¡Señor, hoy te elevas al Cielo y a través de tu Ascensión me permites una intimidad mayor con el Padre!
¡Gracias, Señor! ¡Gracias, porque me haces comprender que el cielo es el estar del hombre en Dios y cada vez que me acerco a Ti,
Señor, y entro en comunión contigo me acerco al cielo añorado! ¡Gracias, Señor! ¡Gracias, porque yo también estoy como los apóstoles lleno de gozo y de alegría porque con tu Ascensión das fe de que vives entre nosotros, de que nos abres las puertas de la eternidad y esto me llena de esperanza! ¡Gracias, Señor! ¡Gracias, porque me anuncias el envío del Espíritu Santo y a través de él puedo dar testimonio, anunciar tu Buena Nueva, comprometerme con la comunidad, evidenciar la verdad del Evangelio! ¡Gracias, Señor!
¡Gracias, Señor, porque en este día la serenidad se adueña de mi corazón y ya no deseo quedarme quieto mirando al cielo sino proclamar, con la fuerza de tu Santo Espíritu, que Tú verdaderamente has resucitado! ¡Gracias, Señor!
¡Gracias porque tú me anuncias que estarás con nosotros hasta el fin de los tiempos y esto me llena, Señor, de consuelo! ¡Gracias, Señor! ¡Gracias, porque la Iglesia vive momentos convulsos y de dificultad y tú me demuestras que hemos de tener confianza porque tú estás presente en ella por medio de tu Espíritu para que continúe con su labor misionera de anunciar la cruz y la alegría del cielo! ¡Gracias, Señor! ¡Gracias porque tu presencia en este mundo es real y sin ti nada podemos hacer o al menos yo sin ti no soy nadie! ¡Gracias, Señor! ¡Y gracias, sobre todo, porque cada vez que elevo una súplica en la oración me uno contigo en el Cielo, porque cada plegaria confiada atraviesa el cielo y se pone a los pies del trono de Dios y Él la toma con sus manos divinas, la escucha, la acoge y la lleva a término cuando es su voluntad! ¡Gracias, Señor!
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