada. Más tarde, en los días del censo, surgió Judas el Galileo, arrastrando detrás de sí gente del pueblo; también pereció, y se disgregaron todos sus secuaces. En el caso presente, os digo: no os metáis con esos hombres; soltadlos. Si su idea y su actividad son cosa de hombres, se disolverá; pero, si es cosa de Dios, no lograréis destruirlos, y os expondríais a luchar contra Dios». Le dieron la razón y, habiendo llamado a los apóstoles, los azotaron, les prohibieron hablar en nombre de Jesús, y los soltaron. Ellos, pues, salieron del Sanedrín contentos de haber merecido aquel ultraje por el Nombre. Ningún día dejaban de enseñar, en el templo y por las casas, anunciando la buena noticia acerca del Mesías Jesús.

Palabra de Dios

Salmo  26,R/. Una cosa pido al Señor: habitar en su casa

 Santo Evangelio según san Juan (6,1-15):

En aquel tiempo, Jesús se marchó a la otra parte del mar de Galilea, o de Tiberíades. Lo seguía mucha gente, porque habían visto los signos que hacía con los enfermos. Subió Jesús entonces a la montaña y se sentó allí con sus discípulos. Estaba cerca la Pascua, la fiesta de los judíos. Jesús entonces levantó los ojos y, al ver que acudía mucha gente, dice a Felipe: «¿Con qué compraremos panes para que coman estos?». Lo decía para probarlo, pues bien sabía él lo que iba a hacer. Felipe le contestó: «Doscientos denarios de pan no bastan para que a cada uno le toque un pedazo». Uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dice: «Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos peces; pero ¿qué es eso para tantos?». Jesús dijo:«Decid a la gente que se siente en el suelo». Había mucha hierba en aquel sitio. Se sentaron; solo los hombres eran unos cinco mil. Jesús tomó los panes, dijo la acción de gracias y los repartió a los que estaban sentados, y lo mismo todo lo que quisieron del pescado. Cuando se saciaron, dice a sus discípulos: «Recoged los pedazos que han sobrado; que nada se pierda».

Los recogieron y llenaron doce canastos con los pedazos de los cinco panes de cebada que sobraron a los que habían comido. La gente entonces, al ver el signo que había hecho, decía: «Este es verdaderamente el Profeta que va a venir al mundo». Jesús, sabiendo que iban a llevárselo para proclamarlo rey, se retiró otra vez a la montaña él solo.

Palabra del Señor

Compartimos:

Y, sin embargo, el milagro de la multiplicación de los panes tiene un profundo significado. Nos habla en primer lugar de la compasión de Jesús. El dolor de la gente, el hambre, la miseria, todo eso afecta a Jesús. Su corazón se llena de compasión. Eso vale para entonces y para ahora. Hoy, Jesús sigue estando cerca de todos los que sufren. No puede evitar su dolor. Pero sí puede alargar la mano para acompañar, para compartir, para sentir con. Toda una forma de estar al lado de los demás. Es la forma de estar de Dios. Porque precisamente al estar así es como Jesús nos revela a Dios. 

En segundo lugar, la multiplicación de los panes indica que Jesús hace lo que puede. Pero ese poder pasa por compartir lo que se tiene. No es broma. El milagro tiene su punto de partida en la aparición de un chico que fue capaz de abrir su mochila y poner en común lo que tenía. A partir de ahí se produce el milagro. Y hasta sobra. El milagro no nace de cero sino de la capacidad de los que están allí de abrirse a los demás y compartir lo que tienen. En este caso se compartió unos panes y unos peces. He visto en mi vida auténticos milagros que han sido fruto de compartir simplemente un rato, unos minutos, con otra persona. Se ha vencido la soledad y se ha creado un hueco para la sonrisa y la esperanza. 

Y, en tercer lugar, el milagro de Jesús produce la abundancia. Es la abundancia del Reino de Dios. Se terminó la penuria, la miseria, la pobreza, la angustia, la muerte. Y nace la esperanza, la vida, el amor, la fraternidad. Los que estaban separados y aislados, pensando cada uno en su hambre, comienzan a levantar la vista y descubren en Jesús al profeta que les abre la puerta a una nueva forma de vivir. Por un momento, al compartir los panes y los peces, lo han experimentado. Igual que nosotros en la Eucaristía experimentamos por un momento que Jesús hecho Eucaristía hace de nosotros una familia. Y podemos seguir comprometidos con el sueño del Reino. 

