Mortifica en mí la presunción natural.
Quiero ser sencillo, lleno de amor a Dios, y constantemente generoso.
Que ninguna fuerza humana me impida hacer honor a mi vocación cristiana.
Que ningún interés, por descuido mío, vaya contra la justicia.
Que ningún egoísmo reduzca en mí los espacios infinitos del amor.
Que la efusión de tu Espíritu de amor venga sobre mí, sobre la
Iglesia y sobre el mundo entero. Amén.
(San Juan XXIII)
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