Te esperaré, Señor, deseado
el cielo de mi noche inacabada,
despierta mi impaciencia a tu llamada
y hecha mi cárcel vuelo reprimido.
Te esperaré, Señor, hasta que quieras
trocarme en logro de tu dulce encuentro
esta amarga quietud de mis esperas.
Te esperaré, Señor, en mi anochecida,
vallada en soledad por fuera y dentro,
a la luz de mi lámpara encendida.
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