Nuestro Señor Jesucristo que nos amó con un amor
tan desmedidamente grande y que fue puesto sobre
la Cruz de madera y condenado a la muerte más amarga:
lave y bendiga nuestras almas con Su Sangre preciosa, en recuerdo
del sufrimiento con el que pagó por nosotros, a fin de que tu amor
arda para él. Que ese poderoso fuego de amor consuma todos
tus pecados y te conceda reposar sobre Su Bendito Brazo,
donde todos los santos reposan.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén
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