Dios, Padre nuestro, yo te ofrezco toda mi jornada,
mis
oraciones, pensamientos, afectos y deseos,
palabras,
obras, alegrías y sufrimientos
en
unión con el Corazón de tu Hijo Jesucristo
que
sigue ofreciéndose a Ti en la Eucaristía
para
la salvación del mundo.
Que
el Espíritu Santo, que guió a Jesús,
sea
mi guía y mi fuerza en este día
para
que pueda ser testigo de tu amor.
Con
María, la madre del Señor y de la Iglesia,
pido
especialmente por las intenciones del Papa y
de
nuestros obispos para este mes.
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