Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (2,1-11):
Tú, el que seas, que te eriges en juez, no tienes disculpa; al dar sentencia contra el otro te condenas tú mismo, porque tú, el juez, te portas igual. Todos admitimos que Dios condena con derecho a los que obran mal, a los que obran de esa manera. Y tú, que juzgas a los que hacen eso, mientras tú haces lo mismo, ¿te figuras que vas a escapar de la sentencia de Dios? ¿O es que desprecias el tesoro de su bondad, tolerancia y paciencia, al no reconocer que esa bondad es para empujarte a la conversión? Con la dureza de tu corazón impenitente te estás almacenando castigos para el día del castigo, cuando se revelará el justo juicio de Dios, pagando a cada uno según sus obras. A los que han perseverado en hacer el bien, porque buscaban contemplar su gloria y superar la muerte, les dará vida eterna; a los porfiados que se rebelan contra la verdad y se rinden a la injusticia, les dará un castigo implacable. Pena y angustia tocarán a todo malhechor, primero al judío, pero también al griego; en cambio, gloria, honor y paz a todo el que obre. el bien, primero al judío, pero también al griego; porque Dios no tiene favoritismos
Palabra de Dios
Salmo 61, R/. Tú, Señor, pagas a cada uno según sus obras
Evangelio según san Lucas (11,42-46):
En aquel tiempo, dijo el Señor: «¡Ay de vosotros, fariseos, que pagáis el diezmo de la hierbabuena, de la ruda y de toda clase de legumbres, mientras pasáis por alto el derecho y el amor de Dios! Esto habría que practicar, sin descuidar aquello. ¡Ay de vosotros, fariseos, que os encantan los asientos de honor en las sinagogas y las reverencias por la calle! ¡Ay de vosotros, que sois como tumbas sin señal, que la gente pisa sin saberlo!»
Un maestro de la Ley intervino y le dijo: «Maestro, diciendo eso nos ofendes también a nosotros.»
Jesús replicó: «¡Ay de vosotros también, maestros de la Ley, que abrumáis a la gente con cargas insoportables, mientras vosotros no las tocáis ni con un dedo!»
Palabra del Señor
Compartimos:
“Dios no tiene favoritismos”... ¡Gran frase! ¿Y yo? Uff... ¡Yo sí tengo! Pero no sé por qué intuyó que aún siendo una gran verdad, Jesús lo profundiza tanto que lo revoluciona: Jesús sí tenía preferidos. ¿Qué es si no, un amigo? Un favorito, un preferido...
Por eso vuelvo a leer la Palabra de hoy e intuyo que el problema no está en tener favoritos sino en cómo actuamos con el resto: "pasáis por alto el derecho y el amor de Dios". Podemos sentirnos ofendidos, como el jurista del evangelio de hoy, como si nos pareciera que los toques de atención de Dios sólo son para otros... ¡Qué curioso!.. No matamos, no robamos, las faltas que cometemos nos parecen menores... Y sin embargo, se nos olvida que lo que Jesús sigue sin soportar es nuestro empeño por endosar a otros cargas insoportables que nosotros ni tocamos: hacemos juicios, pasamos por alto el amor, nos apegamos a perfiles y reglamentos...
Por supuesto, poco importa si lo hacemos en situaciones cotidianas y aparentemente poco trascendentes o en grandes decisiones... La cuestión es en qué forma me hago presente en el mundo... ¿Jesús me mira y exclama un ¡Ay! doloroso o sonríe y me anima a seguir caminando? Dios no nos ofende al reprendernos… Sólo quiere que seamos aquello que ya somos y tantas veces no nos damos cuenta, enredados en exigencias, normas, cargas y juicios…
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.