Señor, ¿qué es lo que amo cuando te amo? No amo la hermosura de un cuerpo, ni la de un rostro. No amo maravillosos juegos de luces, ni melodías, ni bellos cantares. No amo la fragancia de las flores, ni exóticos olores, ni el maná, ni la miel. No amo un abrazo o un beso boca a boca.
No, no amo todo esto cuando amo a mi Dios. Y a pesar de todo, amándole a él, amo cierta luz y cierta voz, amándole a él, amo cierto perfume y cierto manjar, amándole a él, amo cierto abrazo y cierto beso.
Esto es lo que amo, cuando amo a mi Dios, que es luz, voz, fragancia, comida, abrazo y beso. En él mi alma ve lo que el espacio no puede abarcar. En él escucha lo que el tiempo no borra. En él huele lo que el viento no esparce. En él gusta lo que el apetito no consume. En él abraza lo que la saciedad no colma. Esto es lo que amo cuando amo a mi Dios.
(San Agustín)
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