Señor de las horas y de mis días, al llegar el final de esta jornada, me pongo de nuevo en tu presencia. Te doy gracias por el día que me has concedido vivir, y te pido que siempre me quede asombrado ante tus obras y las maravillas que realizas todos los días. Abre, Señor, los ojos de mi corazón para que pueda percibir cómo estás presente en todos los “milagros” cotidianos que rodean mi vida. Que me deje sorprender por todo lo que me regalas cada día, y que sintiendo tu grandeza y tu poder, me reconozca débil, limitado y pecador. Haz, Señor, que nunca me sienta santo ni perfecto; que recuerde siempre que soy limitado, débil y pecador; y que te dé gracias, porque a pesar de mis pecados y de mis miserias, tú me amas y me llamas para que te siga siempre. Dame, Señor, fuerza para seguirte por todos los caminos de mi vida. Que comprenda la misión que me has asignado, y que sepa realizarla con fidelidad. Te lo pido a ti, Señor del tiempo y de la historia, que vives para siempre, inmortal y glorioso. Amén.
Este blog quiere transmitir el don de la gracia, el regalo que Dios me ha concedido en mi vocación de Orante-contemplativa en la Iglesia y en el mundo, de manera que puedo decir con San Pablo: Sierva de Cristo Jesús, enviada por vocación, escogida para el Evangelio de Dios (…) por quien recibimos la gracia (cf. Rm 1,1.5). La vida contemplativa nos capacita para estar en el corazón de las cosas, en las raíces profundas del ser humano.
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