Lectura de la profecía de Miqueas (6,1-4.6-8):
Escuchad lo que dice el Señor: «Levántate y llama a juicio a los montes, que escuchen los collados tu voz.» Escuchad, montes, el juicio del Señor; atended, cimientos de la tierra: El Señor entabla juicio con su pueblo y pleitea con Israel: «Pueblo mío, ¿qué te hice o en qué te molesté? Respóndeme. Te saqué de Egipto, de la esclavitud te redimí, y envié por delante a Moisés, Aarón y María.» «¿Con qué me acercaré al Señor, me inclinaré ante el Dios de las alturas? ¿Me acercaré con holocaustos, con novillos de un año? ¿Se complacerá el Señor en un millar de carneros, o en diez mil arroyos de grasa? ¿Le daré un primogénito para expiar mi culpa; el fruto de mi vientre, para expiar mi pecado?» «Te han explicado, hombre, el bien, lo que Dios desea de ti: simplemente, que respetes el derecho, que ames la misericordia y que andes humilde con tu Dios.»
Palabra de Dios
Salmo 49 R/. Al que sigue buen camino le haré ver la salvación de Dios
Santo Evangelio según san Mateo (12,38-42):
En aquel tiempo, algunos de los escribas y fariseos dijeron a Jesús: «Maestro, queremos ver un signo tuyo.» Él les contestó: «Esta generación perversa y adúltera exige un signo; pero no se le dará más signo que el del profeta Jonás. Tres días y tres noches estuvo Jonás en el vientre del cetáceo; pues tres días y tres noches estará el Hijo del hombre en el seno de la tierra. Cuando juzguen a esta generación, los hombres de Nínive se alzarán y harán que la condenen, porque ellos se convirtieron con la predicación de Jonás, y aquí hay uno que es más que Jonás. Cuando juzguen a esta generación, la reina del Sur se levantará y hará que la condenen, porque ella vino desde los confines de la tierra, para escuchar la sabiduría de Salomón, y aquí hay uno que es más que Salomón.»
Palabra del Señor
Compartimos:
Nuestra fe en Jesús se apoya en la confianza: la confianza en su Palabra, reflejo de su Vida, transmitida a través de los testigos de la primera hora, que vivieron con Él, y que se nos ha transmitido en la tradición viva de la Iglesia, vivificada por el Espíritu Santo. Desde ahí, es verdad que también podemos hacer “experiencia” de su presencia… aquí y ahora, porque gracias a ese Espíritu, Jesucristo es contemporáneo a toda época y a toda persona. El gran “signo” de Jesús es su vida entregada, a lo largo de sus días entre nosotros, que se significa de modo pleno en la Pascua: la cruz y la resurrección, como los tres días y las tres noches de Jonás en la ballena, que le hicieron nacer de nuevo.
Unidos a él, también nosotros podemos nacer de nuevo, siempre que no le pidamos más pruebas que las que Él nos da: su vida entregada y la presencia del Espíritu en nosotros, a través de la comunidad de la Iglesia, en su Palabra, en su Eucaristía y demás sacramentos, en los más necesitados…
Ojalá que Jesús no encuentre en nosotros individuos exigentes, sino personas sencillas, de las que pueda decir: “te doy gracias, Padre (…) porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y se las has enseñado a la gente sencilla” (Mateo 11, 25).
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