Lectura de la primera carta del apóstol san Juan (4,7-16):
Queridos hermanos, amémonos unos a otros, ya que el amor es de Dios, y todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. Quien no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor. En esto se manifestó el amor que Dios nos tiene: en que Dios envió al mundo a su Hijo único, para que vivamos por medio de él. En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó y nos envió a su Hijo como víctima de propiciación por nuestros pecados. Queridos, si Dios nos amó de esta manera, también nosotros debemos amarnos unos a otros. A Dios nadie lo ha visto nunca. Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros y su amor ha llegado en nosotros a su plenitud. En esto conocemos que permanecemos en él, y él en nosotros: en que nos ha dado de su Espíritu. Y nosotros hemos visto y damos testimonio de que el Padre envió a su Hijo para ser Salvador del mundo. Quien confiese que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él, y él en Dios. Y nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él. Dios es amor, y quien permanece en el amor permanece en Dios, y Dios en él.
Palabra de Dios
Salmo 33 R/. Bendigo al Señor en todo momento
Santo Evangelio según san Juan (11,19-27):
En aquel tiempo, muchos judíos habían ido a ver a Marta y a María, para darles el pésame por su hermano. Cuando Marta se enteró de que llegaba Jesús, salió a su encuentro, mientras María se quedaba en casa. Y dijo Marta a Jesús: «Señor, si hubieras estado aquí no habría muerto mi hermano. Pero aún ahora sé que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo concederá.» Jesús le dijo: «Tu hermano resucitará.»Marta respondió: «Sé que resucitará en la resurrección del último día.»Jesús le dice: «Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y el que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre. ¿Crees esto?» Ella le contestó: «Sí, Señor: yo creo que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo.»
Palabra del Señor
Compartimos:
De muchos personajes del Nuevo Testamento conocemos poco o muy poco. Sin embargo, de alguno de ellos se nos dan algunas características que son capaces de iluminar lo que es una vida desde Dios para los demás. Uno de estos personajes es Marta de Betania, Santa Marta. La hermana de Lázaro y de María se nos describe en varios pasajes de los evangelios como amiga, creyente y servicial.
Marta fue amiga del Señor. Lo eran los tres hermanos, a cuya casa se acercaba Jesús de vez en cuando para disfrutar de su amistad, descansar, compartir… La amistad es un don de Dios, que es capaz de crear lazos de humanidad que nos mantienen en la vida y nos sostienen en la adversidad.
Marta fue creyente. Así aparece principalmente en el pasaje de hoy: «Sí, Señor: yo creo que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo». Una confesión de fe que, sin esquivar las preguntas y en medio de la dificultad, se fía del Amigo.
Marta fue servicial. Hasta el extremo. Así queda consignado en el otro pasaje evangélico donde su hermana María se ha quedado escuchando a los pies del Señor, mientras que Marta se afana en cuidar todos los detalles para acoger al Amigo.
Amigos, creyentes, serviciales… tres dones que recibir y tres tareas en las que crecer en nuestra relación con el Señor. Una buena definición de lo que significa ser un “discípulo misionero”, un seguidor de Jesús en el siglo I, en el siglo XXI y en cualquier tiempo y lugar.
¡Feliz día de Santa Marta!
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