jueves, 17 de noviembre de 2022

Jueves de la 33ª semana del Tiempo Ordinario

Lectura del libro del Apocalipsis (5,1-10):

Yo, Juan, vi en la mano derecha del que está sentado en el trono un libro escrito por dentro y por fuera, y sellado con siete sellos. Y vi a un ángel poderoso, que pregonaba en alta voz: «¿Quién es digno de abrir el libro y desatar sus sellos?». Y nadie, ni en el cielo ni en la tierra ni debajo de la tierra, podía abrir el libro ni mirarlo. Yo lloraba mucho, porque no se había encontrado a nadie digno de abrir el libro y de mirarlo. Pero uno de los ancianos me dijo: «Deja de llorar; pues ha vencido el león de la tribu de Judá, el retoño de David, y es capaz de abrir el libro y sus siete sellos». Y vi en medio del trono y de los cuatro vivientes, y en medio de los ancianos, a un Cordero de pie, como degollado; tenía siete cuernos y siete ojos, que son los siete espíritus de Dios enviados a toda la tierra. Se acercó para recibir el libro de la mano derecha del que está sentado en el trono.

Cuando recibió el libro, los cuatro vivientes y los veinticuatro ancianos se postraron ante el Cordero; tenían cítaras y copas de oro llenas de perfume, que son las oraciones de los santos. Y cantan un cántico nuevo: «Eres digno de recibir el libro y de abrir sus sellos, porque fuiste degollado, y con tu sangre has adquirido para Dios hombres de toda tribu, lengua, pueblo y nación; y has hecho de ellos para nuestro Dios un reino de sacerdotes, y reinarán sobre la tierra».

Palabra de Dios

Salmo  149,R/ Has hecho de nosotros para nuestro Dios un reino de sacerdotes.

Santo Evangelio según san Lucas (19,41-44):

En aquel tiempo, aquel tiempo, al acercarse Jesús a Jerusalén y ver la ciudad, lloró sobre ella, mientras decía:

«Si reconocieras tú también en este día lo que conduce a la paz! Pero ahora está escondido a tus ojos.

Pues vendrán días sobre ti en que tus enemigos te rodearán de trincheras, te sitiarán, apretarán el cerco de todos lados, te arrasarán con tus hijos dentro, y no dejarán piedra sobre piedra. Porque no reconociste el tiempo de tu visita».

Palabra del Señor

Compartimos

Las lecturas de hoy están llenas de lágrimas. Juan llora al darse cuenta de que ningún ser humano es digno de abrir los rollos y romper los sellos. Tras su entrada triunfal en la ciudad de Jerusalén, Jesús se detiene un momento y llora por el destino de la ciudad, provocado por su incapacidad de discernir los caminos de Dios. Cuando uno mira alrededor del mundo y ve las muchas atrocidades humanas que ocurren, sólo puede derramar lágrimas por la dureza de corazón de la humanidad. Uno se pregunta si es posible una transformación. Sin embargo, los que tienen fe nunca pueden perder la esperanza. Como Juan comprendió pronto, había, en efecto, alguien digno de abrir el Libro: El Cordero que fue sacrificado, pero que está vivo y en pie. Jesús, habiendo derramado lágrimas, pronto abriría las puertas de la salvación no sólo para Jerusalén, sino para todo el mundo: para cualquier persona dispuesta a creer en él. Esta es la esperanza que debe mantenernos en pie incluso cuando luchamos contra la oscuridad.

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