miércoles, 11 de enero de 2023

Miércoles de la 1ª semana del Tiempo Ordinario

Lectura de la carta a los Hebreos (2,14-18):

Lo mismo que los hijos participan de la carne y de la sangre, así también participó Jesús de nuestra carne y sangre, para aniquilar mediante la muerte al señor de la muerte, es decir, al diablo, y liberar a cuantos, por miedo a la muerte, pasaban la vida entera como esclavos.

Notad que tiende una mano a los hijos de Abrahán, no a los ángeles. Por eso tenía que parecerse en todo a sus hermanos, para ser sumo sacerdote misericordioso y fiel en lo que a Dios se refiere, y expiar los pecados del pueblo. Pues, por el hecho de haber padecido sufriendo la tentación, puede auxiliar a los que son tentados.

Palabra de Dios

Salmo 104,R/. El Señor se acuerda de su alianza eternamente.

 Santo Evangelio según san Marcos (1,29-39):

En aquel tiempo, al salir Jesús de la sinagoga, fue con Santiago y Juan a casa de Simón y Andrés. La suegra de Simón estaba en cama con fiebre, e inmediatamente le hablaron de ella. Él se acercó, la cogió de la mano y la levantó. Se le pasó la fiebre y se puso a servirles.

Al anochecer, cuando se puso el sol, le llevaron todos los enfermos y endemoniados. La población entera se agolpaba a la puerta. Curó a muchos enfermos de diversos males y expulsó muchos demonios; y como los demonios lo conocían, no les permitía hablar. Se levantó de madrugada, cuando todavía era muy oscuro, se marchó a un lugar solitario y allí se puso a orar. Simón y sus compañeros fueron en su busca y, al encontrarlo, le dijeron: «Todo el mundo te busca». Él les responde: «Vámonos a otra parte, a las aldeas cercanas, para predicar también allí; que para eso he salido». Así recorrió toda Galilea, predicando en sus sinagogas y expulsando los demonios.

Palabra del Señor

Compartimos:

Hoy nos encontramos en la casa de Pedro; ayer estuvimos acompañando la acción de Jesús en la sinagoga. La suegra de Pedro simboliza la situación de exclusión que sufrían las mujeres ancianas y enfermas. Los discípulos hacen de mediadores ante Jesús; es como un gesto de solidaridad con el necesitado.

Con tres verbos se indica el camino que siguió Jesús para relacionarse con la mujer enferma: acercarse, tocarla y levantarla. Y él espera que quien es sanado exprese su agradecimiento con el servicio a la comunidad. Así es como el cristiano demuestra la calidad y autenticidad de la fe, en el servicio que brinda a los demás. No vale decir, yo estuve enfermo, tengo que descansar… Por eso admira hasta nuestros días la solicitud y el olvido de sí de la suegra de Pedro.

Jesús enseña con el ejemplo que la oración es lo primero al comenzar toda jornada misionera; por ese motivo puede pasar de la palabra a una práctica que libera a endemoniados y enfermos.

Por otra parte, como nos recuerda hoy la carta a los Hebreos: “Como él ha pasado por la prueba del dolor, puede auxiliar a los que ahora pasan por ella”. Él sabe lo que es tentación, lo que es sufrimiento y marginación.

¿Por qué buscan todos a Jesús? ¿Por los milagros de sanación o porque quieren adherirse a su proyecto, a su plan de vida? También hoy esta pregunta cuestiona la acción de los evangelizadores. El entusiasmo popular basado sólo en los milagros, falsea la misión. Lo que Jesús pretende al dar la salud a un enfermo, es que toda la comunidad se transforme y se abra al Dios de la vida que quiere reinar en medio de su pueblo. Los milagros son expresión de solidaridad y liberación, no espectáculo y menos todavía un medio para conseguir una vida más cómoda, sin dolores ni molestias.

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