Lectura del libro de Job (38,1.12-21;40,3-5):
El Señor habló a Job desde la tormenta: «¿Has mandado en tu vida a la mañana o has señalado su puesto a la aurora, para que agarre la tierra por los bordes y sacuda de ella a los malvados, para que la transforme como arcilla bajo el sello y la tiña como la ropa; para que les niegue la luz a los malvados y se quiebre el brazo sublevado? ¿Has entrado por los hontanares del mar o paseado por la hondura del océano? ¿Te han enseñado las puertas de la muerte o has visto los portales de las sombras? ¿Has examinado la anchura de la tierra? Cuéntamelo, si lo sabes todo. ¿Por dónde se va a la casa de la luz y dónde viven las tinieblas? ¿Podrías conducirlas a su país o enseñarles el camino de casa? Lo sabrás, pues ya habías nacido entonces y has cumplido tantísimos años.» Job respondió al Señor: «Me siento pequeño, ¿qué replicaré? Me taparé la boca con la mano; he hablado una vez, y no insistiré, dos veces, y no añadiré nada.»
Palabra de Dios
Salmo 138 R/. Guíame, Señor, por el camino eterno
Santo Evangelio según san Lucas (10,13-16):
En aquel tiempo, dijo Jesús: «¡Ay de ti, Corozaín; ay de ti, Betsaida! Si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que en vosotras, hace tiempo que se habrían convertido, vestidas de sayal y sentadas en la ceniza. Por eso el juicio les será más llevadero a Tiro y a Sidón que a vosotras. Y tú, Cafarnaún, ¿piensas escalar el cielo? Bajarás al infierno. Quien a vosotros os escucha a mí me escucha; quien a vosotros os rechaza a mí me rechaza; y quien me rechaza a mí rechaza al que me ha enviado.»
Palabra del Señor
Compartimos:
En Corazín, Betsaida y Cafarnaúm se produjeron muchos milagros, pero los corazones de sus ciudadanos permanecieron fríos e insensibles. No respondieron precisamente porque habían perdido el sentido del asombro y la maravilla; habían perdido la frescura de la vista. Observa de nuevo las preguntas que Yahvé planteó a Job. ¿Hemos contemplado alguna vez esas maravillas? Si nos detenemos a "ver realmente" esas maravillas que se despliegan a diario a nuestro alrededor, al igual que Job, nos llevaremos las manos a la boca en señal de asombro y nos arrodillaremos en señal de adoración al Creador. Entonces responderemos a esas maravillas sentándonos en cenizas y vistiendo el cilicio del arrepentimiento por no haber reconocido la Gracia que siempre nos ha rodeado; y nos alinearemos con los designios del Creador.
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