Señor, tú eres mi verdad, tú eres la verdad del hombre.
Tú, Padre de Jesucristo, te has convertido en mi verdad,
y en el Espíritu, cada día, te haces verdad en mí.
Y tú eres el primero, Señor, en hacerme hombre y en el darme esta verdad.
Si tú me faltas, si tú te alejas, yo ni siquiera soy hombre,
soy como una piltrafa, como un náufrago que busca la salvación y no la encuentra,
un náufrago al borde de la muerte.
Señor, tu gracia, tu verdad, tu luz, me hacen hombre
y son ni gracia, mi verdad y mi luz.
Carlo Maria Martini
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