Acordaos, oh Purísima Virgen del Pilar,
que al visitar a Santiago en Zaragoza y mandarle que os edificara
el primer templo consagrado a vuestro nombre,
prometisteis ser Madre y protectora de los españoles.
Animados por tan soberana muestra de amor,
acudimos a Vos, Reina y Señora nuestra.
Con afecto de hijos y con plena confianza
nos consagramos a vuestro servicio,
poniendo en vuestras benditas manos
nuestros cuerpos y almas
con todos sus pensamientos, deseos y obras.
Rogad, en cambio, Madre de Bondad, por España.
Bendecid nuestros campos y ciudades;
pero sobre todo, no consintáis que se amengüe la Fe,
antes bien, derramad sobre ella abundantes gracias,
para que no haya en vuestro pueblo
quien no adore a vuestro divino Hijo,
y no os ame a Vos, a la Santa Iglesia y al Supremo
Pontífice con verdadero afecto.
Vuestros somos, oh Madre, todos los españoles.
Guardadnos y defendednos como cosa y posesión vuestra.
Amén.
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