Aplastadora de la serpiente,
destructora de todas las herejías,
echa una mirada de compasión sobre nosotros
y sean tus dulcísimos ojos
mensajeros de salud,
de remedio de nuestros males,
de perdón de nuestras culpas
y del restablecimiento
de la soberanía de Cristo en nuestra alma,
en nuestro corazón,
en nuestra familia,
en todo el mundo.
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