Señor, tu que escuchas en el silencio y ves en la oscuridad, que lees entre lágrimas y traduces palabras que no han sido pronunciadas, sé que atenderás a toda persona que sufre y llora ante tantos sufrimientos ¿Mirarás nuestra fragilidad con ojos de amor? ¿Abrazarás nuestra sequedad con amor y misericordia?No lo dudo y creo que lo conoces todo.
Señor, acompáñanos en nuestra nada. Confío que solo tu puedes hacerlo, porque sé que eres bueno, pero a veces me olvido que tengo que dejarlo en tus manos. Que cuando cae la noche en el alma, tu no le temes a la oscuridad. Que si viniste a iluminar las tinieblas del mundo entero, también puedes iluminar las nuestras. Que tu también viviste en el desierto y sigues habitando en todas las almas que hoy viven en sequía.
Señor, tu amas como Padre, no giras la mirada ante el dolor, sino que lo enfrentas y lo haces tuyo. Te adentras en el desierto y plantas tu bandera hasta en los corazones más áridos. Enjugas las lágrimas del triste, miras a los ojos al invisible y acompañas al que está solo. No tienes miedo de ensuciarte las manos y entregarte por entero.
Señor, todo esto lo sé, pero aún así te dejo mi súplica pues mi aridez no entiende de promesas y no comprende fidelidades. No sabe de compromisos ni de amores eternos. Pero algo que sí sabe es que si te quedas con nosotros, seremos felices para siempre. Y ya en medio de nuestra súplica desesperada, podemos sentir en nuestro corazón la certeza de que ya estás con nosotros, aún antes de habértelo pedido. Gracias, Padre Dios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.