Dios cuenta con
nuestra fragilidad para hacer lo que él quiera.
Puede que tengamos
miedo y bastante cobardía pero con confianza
se supera todo porque él está dentro de ti.
La gracia de Dios te invita a vivir despojado y libre de ataduras
para permitirle a Dios atravesar nuestra historia y besar nuestra herida,
dejemos que Dios convierta nuestra herida en una fuerza
hermosa para
arropar a los demás.
En el amor que cada uno pone en cada cosa es donde nos
jugamos la vida, no en las grandezas humanas que son humo y paja,
sino en el amor que
ponemos en todo lo que haces, con serenidad, fe y constancia.
Por eso decimos: Padre Nuestro, que estás en el cielo,
santificado sea tu nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad, en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal.
Amén.
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