Tú eres la estrella de mi noche oscura,
salud para mi enfermo corazón,
refugio de mi humana perdición,
consuelo en mi terrena desventura,
auxilio celestial de mi locura,
la Reina intercesora del perdón,
la Madre acogedora en mi aflicción,
la Virgen medianera de ventura.
¡Salve, Señora, incólume María!,
templo de la divina Trinidad,
sagrario de Jesús, Eucaristía.
Asunta al cielo en venturoso día,
coronada de eterna majestad,
eres el brillo que hacia el Sol me guía.
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