domingo, 15 de agosto de 2021

Asunción de la Virgen María

Lectura del libro del Apocalipsis (11,19a;12,1.3-6a.10ab):

Se abrió en el cielo el santuario de Dios y en su santuario apareció el arca de su alianza. Después apareció una figura portentosa en el cielo: Una mujer vestida de sol, la luna por pedestal, coronada con doce estrellas. Apareció otra señal en el cielo: Un enorme dragón rojo, con siete cabezas y diez cuernos y siete diademas en las cabezas. Con la cola barrió del cielo un tercio de las estrellas, arrojándolas a la tierra. El dragón estaba enfrente de la mujer que iba a dar a luz, dispuesto a tragarse el niño en cuanto naciera. Dio a luz un varón, destinado a gobernar con vara de hierro a los pueblos. Arrebataron al niño y lo llevaron junto al trono de Dios. La mujer huyó al desierto, donde tiene un lugar reservado por Dios.

Se oyó una gran voz en el cielo: «Ahora se estableció la salud y el poderío, y el reinado de nuestro Dios, y la potestad de su Cristo.»

Palabra de Dios

Salmo 44, De pie a tu derecha está la reina, enjoyada con oro de Ofir.

Segunda lectura

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (15,20-27a): Cristo resucitó de entre los muertos: el primero de todos. Si por un hombre vino la muerte, por un hombre ha venido la resurrección. Si por Adán murieron todos, por Cristo todos volverán a la vida. Pero cada uno en su puesto: primero Cristo, como primicia; después, cuando él vuelva, todos los que son de Cristo; después los últimos, cuando Cristo devuelva a Dios Padre su reino, una vez aniquilado todo principado, poder y fuerza. Cristo tiene que reinar hasta que Dios haga de sus enemigos estrado de sus pies. El último enemigo aniquilado será la muerte. Porque Dios ha sometido todo bajo sus pies.

Palabra de Dios

Evangelio según san Lucas (1,39-56):

En aquellos días, Maria se puso en camino y fue aprisa a la montaña, a un pueblo de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. En cuanto Isabel oyó el saludo de Maria, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y dijo a voz en grito: «¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Dichosa tú, que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá.»

María dijo: «Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava. Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación. Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos. Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia –como lo había prometido a nuestros padres– en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.» María se quedó con Isabel unos tres meses y después volvió a su casa.

Palabra del Señor

Compartimos:

 Hace ya bastantes años cantábamos: "¿Quién será la mujer que a tantos inspiró poemas bellos de amor. Le rinden honor la música, la luz, el mármol, la palabra y el color? ¿Quién será la mujer radiante como el sol, vestida de resplandor, la luna a sus pies, el cielo en derredor y ángeles cantándole su amor...?". ¿Quién es esta mujer con la que Dios quiso contar de manera tan especial, y a la que ha querido tener tan cerca de él, eternamente en su compañía? 

De muchas formas nos la han presentado a lo largo de la historia, Por nombrar algunas:

- la mujer dócil, callada, sufriente, quizá un poco pasiva y conformada

- la mujer Virgen junto a su esposo José, o la Madre de Jesús

- la mujer orante que guardaba la Palabra en el corazón

- la mujer concebida sin pecado

- la mujer de los milagros y de las apariciones a niños y pastores...

- la mujer coronada de estrellas, rodeada de ángeles, sobre las nubes...

- la madre de la Iglesia...

        Detrás de cada una de ellas hay un rostro, un perfil, un modo de entender a las mujeres y su presencia en la sociedad y en la Iglesia. Unas están más cercanas que otras a lo que nos dice el Nuevo Testamento, que siempre ha de ser nuestro punto y criterio de referencia para hablar de María. 

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