“Oh Dios, tu Hijo, Jesucristo,
Señor nuestro, por medio de su pasión
ha destruido la muerte que,
como consecuencia del antiguo pecado,
a todos los hombres alcanza.
Concédenos hacernos semejantes a él.
De este modo, los que hemos llevado
grabada, por exigencia de la naturaleza humana,
la imagen de Adán, el hombre terreno,
llevaremos grabada en adelante,
por la acción santificadora de tu gracia,
la imagen de Jesucristo, el hombre celestial.
Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.
Amén.”
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