¡Ven, oh Santo Espíritu!: ilumina mi entendimiento,
para conocer tus mandatos: fortalece mi corazón contra
las insidias del enemigo: inflama mi voluntad… He oído tu voz, y no quiero endurecerme y resistir, diciendo: después…, mañana. Nunc cœpi!
¡Ahora!, no vaya a ser que el mañana me falte.
¡Oh, Espíritu de verdad y sabiduría, Espíritu de entendimiento
y de consejo, Espíritu de gozo y paz!: quiero lo que quieras,
quiero porque quieres, quiero
como quieras, quiero cuando quieras…
Por los méritos de Jesucristo
y la intercesión de tu esposa, Santa María,
te suplicamos vengas a nuestros corazones
y nos comuniques la plenitud de tus dones,
para que, iluminados y confortados por ellos,
vivamos según tu voluntad y,
muriendo entregados a tu amor,
merezcamos cantar eternamente tus infinitas misericordias.
Por Cristo Nuestro Señor. Amén.
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