No hacen falta millones de euros. Lo que hace falta es voluntad de compartir y de crear fraternidad como Jesús nos enseñó. Y el milagro se producirá.

jueves, 20 de abril de 2023

Santa Inés de Montepulciano

 Nació alrededor del año 1270. Hija de la toscana familia Segni, propietarios acomodados de Graciano, cerca de Orvieto.

Cuanto solo tiene nueve años, consigue el permiso familiar para vestir el escapulario de "saco" de las monjas de un convento de Montepulciano que recibían este nombre precisamente por el pobre estilo de su ropa.

Seis años más tarde funda un monasterio con Margarita, su maestra de convento, en Proceno, a más de cien kilómetros de Montepulciano. Mucha madurez debió ver en ella el obispo del lugar cuando con poco más de quince años la nombra abadesa. Dieciséis años desempeñó el cargo y en el transcurso de ese tiempo hizo dos visitas a Roma; una fue por motivos de caridad, muy breve; la otra tuvo como fin poner los medios ante la Santa Sede para evitar que el monasterio que acababa de fundar fuera un día presa de ambiciones y usurpaciones ilegítimas. Se ve que en ese tiempo podía pasar cualquier cosa no sólo en los bienes eclesiásticos que detentaban los varones, sino también con los que administraban las mujeres.

Apreciando los vecinos de Montepulciano el bien espiritual que reportaba el monasterio de Proceno puertas afuera, ruegan, suplican y empujan a Inés para que funde otro en su ciudad pensando en la transformación espiritual de la juventud. Descubierta la voluntad de Dios en la oración, decide fundar. Será en el monte que está sembrado de casas de lenocinio, "un lugar de pecadoras", y se levantará gracias a la ayuda económica de los familiares, amigos y convecinos. Ha tenido una visión en la que tres barcos con sus patronos están dispuestos a recibirla a bordo; Agustín, Domingo y Francisco la invitan a subir, pero es Domingo quien decide la cuestión: "Subirá a mi nave, pues así lo ha dispuesto Dios".


Su fundación seguirá el espíritu y las huellas de santo Domingo y tendrá a los dominicos como ayuda espiritual para ella y sus monjas.

Con maltrecha salud, sus monjas intentan procurarle remedio con los baños termales cercanos; pero fallece en el año 1317.

Raimundo de Capua, el mayor difusor de la vida y obras de santa Inés, escribe en Legenda no sólo datos biográficos, sino un chorro de hechos sobrenaturales acaecidos en vida de la santa y, según él, confirmados ante notario, firmados por testigos oculares fidedignos y testimoniados por las monjas vivas a las que tenía acceso por razones de su ministerio. Piensa que relatando prolijamente los hechos sobrenaturales -éxtasis, visiones y milagros-, contribuye a resaltar su santa vida con el aval inconfundible del milagro. Por ello habló del maná que solía cubrir el manto de Inés al salir de la oración, el que cubrió en interior de la catedral cuando hizo su profesión religiosa, o la luz radiante que aún después de medio siglo de la muerte le ha deslumbrado en Montepulciano; no menos asombro causaba oírle exponer cómo nacían rosas donde Inés se arrodillaba y el momento glorioso en que la Virgen puso en sus brazos al niño Jesús (antes de devolverlo a su Madre, tuvo Inés el acierto de quitarle la cruz que llevaba al cuello y guardarla después como el más preciado tesoro). Cariño, poesía y encanto.

Santa Catalina de Siena, nacida unos años después y dominica como ella, será la santa que, profundamente impresionada por sus virtudes, hablará de lo de dentro de su alma. Llegó a afirmar que, aparte de la acción del Espíritu Santo, fueron la vida y virtudes ejemplares vividas heroicamente por santa Inés las que le empujaron a su entrega personal y a amar al Señor. Resalta en carta escrita a las monjas hijas de Inés de Montepulciano -una santa que habla de otra santa- la humildad, el amor a la Cruz, y la fidelidad al cumplimiento de la voluntad de Dios. Pero el mayor elogio que puede decirse de Inés lo dejó escrito en su Diálogo, poniéndolo en boca de Jesucristo: "La dulce virgen santa Inés, que desde la niñez hasta el fin de su vida me sirvió con humildad y firme esperanza sin preocuparse de sí misma".

Fue canonizada por S.S. Benedicto XIII en el año 1726.

