Señor,escúchame, pues espero en ti. Ten compasión de mis pecados y miserias,
Tú que eres fuente inagotable de amor. Te adoro, Señor, porque diste tu
vida en la cruz y te ofreciste en ella como redentor por todos los hombres
y especialmente por mí. Adoro, Señor, la sangre preciosa que brotó de tus
heridas y ha purificado al mundo de sus pecados. Mira, Señor, a este pobre
pecador, creado y redimido por ti. Me arrepiento de mis pecados y propongo
corregir sus consecuencias. Purifícame de todas mis maldades para que
pueda recibir menos indignamente tu sagrada Comunión. Que tu cuerpo y
tu sangre me ayuden, Señor, a obtener de ti el perdón de mis pecados y la
satisfacción de mis culpas; me libren de mis malos pensamientos, renueven
en mí los sentimientos santos, me impulsen a cumplir tu voluntad y me
protejan en todo peligro de alma y cuerpo. Amén.
(San Ambrosio)
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