Un día antes de que dos bombas dejaran al menos 73 muertos en las inmediaciones del aeropuerto de Kabul, 14 niños con discapacidad, cinco monjas misioneras de la Caridad y el jefe de la missio sui iuris (la misión católica en el país), el sacerdote Giovanni Scalese pudieron salir de Afganistán y aterrizar en el aeropuerto de Fiumicino, en Roma. Junto a ellos, desembarcaron 15 familias de colaboradores de la asociación Pro Bambini de Kabul (PBK), que era la entidad que tenía acogidos a los niños.
«Para nosotros es un inmenso alivio» porque «sus vidas estaban en peligro», ha reconocido el sacerdote rogacionista Matteo Sanavio, presidente de PBK, a AsiaNews. «Los chicos que llegaron, todos huérfanos de entre 6 y 20 años, son realmente los más vulnerables entre los vulnerables: están en sillas de ruedas, ninguno de ellos es autónomo y solos no habrían podido sobrevivir», ha añadido.
Ahora, «las distintas congregaciones que integran nuestra asociación ya han ofrecido su disponibilidad para acoger a estas familias y ayudarlas para que se integren en el nuevo contexto», ha subrayado Sanavio, quien sin embargo dice no poder «olvidar a todos los que nos piden ayuda para huir de Afganistán y no sabemos cómo ayudar. Es realmente doloroso tener que decir «no». ¿Cómo se puede elegir a quién salvar y a quién abandonar a su suerte? Pero los recursos son limitados y el tiempo se termina».
Por último, el presidente del PBK se ha referido a la situación en la que se queda la Iglesia en Afganistán. «Siempre ha sido una presencia discreta, casi simbólica, y sin embargo ha hecho mucho por los más necesitados. No pierdo la esperanza de que, en el futuro, podamos volver. Ahora habrá que ver cómo evoluciona la situación y seguir rezando», ha subrayado Sanavio en conversación con AsiaNews.
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