Jueves de la 2ª semana de Pascua

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (5,27-33):

En aquellos días, los apóstoles fueron conducidos a comparecer ante el Sanedrín y el sumo sacerdote los interrogó, diciendo: «¿No os habíamos ordenado formalmente no enseñar en ese Nombre? En cambio, habéis llenado Jerusalén con vuestra enseñanza y queréis hacernos responsables de la sangre de ese hombre». Pedro y los apóstoles replicaron: «Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres. El Dios de nuestros padres resucitó a Jesús, a quien vosotros matasteis, colgándolo de un madero. Dios lo ha exaltado con su diestra, haciéndolo jefe y salvador, para otorgar a Israel la conversión y el perdón de los pecados. Testigos de esto somos nosotros y el Espíritu Santo, que Dios da a los que lo obedecen». Ellos, al oír esto, se consumían de rabia y trataban de matarlos.

Palabra de Dios

Salmo 33,R/. Si el afligido invoca al Señor, él lo escucha

Santo Evangelio según san Juan (3,31-36):

EL que viene de lo alto está por encima de todos. El que es de la tierra es de la tierra y habla de la tierra. El que viene del cielo está por encima de todos. De lo que ha visto y ha oído da testimonio, y nadie acepta su testimonio. El que acepta su testimonio certifica que Dios es veraz.

El que Dios envió habla las palabras de Dios, porque no da el Espíritu con medida. El Padre ama al Hijo y todo lo ha puesto en su mano. El que cree en el Hijo posee la vida eterna; el que no crea al Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios pesa sobre él.

Palabra del Señor

Compartimos:

Los apóstoles se sentían testigos ante el pueblo de todo lo que habían visto y oído y procuraban transmitirlo por todos los medios posibles. ¡No había forma de callarlos! Lo intentaron los jefes del pueblo pero no lo consiguieron. Porque el Espíritu de Jesús hervía en su interior y les era imposible no obedecerlo. Gracias a ese testimonio hoy hemos recibido nosotros el tesoro del Evangelio. 

Hoy somos nosotros los testigos. Gracias a la mediación de los apóstoles y de tantos otros a lo largo de la historia cristiana hemos creído en el testimonio de Jesús que nos habla y comunica el amor del Padre. Hoy somos nosotros los que tenemos que dar testimonio de ese amor. Con nuestra forma de vivir, de relacionarnos, de comprometernos con la justicia, de estar cerca de los pobres y oprimidos, de reconciliar, de perdonar, de acoger a los marginados, será como demos a entender a todos que el amor de Dios está en nuestros corazones.

miércoles, 19 de abril de 2023

Miércoles de la 2ª semana de Pascua

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (5,17-26):

En aquellos días, el sumo sacerdote y todos los suyos, que integran la secta de los saduceos, en un arrebato de celo, prendieron a los apóstoles y los metieron en la cárcel pública. Pero, por la noche, el ángel del Señor les abrió las puertas de la cárcel y los sacó fuera, diciéndoles: «Marchaos y, cuando lleguéis al templo, explicad al pueblo todas estas palabras de vida». Entonces ellos, al oírlo, entraron en el templo al amanecer y se pusieron a enseñar. Llegó entre tanto el sumo sacerdote con todos los suyos, convocaron el Sanedrín y el pleno de los ancianos de los hijos de Israel, y mandaron a la prisión para que los trajesen. Fueron los guardias, no los encontraron en la cárcel, y volvieron a informar, diciendo: «Hemos encontrado la prisión cerrada con toda seguridad, y a los centinelas en pie a las puertas; pero, al abrir, no encontramos a nadie dentro». Al oír estas palabras, ni el jefe de la guardia del templo ni los sumos sacerdotes atinaban a explicarse qué había pasado. Uno se presentó, avisando: «Mirad, los hombres que metisteis en la cárcel están en el templo, enseñando al pueblo». Entonces el jefe salió con los guardias y se los trajo, sin emplear la fuerza, por miedo a que el pueblo los apedrease.

Palabra de Dios

Salmo 33,R/. Si el afligido invoca al Señor, él lo escucha

Santo Evangelio según san Juan (3,16-21):

Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Unigénito, para que todo el que cree en él no perezca, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él. El que cree en él no será juzgado; el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del Unigénito de Dios. Este es el juicio: que la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron la tiniebla a la luz, porque sus obras eran malas. Pues todo el que obra el mal detesta la luz, y no se acerca a la luz, para no verse acusado por sus obras. En cambio, el que obra la verdad se acerca a la luz, para que se vea que sus obras están hechas según Dios.

