martes, 4 de enero de 2022

4 de Enero. Feria de Navidad

Lectura de la primera carta del apóstol san Juan (3,7-10):

Hijos míos, que nadie os engañe. Quien obra la justicia es justo, como él es justo. Quien comete el pecado es del diablo, pues el diablo peca desde el principio. El Hijo de Dios se manifestó para deshacer las obras del diablo. Todo el que ha nacido de Dios no comete pecado, porque su germen permanece en él, y no puede pecar, porque ha nacido de Dios. En esto se reconocen los hijos de Dios y los hijos del diablo: todo el que no obra la justicia no es de Dios, ni tampoco el que no ama a su hermano.

Palabra de Dios

Salmo 97R/. Los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios

Santo Evangelio según san Juan (1,35-42):

En aquel tiempo, estaba Juan con dos de sus discípulos y, fijándose en Jesús que pasaba, dice: «Éste es el Cordero de Dios.»Los dos discípulos oyeron sus palabras y siguieron a Jesús. Jesús se volvió y, al ver que lo seguían, les pregunta: «¿Qué buscáis?»Ellos le contestaron: «Rabí (que significa Maestro), ¿dónde vives?»

Él les dijo: «Venid y lo veréis.Entonces fueron, vieron dónde vivía y se quedaron con él aquel día; serían las cuatro de la tarde. Andrés, hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que oyeron a Juan y siguieron a Jesús; encuentra primero a su hermano Simón y le dice: «Hemos encontrado al Mesías (que significa Cristo).»Y lo llevó a Jesús. Jesús se le quedó mirando y le dijo: «Tú eres Simón, el hijo de Juan; tú te llamarás Cefas (que se traduce Pedro).»

Palabra del Señor

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¿Fue para Juan el Bautista perder a sus discípulos a favor de Jesús? En realidad, no lo sabemos. Pero lo que sí sabemos es esto: que Juan sabía perfectamente que él era sólo un precursor, y que Cristo era el protagonista; que su papel era preparar el camino para el Señor, dirigir a la gente hacia Cristo, y retirarse él mismo a los márgenes. Desempeñó su papel a la perfección; y por la falta de pruebas que demuestren lo contrario, parece que también lo disfrutó.

Una vez me encontré con un joven maravilloso en el que percibí semillas de vocación al sacerdocio o a la vida religiosa. Le pedí a su madre, una católica practicante, que animara al joven a considerar esas vocaciones. Pero ella dijo: "Oh, no, Padre. Quiero tener nietos". Si eres padre o madre, ¿estás dispuesto a entregar tus hijos a Cristo? Si eres sacerdote o religioso, ¿en qué medida te resulta agradable o doloroso trabajar al margen dejando que Cristo ocupe el centro del escenario? Si eres un joven, ¿hasta qué punto estás dispuesto a dejar que Cristo reclame tu vida?

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