Señor, te doy las gracias porque me has llevado sin ningún contratiempo hasta el final de este día. Protégeme de los peligros de la noche.
Que descanse en tu paz. Que descanse plácidamente, como para el sueño de la muerte, sabiendo que en todo momento puedes pedir cuentas a mi espíritu.
Dame tu gracia para que, cuando llegue aquel momento me encuentre preparado y, cuando mi alma se separe de este cuerpo, pueda oír, las palabras divinas; "Muy bien, siervo bueno y , fiel entra en el gozo de tu Señor" (Mt 25: 21 y 23).
Cardenal John Henry Newman
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