Palabra del Señor

Compartimos:

Y para los que le siguen dando vueltas al juicio, Jesús también dejó claro que “Dios no mandó su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.” El juicio de Dios no es de condenación. Ni siquiera es, como los de nuestro mundo, uno de esos juicios imparciales donde el juez con la ley en la mano dicta sentencia apoyado en los datos objetivos. Nada de eso. El juicio de Dios está hecho de misericordia, de amor, de comprensión, de perdón, de reconciliación. El juicio de Dios no es imparcial sino muy parcial. El juicio de Dios está basado en el prejuicio de mucho amor que nos tiene. El juicio de Dios es de salvación. El juicio de Dios no cierra las puertas de la celda tras nuestro paso sino que nos abre la esperanza a un horizonte de libertad y de vida. 

Los apóstoles lo entendieron así. Por eso predicaban con libertad. Y ante su predicación no podían nada ni los grilletes de las prisiones ni los barrotes de las celdas. El pueblo sencillo también lo entendía así y acogía su palabra. Nosotros tenemos que recuperar para nuestro corazón ese “tanto amó Dios al mundo” y escucharlo muchas veces y meditarlo más, hasta que sintamos en lo más profundo de nuestro ser el abrazo cálido del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús.

martes, 18 de abril de 2023

Martes de la 2ª semana de Pascua

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (4,32-37):

EL grupo de los creyentes tenía un solo corazón y una sola alma: nadie llamaba suyo propio nada de lo que tenía, pues lo poseían todo en común. Los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús con mucho valor. Y se los miraba a todos con mucho agrado. Entre ellos no había necesitados, pues los que poseían tierras o casas las vendían, traían el dinero de lo vendido y lo ponían a los pies de los apóstoles; luego se distribuía a cada uno según lo que necesitaba. José, a quien los apóstoles apellidaron Bernabé, que significa hijo de la consolación, que era levita y natural de Chipre, tenía un campo y lo vendió; llevó el dinero y lo puso a los pies de los apóstoles.

Palabra de Dios

Salmo  92,R/. El Señor reina, vestido de majestad

Santo Evangelio según san Juan (3,5a.7b-15):

En aquel tiempo, dijo Jesús a Nicodemo: «Tenéis que nacer de nuevo; el viento sopla donde quiere y oyes su ruido, pero no sabes de dónde viene ni adónde va. Así es todo el que ha nacido del Espíritu». Nicodemo le preguntó: «¿Cómo puede suceder eso?». Le contestó Jesús: «¿Tú eres maestro en Israel, y no lo entiendes? En verdad, en verdad te digo: hablamos de lo que sabemos y damos testimonio de lo que hemos visto, pero no recibís nuestro testimonio. Si os hablo de las cosas terrenas y no me creéis, ¿cómo creeréis si os hablo de las cosas celestiales? Nadie ha subido al cielo sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre. Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna».

Palabra del Señor

Compartimos:

No debió ser fácil para aquellos primeros discípulos el asimilar todo lo que decía Jesús, todo lo que significaba su figura imponente, sus palabras, la novedad de su forma de comportarse, su manera de hacer presente el amor y la misericordia de Dios. Está claro en los mismos Evangelios que les costó mucho entender a Jesús y el significado revolucionario de su figura y su mensaje. Pero sin ellos no habría llegado a nosotros el testimonio de Jesús.

Hoy, celebrando a los apóstoles Felipe y Santiago, en el contexto del tiempo pascual, celebramos y damos gracias por todos los que formaron la primera comunidad cristiana. Muchos han quedado en el anonimato. Para todos creer en Jesús supuso un cambio importante en su vida. Por una parte su vida se llenó de sentido. La esperanza iluminó sus corazones. Pero, por otra parte, se vieron obligados a cambiar sus valores, su forma de entender la vida, sus relaciones con las demás personas. Desde Jesús todo cobraba un sentido nuevo. Ya no valían los antiguos criterios, los hábitos ni los prejuicios. Se sentían libres de todo lo que antes había supuesto una opresión, normas sin sentido, pesadas leyes difíciles de cumplir. Pero ahora había que elaborar nuevas normas, hacerse con costumbres nuevas. Otros valores reinaban en sus vidas. El Evangelio les daba fuerzas para caminar. Pero ellos tenían que hacer el camino. Es de suponer que sus reuniones para hacer memoria de las palabras y de los hechos de Jesús serían para ellos momentos de iluminación. La Palabra, en aquellos tiempos todavía no escrita, era fuente de sabiduría permanente. Poco a poco fueron alumbrando un nuevo estilo de vida. La Iglesia iba tomando forma. Con errores y equivocaciones, sin duda, pero también con mucha esperanza y mucha ilusión.