En esta noche que ya culmina, te doy gracias por permitirme
presenciar cuán grande es el amor que profesas por todos nosotros.
Solo Tú eres quien me trae gran consuelo en los momentos en los que
estoy abatido y desanimado.
Tú me reconfortas y renuevas todas mis fuerzas y esperanzas en la vida.
Quiero ser una persona más agradable ante tus ojos misericordiosos y
quiero ser merecedor de todo tu amor.
Lléname de tu Espíritu Santo y de tu gracia divina.
Concédenos el don de la sabiduría para poder ofrecerte las cosas
de la mejor manera posible.
Hazme tomar las decisiones más determinantes y positivas para mi porvenir.
Estoy seguro, que con el tiempo me ayudarás a sanar todas mis heridas
y todo aquello que me causa dolor.
Nada en mi vida te es oculto, y solo tú puedes juzgar mi proceder.
GRACIAS, SEÑOR, DIOS NUESTRO. Amén
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