Una de estas capillas está situada en el Camp Nou, campo del Fútbol Club Barcelona, y estadio con mayor capacidad de toda Europa, con casi 100.000 espectadores.
Rovira cuenta que para la inauguración del Camp Nou en 1957 el club encargó una imagen de la “Moreneta”, como es conocida la Virgen de Montserrat. Esta talla, durante la misa que se celebró en la inauguración, dio la vuelta al campo sobre los hombros de varios miembros de la Penya Solera, a la que pertenecía el propio Joan Rovira.
Para la ocasión también se encargó una piedra del Macizo de Montserrat para que hiciera de pedestal y que se situaría con la imagen en la capilla del estadio. La capilla está situada en el pasillo que va de los vestuarios de los futbolistas al campo, por lo que es un lugar de paso obligado.
"Cuando se inauguró el estadio, sólo teníamos la imagen y la piedra", explica Joan Rovira, pero una vez inaugurada la capilla presidida por la Moreneta, quedaría medio olvidada y descuidada.
Pero fue un accidente –relata este gran barcelonista- en el que dos miembros de la Penya Solera resultaron gravemente heridos, se encomendaron a la Virgen y lograron recuperarse cuando la capilla volvió a resurgir. En agradecimiento, estos peñistas compraron dos candelabros para adornar e iluminar la capilla del Camp Nou.
Al llevarlos a la capilla y descubrir el estado del oratorio, la Penya Solera se ofreció al club para custodiar, ornamentar y cuidar la capilla. Pero el Barça no tenía dinero, por lo que esta peña, hoy ya desaparecida pero que fue la primera de las miles que existen hoy, se ofreció a costear el mantenimiento de la capilla.
Desde ese momento Joan Rovira es custodio de la capilla, primero como miembro de la Penya y después a través de la Agrupació Barça Jugadors , la antigua Agrupación de jugadores veteranos del Barça: “Por la Fiesta de Nuestra Señora de la Merced, cada año la Penya hacía un regalo a la capilla a fin de irla adornando. Ese día se bailaban sardanas y los directivos bajaban a visitar la capilla”.
Desaparecida la Penya Solera, al ser también miembro de la Agrupación de ex jugadores del Barça, Joan se ofreció para continuar como custodio de la capilla, cargo que autorizó por escrito el presidente Josep Lluís Núñez en 1997.
Más de 60 años después, Rovira, ahora con la ayuda de su hijo, vela aún por que la capilla luzca y esté debidamente adornada: “Cuando hay partido cuidamos que las luces estén abiertas, cambiemos las flores según el tiempo litúrgico y procuremos que no falte ningún elemento que una capilla debe tener”.
La Moreneta ha visto cómo la capilla se ha ido completando con el paso de los años. Se colocó el altar con el escudo de la Peña Solera, del Barça y de la ciudad. Llegarían después el sagrario, los bancos y las vidrieras, que dan luz y esconden la pequeña sacristía que hay detrás del altar. Varias pinturas murales adornan las paredes y la hacen aún más acogedora, más culé y más montserratina.
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