Jesús mismo nos enseñó a orar, así
que con confianza podemos decir:
Padre nuestro,
que estás en el cielo.
Santificado sea tu nombre,
venga a nosotros tu Reino;
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal.
Señor Dios,
en tu misericordia recuerda a tu pueblo.
Líbranos del mal que nos amenaza.
Que seamos tu luz y amor especialmente
en este momento de necesidad.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén.
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