Oh Salvador mío, fuente inagotable de dulzura y de bondad!
No piense yo más que en Vos. Cuando al mismo tiempo que a Vos se ama
cualquiera otra cosa, ya no se os ama,oh Dios mío!, con verdadero
amor. Oh amor lleno de dulzura, dulzura llena de amor, amor exento
de penas y seguido de infinidad de placeres; amor tan puro y tan
sincero que subsiste en todos los siglos; amor cuyo ardor no hay cosa
que pueda apagar ni entibiar! Jesús, mi adorable Salvador, cuyas
bondades, cuyas dulzuras son incomparables, caridad tan perfecta como
que sois nada menos que mi Dios! Véame yo abrasado en vuestras
divinas llamas, de suerte que no sienta ya más que aquellos torrentes
de dulzuras, de placeres, de delicias y de alegría, pero de una
alegría enteramente justa, enteramente casta, pura, santa y seguida
de aquella perfecta paz que solamente en Vos se encuentra. Sea yo
abrasado en las llamas de aquel amor,¡oh Dios mío!, con todo el
afecto de mi corazón y de mi alma. No quiero, bien mío, no quiero en
lo sucesivo más amor que el vuestro. Amén.
en bondad tuya.
Amen.
(San Agustín)
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