miércoles, 9 de febrero de 2022

Miércoles de la 5ª Semana del Tiempo Ordinario

Lectura del primer libro de los Reyes (10,1-10):

En aquellos días, la reina de Sabá oyó la fama de Salomón y fue a desafiarle con enigmas. Llegó a Jerusalén con una gran caravana de camellos cargados de perfumes y oro en gran cantidad y piedras preciosas. Entró en el palacio de Salomón y le propuso todo lo que pensaba. Salomón resolvió todas sus consultas; no hubo una cuestión tan oscura que el rey no pudiera resolver. Cuando la reina de Sabá vio la sabiduría de Salomón, la casa que había construido, los manjares de su mesa, toda la corte sentada a la mesa, los camareros con sus uniformes sirviendo, las bebidas, los holocaustos que ofrecía en el templo del Señor, se quedó asombrada y dijo al rey: «¡Es verdad lo que me contaron en mi país de ti y tu sabiduría! Yo no quería creerlo; pero ahora que he venido y lo veo con mis propios ojos, resulta que no me habían dicho ni la mitad. En sabiduría y riquezas superas todo lo que yo había oído. ¡Dichosa tu gente, dichosos los cortesanos que están siempre en tu presencia, aprendiendo de tu sabiduría! ¡Bendito sea el Señor, tu Dios, que, por el amor eterno que tiene a Israel, te ha elegido para colocarte en el trono de Israel y te ha nombrado rey para que gobiernes con justicia!»

La reina regaló al rey cuatro mil quilos de oro, gran cantidad de perfumes y piedras preciosas; nunca llegaron tantos perfumes como los que la reina de Saba regaló al rey Salomón.

Palabra de Dios

Salmo  36,R/. La boca del justo expone la sabiduría

Santo Evangelio según san Marcos (7,14-23):

En aquel tiempo, llamó Jesús de nuevo a la gente y les dijo: «Escuchad y entended todos: Nada que entre de fuera puede hacer al hombre impuro; lo que sale de dentro es lo que hace impuro al hombre. El que tenga oídos para oír, que oiga.» Cuando dejó a la gente y entró en casa, le pidieron sus discípulos que les explicara la parábola. Él les dijo: «¿Tan torpes sois también vosotros? ¿No comprendéis? Nada que entre de fuera puede hacer impuro al hombre, porque no entra en el corazón, sino en el vientre, y se echa en la letrina.»

Con esto declaraba puros todos los alimentos. Y siguió: «Lo que sale de dentro, eso sí mancha al hombre. Porque de dentro, del corazón del hombre, salen los malos propósitos, las fornicaciones, robos, homicidios, adulterios, codicias, injusticias, fraudes, desenfreno, envidia, difamación, orgullo, frivolidad. Todas esas maldades salen de dentro y hacen al hombre impuro.»

Palabra del Señor

Compartimos:

Reconcíliate contigo mismo, con los que te fastidian, con Jesús que te espera. No lo hagas de manera aislada, cerrado sobre ti mismo, utiliza la mediación de la Iglesia donde se expresa la fuerza curativa de Cristo, donde entras en comunión con todos, con múltiples oraciones que en el cielo y en la tierra interceden por tu perdón y tu paz en la alegría de la reconciliación. Sí, la paz; así lo reza la fórmula de la absolución “Dios todopoderoso… te conceda por el ministerio de la Iglesia el perdón y la paz. Y yo te absuelvo…” Claro que no es la única mediación, pero es la más poderosa. Están el examen, los escrutinios, el proyecto personal, etc. Pero de vez en cuando hay que lavar con jabón del bueno y frotar bien lo sucio.

La reina de Sabá aparece hoy en la primera lectura. No olvidemos la queja de Jesús respecto a esta extranjera: “La reina de Sabá se levantará en el juicio con esta generación y la condenará, porque ella vino de los confines de la tierra a oír la sabiduría de Salomón,  y aquí hay algo más  que  Salomón»  (Mateo  l  2,42).  ¿Tomamos en serio y aprovechamos bien la sabiduría que nos enseña cada día, sobre todo en las lecturas de la misa, el auténtico Maestro que Dios nos ha enviado, Jesús?

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