Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Gálatas 2, 19-20:
Hermanos:Yo he muerto a la ley por medio de la ley, con el fin de vivir para Dios.Estoy crucificado con Cristo; vivo, pero no soy yo el que vive, es Cristo quien vive en mí. Y mi vida de ahora en la carne, la vivo en la fe del Hijo de Dios, que me amó y se entregó por mí.
Palabra de Dios
Salmo 33, Bendigo al Señor en todo momento
Evangelio según san Juan 15, 1-8
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Yo soy la verdadera vid, y mi Padre es el labrador. A todo sarmiento que no da fruto en mí lo arranca, y a todo el que da fruto lo poda, para que dé más fruto.Vosotros ya estáis limpios por la palabra que os he hablado; permaneced en mí, y yo en vosotros.Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí.
Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ese da fruto abundante; porque sin mí no podéis hacer nada. Al que no permanece en mí lo tiran fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen y los echan al fuego, y arden. Si permanecéis en mí y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que deseáis, y se realizará. Con esto recibe gloria mi Padre, con que deis fruto abundante; así seréis discípulos míos».
Palabra de Dios.
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El texto es precioso. Estar inserto en la vida verdadera, formar parte de los planes del viñador, crecer con la misma savia, dar frutos porque estamos unidos a Él, que es la verdadera vid. ¡¿Qué más se puede pedir!?
Sí, algo más: hacer realidad, hacer creíble, ese texto que no se cita mucho y que a mí me parece fundamental: Vosotros estáis limpios por las palabras que os he hablado. ¿Por qué no se citará más?¡Qué texto tan sacramental, tan vivificador! “El sacramento de la palabra, decía Ortega, es un sacramento de difícil administración”. Cuanto más el sacramento/bálsamo de la Palabra. Las palabras de Jesús vienen a dar al traste con muchas concepciones, no diré teológicas, pero sí de algunas prácticas sacramentales que a muchos les resulta opresivas y no liberadoras.
Estar limpios por su Palabra, por haberla escuchado, por habernos adherido a su mensaje, por haber confiado en Él, por haber estado atento cuando nos proclaman la Palabra y a la que respondemos al unísono, como signo de aceptación total: Palabra de Dios. Te alabamos, Señor. ¿Cabe mayor confesión de fe y confianza en su Palabra, en Él, el viñador, la vid, el viñedo completo, que es la Palabra viva sanadora, purificadora?
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