lunes, 20 de diciembre de 2021

¡¡FELIZ QUIEN SE REFUGIE EN ÉL!!

El hombre de hoy intenta límites increíbles ayudados por su creatividad y sueños constantes para llevar la ciencia más allá de la ética separando dos realidades: ciencia y fe.

Ciertamente la genialidad creadora, está creando una cultura individualista, permitiendo el Aborto, eutanasia, suicidio, pobreza extrema, hambre, enfermedad, divorcio, comportamientos violentos.

Persigue el sueño de ser único e inmortal, en una mezcla de biología y robótica que ayuda la ingeniería informática. La actualidad nos está mostrando que con todo ello se manifiesta una ideología que oprime al hombre y quita la imagen de Dios.

Las décadas han estado presididas por la disolución de los valores, la pérdida de la fe en la transcendencia, la infelicidad generadora de hastío. La racionalidad moderna desencanta porque no garantiza al hombre un futuro mejor, seguro y razonable.

Una nueva cultura se impone y para llevarla a cabo se crean estructuras de pecado, lejos de aprovechar los nuevos avances técnicos y científicos para dar esperanzas y entrar en dialogo consigo mismo y su Dios, se aleja de la Verdad.

El hombre se pregunta por el sentido y por la razón de ser de lo que cree por fe. Cuando el hombre se arrodilla con humildad, Dios responde, la fe se esclarece, nos da luz para el conocimiento. Los creyentes creemos que el mundo ha sido creado por el Amor de Dios y nos hace participes de su extraordinaria sabiduría y belleza, que se nos ha revelado en la historia, se ha encarnado en la persona de Jesús.

Es Jesús de Nazaret, quien nos ha proporcionado una vida digna, libre de esclavitud y nos regala el don del Espíritu Santo, nos abre a la transcendencia, a la llamada de Dios inscrita en el corazón de cada persona. Lo convierte en testigo viviente con una conciencia de ser "habitado por Otro" transfigurado por el Amor de Dios.

Dios se hace realidad humana, es el Rostro del amado, que calienta nuestro frio y perdona todas nuestras tibiezas, el que se acerca con humildad y te ofrece cuanto es, la plenitud solo la encontraremos en Dios y exige una respuesta de toda persona.

Lanzarnos a la aventura de comunicar abiertamente el Evangelio, la escucha de todo problema humano para aprender mejor a orar y vivir en familia, en comunidad como verdaderas mujeres y hombres de caridad y de fe.

El ser humano tiene deseo por conocer su realidad, mediante métodos que sea, con ansias busca el misterio como fuerza interior que posibilite una cercanía y una presencia viva, real en lo más íntimo de sí mismo: el conocimiento de la ciencia sublime de las cosas ,todas las Verdades y de su Eterna fuente.

San Agustín nos dice: "Tú estabas dentro de mí y yo fuera, y así por fuera te buscaba; y, deforme como era, me lanzaba sobre esas cosas que tú Creaste". (Confesiones, libro VII).

La presencia de Jesús no tiene por objeto suprimir dificultades de la vida y la oscuridad  de situaciones dolorosas, sino ofrecer confianza para avanzar en medio de ellas, seguir en el camino hacia la santidad de Dios: "Ánimo, soy yo, no tengáis miedo"(Mt 14,22-33).

El agua de la Vida fluye siempre, sin descanso haciendo fértil, todo corazón enamorado, aunque no lo vea, soy amada/o, está vivificando todo en el mundo y a uno mismo. En silencio profundo donde sucede el desposorio y se establece el encuentro tan añorado. 

        Una vida de fidelidad, de amor con Cristo que me hace encarar mi vida con todas sus miserias que me llama a obedecer a crecer, en una novedad nueva donde se revela el rostro amado: el rostro de Cristo, el que alienta mi fe y enciende mi hoguera. El amor que regala y llama a crecer constantemente construyendo mis fuerzas cada día, llenando mi fuente del agua que mana y corre.

En esta dimensión vemos que no somos solo un montón de huesos y carne,  el ser humano se conoce a sí mismo y busca el encuentro, aquello  que le plenifique, verse criatura de Dios. 

Con la llegada del Hijo de Dios, celebremos, y recibamos el misterio de la Encarnación con alegría y gratitud a Dios Padre, e invoquemos a María nuestra Madre, porque gracias a ella nace la Palabra. Ella es Refugio de los pecadores, consoladora  de todos los afligidos, auxilio de los cristianos, ruega por tus hijos.

                                                                                Sor María Pilar Cano,O.P

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